Diego Montaña: «Si yo no hubiese empezado esto, Samuel estaría vivo»

Alberto Mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

Los tres principales acusados del crimen de Samuel Luiz declararon este miércoles ante el jurado de la Audiencia de A Coruña

13 nov 2024 . Actualizado a las 23:08 h.

Los acusados más señalados por los testigos lloraron y se compadecieron de sí mismos. Arrepentidos, pidieron perdón a la familia de Samuel Luiz. También por lo que hicieron y por lo que eso supuso para sus vidas. Así buscaron la compasión del jurado. Ninguno reconoció que asesinó a Samuel. Alejandro Freire asumió que agarró a la víctima por el cuello al principio de la agresión y que luego se alejó. Diego Montaña no ocultó que fue quien empezó a pegar primero. De hecho, se echó encima toda la culpa de la muerte de la víctima porque entiende que si él no hubiese iniciado la paliza «con patadas y puñetazos», Samuel estaría vivo. Mientras, Kaio Amaral se exculpó de todo y más, pues aseguró que lejos de pegarle al fallecido una patada, como apunta un testigo, intentó hasta en dos ocasiones parar la agresión.

Diego Montaña Marzoa no se atrincheró más que en el olvido. Habló claro de lo que hizo al principio de la agresión y apeló a que su mente borró lo que vino después. Asumió que si él no hubiese comenzado a pegar «puñetazos y patadas» a Samuel, este estaría vivo y ninguno de los que eran sus amigos estarían hoy en el banquillo acusados por asesinato. Lo dijo llorando. Lo que no explicó es lo que ocurrió después de propinarle a la víctima los golpes iniciales. No recordaba si continuó o no agrediendo. Cuestión importante, pues para que exista delito de asesinato tiene que haber alevosía, crear en la víctima un dolor innecesario para llevarlo a la muerte. Así que si es cierto lo que dice y solo inició la agresión, eso allana el camino de su abogado para solicitar al jurado que, subsidiariamente, lo declaren culpable de homicidio y no de asesinato. Ni siquiera su memoria es capaz de recordar a los dos senegaleses que intentaron auxiliar a Samuel.

Diego Montaña, que se enfrenta a una pena de 25 años de prisión por asesinato con agravante de discriminación por orientación sexual, solo aceptó las preguntas de su abogado, Luis Manuel Salgado. Y fue un interrogatorio corto. Su letrado fue al grano.

Bebió mucho aquel día

Comenzó recordando qué hizo aquel día. Y no hizo otra cosa que beber. Salió por la mañana de casa: «Estuve por el barrio con algunos amigos. Estuve toda la tarde bebiendo cerveza, y en el pub Andén me bebí casi una botella de whisky porque la compré a medias con la que era mi novia, Katy Silva, y ella apenas bebió». Con ese estado, dijo que el portero del negocio lo echó: «Pero no sé por qué».

Ya en la calle, vio «a una pareja grabando», en referencia a Samuel y a Lina. «No recuerdo nada de ese momento, ni qué les dije ni nada. De pronto me vi golpeando a la víctima, no sé si con puñetazos y patadas», reconoció. A partir de ahí, ya no recuerda lo que pasó, más allá de «ver un tumulto y la imagen de Katy diciéndome algo, pero no recuerdo el qué». Sus lagunas continuaron. «Sigo andando por el paseo y creo que había gente corriendo y otros que me rodeaban». Al preguntarle si volvió a golpear a Samuel Luiz, respondió: «No puedo decir que no, pero tampoco puedo decir que sí». Sí le quedó una imagen grabada. «Es algo que no olvidaré jamas, fue ver a Samuel tumbado en el suelo mirando hacia arriba», aseguró llorando.

Sobre la muerte

Su abogado también le pidió que explicase cómo supo que Samuel había muerto. «Me entero de que murió al día siguiente. No sé si alguien me lo dijo o lo leí en la aplicación de La Voz de Galicia». Sobre el borrado de su teléfono, Diego Montaña asumió que había eliminado todo porque «estaba asustadísimo. Nunca había estado en semejante situación».

Por último, entre sollozos, el acusado lanzó un mensaje que dejó helada a la sala: «Quiero pedirle perdón a la familia de Samuel. Esto empezó todo por mi culpa. Si yo no hubiese empezado la agresión, no hubiese pasado nada y Samuel estaría vivo».

Su abogado, Luis Manuel Salgado, pedirá este viernes a los nueve miembros del jurado —seis mujeres y tres hombres— que declaren no culpable a su cliente. Fuentes jurídicas apuntan que el letrado, en el uso de su derecho a informar de la participación de su defendido, intentará que en el caso de que no lo absuelvan le apliquen un delito de homicidio y la atenuante de estar bajo los efectos del alcohol. Según las mismas fuentes, el abogado también intentará que no se le imponga a su cliente el agravante de discriminación por orientación sexual.

Alejandro Freire (Yumba): «Pido perdón a quien hice sufrir, pero no murió por mi culpa»

A Alejandro Freire no le gusta que se refieran a él como Yumba, según el que era su amigo, Kaio Amaral. Ayer solo quiso responder las preguntas de su abogado, David Freire, y admitió que él agarró a Samuel por el cuello al inicio de la agresión, pero que a partir de ahí ya no volvió a tener contacto con él. Es más, lanzó un órdago a la investigación, pues aseguró que «había muchas más personas que agredieron y a algunas ni las llamaron a declarar ni, mucho menos, están sentadas en el banquillo». Aunque reconoció que había «más gente separando que pegando».

Juró que no le lanzó en ningún momento «puñetazos» a la víctima, pero sí a los senegaleses. «Aunque uno era tan alto que no le llegué a la cara y le di en el hombro», dijo. Lo hizo porque se sintió «agredido por él». «Cuando aparecieron esos chicos de color, me pareció que uno de ellos venía en actitud agresiva y me empujó. Al caer, me golpeé la cabeza contra el suelo y quedé un poco aturdido», explicó. «Me sentí agredido y al levantarme le lancé un manotazo. Era tan alto que no le llegué a la cara», añadió.

Al preguntarle por su participación en la agresión, Alejandro Freire declaró lo siguiente: «En un principio me pareció que Diego Montaña se estaba peleando. Tuve una reacción instintiva y fui corriendo para agarrar por el cuello a Samuel. No sé muy bien lo que es un mataleón, solo sé que lo sujeté por la espalda y caímos al suelo». Luego, añadió: «Se metió mucha gente. Juro por Dios que si hubiese sabido que no era una pelea intentaría parar la agresión». Insistió además en que ese fue «el único contacto» que tuvo con la víctima.

Cuando vio a Samuel caer al suelo desplomado, Alejandro Freire dice que se asustó y que se fue con un amigo «a coger un taxi para ir al parque de San Diego», pues solían quedar allí para hacer botellón. Eso sí, «en ningún momento vi que [Samuel] estuviera muerto».

Ya en San Diego «se habló de que uno de los menores había golpeado al fallecido en la cabeza con un cilindro de hierro». Y sobre la participación de sus entonces amigos, el acusado aseguró que en ningún momento vio a Kaio «dar una patada». Hay que recordar que se refiere al acusado que lo delató tanto cuando se presentó voluntariamente en comisaría, como cuando fue detenido y al declarar ante el jurado.

En cuanto a su estado aquella noche, Freire reconoció que había bebido mucho y que había comprado un gramo de cocaína. «Además, estando en el pub Andén hubo gente que me invitó. Creo que consumí entre 10 y 15 rayas. También me bebí casi una botella», aclaró. Según dijo ayer, todo hubiese sido distinto si no estuviese en esas condiciones: «Nunca hubiese agarrado a Samuel ni luego ido a por el senegalés. Estoy muy arrepentido de lo que hice».

Cuando se enteró de que Samuel había muerto todo cambió: «Al principio me sorprendió, y luego tuve miedo porque sabía que había gente que me había visto agarrarlo al principio de la agresión». Aseguró que él no es conflictivo. Y sobre el resultado fatal de la agresión, admitió: «No tengo palabras. Estoy muy arrepentido. Con la mano en el corazón, pido disculpas a la gente que hice sufrir. Pero Samuel no murió por mi culpa».

Ya en el plano personal y respondiendo a su abogado, explicó cómo era su vida antes de la madrugada del 3 de julio del 2021. Contó que su madre murió cuando él tenía dos años, y fue criado por su padre y su abuela, hasta que esta enfermó y tuvo que ser ingresada: «Fue cuando regresé a casa de mi padre. Vivíamos con su esposa y mi hermanita pequeña. Yo trabajaba en una empresa de congelados en el puerto y me iban a hacer indefinido».

Kaio Amaral: «Nunca le toqué, ni para pegarle ni para quitarle el teléfono»

Kaio Amaral Silva fue el único acusado que ayer respondió a las preguntas de todas las partes. Y a todos les dijo lo mismo: «Nunca toqué a Samuel, ni para quitarle el teléfono ni para pegarle». Es más, añadió que hasta en dos ocasiones intentó frenar la agresión.

Kaio se refirió al resto de los acusados como sus examigos. Según su versión, escuchó gritos y se acercó al lugar donde se produjo la primera agresión, donde se quedó «flipando» al ver «a dos personas con Samuel en el suelo», que eran los también acusados Diego Montaña y Alejandro Freire. Este último «estaba con la espalda en el suelo y lo tenía agarrado». Sobre la participación de Katy Silva, afirmó que «se llevó a Diego Montaña del lugar, y Samuel se levantó, aunque entonces llegó uno de los menores y le pegó en la cabeza». Añadió que en ese momento él volvió al lugar donde empezó la agresión, vio un teléfono tirado en el suelo —el de Samuel—, lo recogió y lo apagó.

A 20 metros de Samuel

Negó haber dado la patada que la Policía Nacional ve en las imágenes de vídeo de la agresión. Y asegura que siempre estuvo «al menos a 20 metros de Samuel Luiz, a quien siguieron Diego, Yumba y los menores con actitud agresiva», hasta que la víctima cayó desplomada mientras él les pedía «que parasen». De todas formas, afirmó que sus entonces amigos no llegaron a golpear más porque se lo impidió uno de los ciudadanos senegaleses que auxiliaron a Samuel.

Ya fuera del lugar, le mostró el teléfono a otro amigo al que «ya le había vendido cosas robadas», pero como no se lo quedó, luego lo desmontó en casa para venderlo por piezas y al final lo tiró a la basura, aunque sin saber de quién era.

Declaró que aquella noche Diego Montaña le dijo «que tuvo un problema con un gay o algo así», que vio a Katy «enfadada» y que Yumba estaba «bastante arrepentido de lo que había hecho». Kaio Amaral lloró al relatar que después de lo ocurrido, su madre, acompañada de un amigo de ella, fue a buscarlo al trabajo: «Me dice que está muy preocupada, que está mi foto en todos lados y que nos fuéramos a casa». Entre lágrimas, aseguró que tras lo ocurrido ha perdido su trabajo y a su pareja: «Me ha partido la vida. Tres años preso».