O Val, en lucha contra una plaga de moscas: «Usábamos el soplete, lejía y hasta fumigamos, y no morían»

GALICIA
Esta parroquia de Narón lleva cinco años luchando contra la presencia masiva de estos insectos
23 may 2025 . Actualizado a las 16:55 h.«Lo que vivimos aquí fue una pesadilla», recuerdan los vecinos de la parroquia naronesa de O Val. Como si de una película de terror se tratase, desde hace ya cinco años una inusual plaga de moscas viene y va por las casas de la zona. El verano de hace dos años lo recuerdan con auténtico terror. «Fue un sinvivir», lamenta Ángeles Montero, una de las más afectadas.
Representantes del Concello de Narón, la Xunta y la Asociación de Vecinos Irmandiños de O Val se reunieron el miércoles en una comisión de seguimiento que se creó a raíz de este problema. Un encuentro de trabajo en el que la Xunta defendió que está dispuesta a colaborar en todo lo que sea de su competencia autonómica y en el que el Concello solicitó nuevos informes a la Consellería de Medio Rural, subrayando su compromiso de seguir trabajando con otras administraciones para esclarecer la situación y encontrar una solución. «Pero nadie hace nada y al final somos nosotros los que seguimos pagándolo», lamenta la presidenta de al entidad vecinal, Manoli Castro.
Manoli es de las vecinas previsoras, que guarda en casa un sinfín de los aparatos que ya usó en esta particular lucha, en los momentos más complicados. «Va a volver, fijo, fijo. Varios meses al año no nos las quita nadie. Y ahora con el calor, el sol... Vivimos con la tensión de esperar que lleguen de un día para otro», augura. De hecho, ya vivieron los primeros momentos de tensión el pasado fin de semana. «Teníamos una comida en el local social con el equipo de fútbol y hubo que meter todo dentro. Era imposible comer fuera», advierte.

La casa de Ángeles está equipada los 365 días del año para convertirse en un búnker anti-moscas si volviese a ser necesario. «Guardo en casa enchufes antimosquitos, tengo para fumigar, el aparato eléctrico que las fríe... Este no daba abasto en verano. Lo ponías y olía a cerdo churruscado», detalla. No hay una sola ventana y puerta de su hogar sin mosquitera. Recuerda con asco cómo entró el aluvión de moscas en su casa en solo «diez minutos». «En minutos pasé de no tener una mosca a millones», apunta.
La plaga la obligó a tomar medidas en su día a día, como precintar las ventanas, mantener cerradas las persianas y evitar al máximo entrar y salir de casa. Y su madre no podía salir de la habitación. «Llegamos hasta a usar sopletes. Sulfaté todo por fuera. Incluso echaba lejía pura por la pared. Y no morían con nada», recuerda con auténtico horror. No es de extrañar que viva con miedo. «Casualmente por estas fechas fue cuando más tuve», advierte.

Viven en una tensa tranquilidad, desde el último repunte que empezó en el mes de febrero. Victoria Díaz y Fina López las tuvieron en marzo. «Lo mejor para matarlas era el soplete», explica. No borra los vídeos del momento. «Entraron y llenaron todas las esquinas», comenta. También se mantiene alerta Fina. «Aínda teño postas as tiras de colgar nas que se pegan, e o esprai non falta en casa», comenta. Jose Antonio Paradela lo describe como «un enjambre», pero de moscas.
Los vecinos están dispuestos a «hacer lo que haga falta» para que les ayuden. «Si tenemos que aspirarlas, subirnos a un autobús y soltarlas en la Xunta para que las vean, nos da igual», advierte la presidenta. Insisten en que el Ejecutivo autonómico debe declarar la plaga de moscas y buscar el foco. «La Xunta dice que es competencia del Concello, el Concello que de la Xunta. Y la verdad es que hacen todo lo que pueden con lo que tienen... Pero llevamos así cinco años y soluciones, ninguna», recuerda Manoli.