Ya no son lo que eran. Algunos de ellos son famosos pero ya no son populares. Todavía aparecen en los periódicos pero no despiertan el afecto y la fascinación que lograron JFK y sus hermanos
18 nov 2013 . Actualizado a las 17:35 h.Era el 22 de noviembre de 1963, eran las 12.30 de la mañana, era Dallas. Dentro de pocos días se cumplirán cincuenta años de aquello. Cincuenta años desde que John Fitzgerald Kennedy, Jack para sus amigos, JFK para los norteamericanos, murió asesinado mientras era presidente de Estados Unidos.
Antes y después de aquello, JFK no fue solo JFK, era, por encima de todo, un Kennedy. Un miembro de esa saga que en su país es conocida como la «familia real». Una familia que lleva esos cincuenta años esperando otro rey como lo fue Jack. Pero cada vez que ha aparecido un nuevo Kennedy con posibilidades la tragedia que persigue de forma inmisericorde a esta familia se ha encargado de acabar con tal pretensión. Ocurrió con Bobby, el hermano menor de JFK, que fue también asesinado en 1968 y ocurrió con John-John, el hijo varón de JFK, que murió en un accidente de avioneta en 1999.
Desde entonces no han surgido más Kennedy que hayan conseguido acercarse siquiera a la popularidad y al afecto que generó entre sus compatriotas JFK. Y esa falta de un líder familiar claro, sobre todo desde que en el 2009 murió Ted Kennedy, el menor de los hermanos de JFK y que también dedicó su vida entera a la política, ha ido desdibujando a la familia. Son demasiados porque aunque los católicos Kennedy de ahora son menos prolíficos que sus antepasados, siguen teniendo muchos hijos, pero estos cada vez son menos «kennedy».
De lo que no se han podido librar es de las tragedias que como una maldición reaparecen una y otra vez entre ellos. A principios del 2011 Patrick Joseph Kennedy, hijo menor de Ted, renunció a su escaño en el parlamento de Rodhe Island. Esa renuncia marcó la primera vez desde 1947 en la que no había ningún Kennedy en política.
Otras desgracias
A partir de ahí, los Kennedy siguieron apareciendo en los medios de comunicación, pero las causas ya no estuvieron relacionadas con el servicio a su país. En mayo de ese año la mujer de Robert Kennedy Junior se ahorcó en su casa; unas semanas más tarde, Kerry Kennedy que además es la exmujer del gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, tuvo un grave accidente de automóvil y Conor Kennedy, otro de los nietos de Bobby mantuvo un romance con la estrella del pop Taylor Swift cubierto de forma constante por los medios.
También es cierto que no todas las noticias sobre los Kennedy han sido de esa índole. En las elecciones de mitad de término de hace un año volvieron a vivir ciertos momentos de gloria cuando un miembro de la cuarta generación, Joe Kennedy, nieto de Bobby, se hacía con un escaño en la Cámara de Representantes. Joe tomó posesión de su escaño en enero de este año, pero en los meses transcurridos desde entonces no ha mostrado ningún indicio de que posea el carisma que demostraron tanto su abuelo Bobby como, sobre todo, su tío abuelo Jack. Es cierto que es aún joven, solo tiene 32 años, pero a esa edad Jack Kennedy ya llevaba tres años en esa misma cámara y había comenzado a destacar.
Pero Joe no es el único miembro de la familia Kennedy que es famoso. Hay otras dos Kennedy muy conocidas entre los norteamericanos. Una es Caroline, la única hija viva de JFK, la otra es Maria Shriver, sobrina de JFK y exmujer de Arnold Schwarzenegger. Pero también en estos dos casos es poco lo que tienen de aquellas características genuinamente «kennedy».
Caroline, a la que se conoce en Estados Unidos como «la hija de América», no había cumplido los seis años cuando su padre fue asesinado. Durante muchos años mantuvo una vida apartada de los focos públicos que ocupaba su hermano John-John. Pero desde que aquel murió comenzaron a crecer las voces que la señalaban como heredera de la saga. Durante un tiempo ella rechazó ese papel, pero en diciembre del 2008 decidió saltar a la política y mostró su interés por el escaño en el Senado que había dejado vacante Hillary Clinton cuando fue nombrada secretaria de Estado por Obama. La ilusión duró muy poco, justo hasta que los estadounidenses pudieron escuchar a Caroline en una entrevista en televisión. Caroline no era cercana como fueron su padre y sus tíos, no parecía muy inteligente en sus vagas y anodinas respuestas, no era simpática, no era nada «kennedy».
Caroline, la más pija
La imagen que dio aquel día Caroline fue la de una mujer pija del Upper East Side, la zona pija más pija de Nueva York, que no era capaz más que de repetir la misma muletilla «¿sabes?» 144 veces durante la entrevista con ese acento pijo que solo tienen los muy, muy ricos. A partir de entonces estuvo claro que no había futuro político para ella. Lo entendió tan bien que pocos días después anunció que por «motivos personales» había decidido no competir por el escaño de Hillary Clinton.
Por lo que respecta a Maria Shriver, también durante un tiempo se discutió su posible dedicación a la política. Durante los años en los que su exmarido fue gobernador de California fue muy activa públicamente, pero el final de su matrimonio rebajó su popularidad. La humillación pública que sufrió cuando se supo que su marido tenía un hijo de 14 años con una de las empleadas de hogar ha alejado a Maria Shriver de la escena pública.