El instrumento del cantante canadiense acaba por los suelos durante un concierto en Dubái
06 may 2013 . Actualizado a las 22:21 h.Una leyenda urbana que corría entre los músicos madrileños en los años de la movida decía que si se pronunciaba el nombre de un cantautor segoviano, que salía mucho junto a su banda en la única televisión que había en el país allá por los años setenta, se llegaban a caer pianos del escenario, a desafiar instrumentos y a quemar equipos de iluminación.
No se trataba de Torrebruno, no, pero era de aquella quinta de artistas que al régimen le gustaba programar para deleite/sopor de la audiencia.
Tal vez no fuera eso lo que le ocurrió al cantante de moda, al ídolo de las niñas, a ese hijo o yerno que a algunas madres, no a todas, les gustaría tener. Justin Bieber se quedó sin piano durante un concierto en Dubái. El cantante canadiense está acostumbrado al azogue de las fans que, como ocurría con los hispanos Pecos, pero en esta caso en cantidades industriales, le acosan allá por donde pone el pie.
Durante su gira, el muchacho recaló en el Golfo Pérsico, un lugar donde las seguidoras no suelen dar mucho la nota, ya que tienen que respetar las normas de recato que la religión islámica les impone. Y en esas estaba durante su segundo concierto consecutivo ante miles de espectadores entregados con todo el climax de excitación, emoción e histeria que el fenómeno fan puede recrear, cuando uno de los asistentes decidió saltar al escenario.
Los «seguratas» dubaitíes debían de estar desprevenidos, dado que con Bieber este salto de la verja es más propio de las chicas que de los varones. Vestido con vaquero y camisa blanca, el espontáneo echó a correr hacia el artista, que en ese momento interpretaba el tema «Believe» (Cree).
Incrédulo se debió de quedar el cantante ante el ímpetu del fan, que tras unos intentos fue eficazmente placado por los miembros del equipo de seguridad. Sin embargo, para entonces ya se había armado la marimorena. Como si de una escena de las aventuras de Gaby, Fofó, Miliki y Fofito, el revuelo, los pataleos y los forcejeos dieron con el hermoso y caro piano de cola que tocaba Justin Bieber en el suelo.
Los espectadores se quedaron atónitos con el espectáculo, y más el cantante. Según los organizadores, tras la intervención de un «un joven fanático, ávido de encontrarse con su ídolo», Justin «pudo luego seguir con el concierto en forma muy profesional». Y volviendo a los Pecos.
A Bieber le ocurre como al dúo español que tan feliz hizo a tantas madres de hoy, cuyas hijas siguen la senda de sus progenitoras pero aclamando al canadiense. Cada concierto, cada aparición en público, se convierte en un concurso de dribling esquivando todo tipo de regalos, en su mayor parte en forma de ropa interior usada para más inri.
Pero parece que nada le hace amilanarse. De hecho, el propio Justin escribió ayer en su cuenta de Twitter: «Dubai. Nada frena el show».