Las calles en las primeras horas de apagón: «Teño o neno no cole en Santiago e o meu marido non pode sacar o coche do garaxe»
GALICIA

Estaciones, hospitales, aeropuertos, gasolineras y supermercados: este fue el sentir de los gallegos ante el fallo en el suministro eléctrico
28 abr 2025 . Actualizado a las 23:37 h.Pasan solo unos minutos del mediodía y los usuarios de la estación de tren provisional de A Coruña esperan sentados en los escalones a pleno sol. En el interior, otro ciento de personas intentan resucitar los datos de su teléfono. Las ventanillas están cerradas y las caras del personal transmiten preocupación. El apagón es ya una realidad.
13.10h.
Compás de espera. «Nos han dicho que es por precaución porque puede pasar algo en las vías», dice una usuaria que intenta volver a Vilagarcía. Traduce así el mensaje que repite y repite el personal de venta de billetes. La ausencia de fluido eléctrico es evidente, pero hay quien ha venido a la estación para probar. Otros visualizan lo que pasa en sus hogares. «Pensamos no traballo que era por unhas obras, pero agora só penso que teño que ir para Santiago por algo urxente. Teño ao neno no cole e o meu marido non da sacado o coche do garaxe», dice una compostelana resignada.
14.00h.
Confusión en el comercio. En el epicentro de las compras de A Coruña, el entorno de la plaza de Lugo, decenas de trabajadores de tiendas de moda, esperan en la puerta de los establecimientos. No saben si van a volver al trabajo. «No sabemos cuando vamos ni a poder cerrar. No podemos llamar a nuestra jefa ni sacar el dinero de la caja», dicen dos dependientas, las mismas que aseguran que han tenido a clientes probándose ropa «a oscuras».
En cafeterías y panaderías hay largas colas. Las de aquellos que intentan hacerse con algo ya preparado o con un sencillo bocadillo para comer. Los supermercados se dan por vencidos. «El generador aguantó veinte minutos y tuvimos que echar a la gente. El problema son los alimentos de frío. Si esto se alarga mucho, a ver lo que duran. Las pérdidas van a ser importantes». Mientras otros establecimientos no saben qué hacer con la verja, peatones y coches se esquivan en una ciudad sin red semafórica. «Incomunicación total y absoluta. ¿Qué ha pasado? Ni idea, pero esto es algo gordo», dicen.
14.30h.
Normalidad en el aire. En Lavacolla, calma tensa. Y eso que en las cafeterías y en los puestos de alquiler de coches de la terminal nos dicen que pueden seguir funcionando gracias al generador del edificio. Los que llegan desde Sevilla dicen que se enteraron justo antes de coger el vuelo. «Volamos sin información, casi ni nos enteramos». Ellos pueden decir que son algunos de los afortunados del día. Por lo menos han regresado.
14.15h.
La sanidad que resiste. En el Hospital Universitario de A Coruña se pudo continuar la actividad clínica y asistencial. Eso sí, todas las conversaciones eran sobre el apagón. Muchos de los profesionales que allí trabajan, a quien se reconocía fácil por sus pijamas, mantenía conversaciones entre compañeros con el móvil en la mano. A nosotros nos preguntan cuál es el origen de todo esto ante el inicio de determinados bulos que corren ya por las redes. Mientras, en la cafetería se entregaban al gas para preparar la comida y se encontraron algún problema con los pagos con tarjeta. Mientras tanto, los camiones cargados de combustible se sucedían junto al motor que alimentaban los grupos electrógenos que permitían una normalidad relativa en el centro hospitalario.






















15.10h.
Farmacias a medio gas. La situación tampoco era fácil en las boticas. Sheila Santos, una vecina de Arteixo que se había quedado sin leche en polvo para su bebé, salió a comprarla, pero se encontró con varias farmacias cerradas. «Al final encontré una, que estaba de guardia, y conseguí comprar», comentaba. Algunos productos conseguían venderse, pero la falta de acceso al sistema informático impedía dispensar los medicamentos con receta.
16.30h.
Supermercados en marcha. En un polígono de Sabón, en Arteixo, ya casi desierto, sobreviven dos supermercados abiertos. Quien se acerca se sorprende. Consiguen con el oxígeno de su generador cobrar incluso con tarjeta. Dentro, el establecimiento está a media luz e intentan mantener cerradas las neveras. «Nos llama la atención que la gente se está llevando agua», dice un grupo de tres amigas que se dirigen a la playa. «Quiero pensar que esto en las próximas horas va a mejorar», dice una de ellas. La otra la contradice. «¿Cómo? Yo ahora sí que me estoy poniendo nerviosa, que la luz no vuelve».
A un matrimonio despistado les confirmamos que sí cobran con tarjeta. Ellos vienen simplemente a ver si pueden tomar en café. Los pequeños lujos que ayer no eran posibles.
17.30h.
Camiones parados. El polígono de Ledoño es un desierto. Solo hay un oasis, la estación de servicio. Nadie puede repostar, pero sí tomar una bebida aún fría o picotear una chocolatina. María, de Malpica, lleva allí desde el apagón. «Tengo que ir al Puerto de A Coruña a cargar y no hay electricidad. Voy esperar, pero las empresas cargadoras paran a las 19.30 horas», dice preocupada por las pérdidas. «Mi marido, que tiene otro camión, se quedó encima de la báscula del puerto de Punta Langosteira», añade.
18.30h.
Suministros esenciales. «Os cámping gas acabáronse en cinco minutos e xeradores non quedan», dicen en una tienda de Progando. Ellos mismos siguen con las puertas abiertas gracias a un generador. «A gasolina non vai ser eterna», apunta uno de los trabajadores. «Non venderamos un xerador en tres anos. Hoxe, todos. Hai edificios que necesitan bombas porque nos sotos teñen auga e as eléctricas non funcionan. O garaxes pódense inundar».

19.30h.
Compras con la noche en mente. Varios jóvenes jugaban entretenidos en las pistas deportivas del polígono de Sabón. Mientras tanto, en los supermercados daban por recuperada la normalidad. Los clientes compraban bajo una calma tensa. «Llevo agua por si la situación se alarga», explicaba el joven Hugo, de 20 años. En el párking, Patricia repasaba su compra. «Latas de conserva, froita e auga». Se preparaba para poder cenar pensando que seguiría sin luz. Mientras tanto, los empleados trabajaban sin pausa, atendiendo peticiones que no podían cumplir: «Radios e velas». Una cajera resumía, estupefacta, la jornada: «Isto parecía o primeiro día da pandemia».
Información elaborada por G. Vázquez, P. Avendaño, L. Cancela, L. Balado, L. Miyara, A. López-Benito, S. Rouco, J. Noya.