Todo a punto en Londres para la boda de Guillermo y Kate

COLPISA

GENTE

El príncipe Guillermo fue nombrado duque de Cambridge por la reina Isabel II esta mañana, y Kate Middleton se convertirá en duquesa de Cambridge tras su matrimonio con el segundo en la línea de sucesión a la Corona, anunció el palacio.

29 abr 2011 . Actualizado a las 11:46 h.

Kate Middleton, que contraerá hoy viernes matrimonio con el príncipe Guillermo de Windsor en una boda real que provoca gran expectación, desvelará al fin esta mañana el secreto mejor guardado, su vestido de novia, que ha querido proteger con ahínco para preservar la sorpresa hasta el encuentro hoy con su futuro marido, con quien ya ha convivido en los últimos meses.

Ayer, se levantaron mamparas en las puertas del hotel Goring, donde Middleton, su familia y buena parte de sus invitados pasaron la noche, para impedir que al salir hoy del establecimiento, a las 11.51, hora española, en compañía de su padre y a bordo de un Rolls Royce cubierto de 1978, se desvele lo que minutos después verán Guillermo y el resto del mundo en la puerta de la abadía de Westminster.

La danza de nombres de diseñadores ha sido incesante y ha sido tal el cuidado de la novia en proteger su secreto que ha ganado cuerpo la idea de que ella misma lo ha diseñado. Los Middleton hicieron más fácil la tarea reservando todas las habitaciones del hotel, próximo al palacio de Buckingham, y donde Catherine, su nombre oficial, pasó la noche en una suite de decoración algo cargada, con una vista espléndida del centro de Londres y con un coste habitual de unos 5.500 euros por noche.

El segundo en la línea de sucesión de la corona de los Windsor pasó la velada en la casa londinense de su padre, Clarence House, con el propio príncipe Carlos, su mujer, Camila y su hermano, Enrique.

Un pasillo de arces

Una vez que la novia haya desvelado su vestido y que se conozca su nuevo título, queda otro enigma. Hasta ahora se han conocido solo detalles de los arreglos florales que Shane Connolly ha desplegado en la abadía de Westminster y que al parecer incluyen un pasillo de arces rematado en dos carpes y un concepto general con el que Kate y el florista preferido de Carlos han querido epatar.

Invitados en el interior de la nave y telespectadores en todo el mundo -se dice que serán más de 2.000 millones- apreciarán ese elemento del decorado.

Tras estas sorpresas matinales, esta boda que ha congregado a sesenta jefes de Estado y familias reales -asistieron en la noche de ayer, incluyendo a la reina Sofía y a los Príncipes de Asturias, a una recepción y cena en el hotel Mandarin de Knightsbridge con la reina Isabel como anfitriona- transcurrirá de un modo que ha sido adelantado por la Casa Real en una serie por entregas que ha mantenido vivo el interés del público en las últimas semanas.

Ayer se divulgó la liturgia del servicio religioso que oficiará el Arzobispo de Canterbury, Rowan Williams. Habrá música de Elgar y Britten, el himno nacional y el Jerusalén, considerado el himno más popular en Inglaterra. El hermano de Kate, James, leerá fragmentos del Evangelio; los padres y hermanos de los contrayentes firmarán el libro de testigos.

Y Kate Middleton se convertirá en miembro de la familia real sin jurar obediencia, al igual que hizo Diana en su matrimonio con Carlos de 1981. Los votos de esponsales, que pueden variar en su forma según el deseo de los contrayentes, reflejan también en este caso un espíritu contemporáneo: chocaría que la novia, además de prometer en su voto que «amará, confortará, honrará y mantendrá» a Guillermo, jurase también obedecerlo.

El programa de la boda se venderá por algo más de dos euros con fines caritativos y se regalará a los 1.900 invitados que acudirán al servicio, entre los que se incluyen familiares y amigos personales, como David y 'Posh' Beckham, el dueño del concesionario de coches Audi que da buenos precios a la familia real o el simpático barman de la taberna preferida de los Middleton en la isla caribeña de Mustique, donde suelen pasar sus vacaciones de sol y playa.

Pero también habrá en la congregación representantes de organizaciones caritativas asociadas a la pareja, los jefes de Estado y de Gobierno que se han desplazado a la capital y una larga lista de dignatarios, que suelen ser invitados en pareja a este tipo de evento pero que esta vez, dado su número, acuden solos, hecho que ha provocado enojos en las casas de embajadores o de los lores lugartenientes que representan simbólicamente a la reina en los condados británicos. Ayer, le fue retirada a la invitación al embajador de Siria en Reino Unido, como signo de repulsa del Gobierno por la represión de manifestaciones de protesta en el país árabe.

Los locos llevan ya unos días acampados frente a la abadía para coger primera fila, la BBC ha desplegado sus 850 empleados para cubrir el evento y 5.000 policías tienen las instrucciones para responder, siempre sin armas, a posibles intentos de protesta. El espectáculo de la monarquía británica va a comenzar.

Suele competir con éxito frente a grandes producciones de la televisión y el cine porque Hollywood no tiene a una reina tan verdadera y tan longeva, a un huérfano de Diana camino de su boda y a un público que sale gratis a la calle, embelesado y contento de que las cosas siempre sean como fueron.