Su reciente aparición en la prensa rosa opacaron sus logros musicales
15 abr 2014 . Actualizado a las 18:38 h.Antonio Morales, fallecido hoy a los 70 años, contribuyó decisivamente a la oxigenación de la música española en los sesenta como miembro de «Los Brincos» y después del dúo «Juan y Junior», aunque su posterior matrimonio con Rocío Dúrcal y su más reciente implicación en la prensa rosa opacaran sus logros.
Así lo afirman numerosos cronistas musicales, que califican de «brillantísimos y extraordinarios» sus años de intensa actividad musical, que se prolongó apenas una década, desde su integración en 1959 dentro de Los Pekenikes hasta su matrimonio en 1970 con «la reina de las rancheras».
De aquel período, el periodista José María Íñigo destacó hoy a Efe sobre todo su capacidad para «imprimir frescura al pop español, convirtiendo a los Brincos prácticamente en los Beatles españoles».
«Era el modelo al que aspiraban y en cierta forma lo lograron», coincide su colega Diego Manrique, quien recuerda también la malísima relación que existía entre Fernando Arbex, por un lado, y Juan Pardo y Junior, por otro, lo que llevó a que estos dos últimos formaran su propio dúo tras dos años y dos discos con la banda, «Los Brincos» (1965) y «Brincos II» (1966).
De aceptar el símil con los «Fab Four», habría que decir que Junior «tenía la voz dulce de McCartney, pero no su talento compositivo». «Era guapo, pero no era un gran creador», opina Manrique.
«Junior era más una voz. Era un buen acompañante como complemento de Juan», afirma Jesús Ordovás, autor de obras como «Historia de la música pop española», que compara al dúo con Simon & Garfunkel.
Íñigo, que también destaca su faceta como cantante, recuerda con agrado «cualquier canción de su etapa en Los Brincos y de Juan y Junior».
«Imposible olvidarse de Anduriña, una obra maestra», afirma el periodista al darle a escoger entre temas emblemáticos de los sesenta como «Sola», «Mejor» o «Un sorbito de champán».
Morales y Pardo mantuvieron su aventura profesional conjunta hasta 1969 y, un año después, el primero se casó con Rocío Dúrcal, abandonando la primera línea de la música, aunque ocasionalmente hiciera alguna incursión asumiera tareas como productor y representante.
«Sin duda, el éxito grande de Rocío le hizo quedar en un segundo plano, pero desde el principio asumió la función de amo de casa», considera Íñigo, una afirmación que Diego Manrique somete a debate: «¿Lo hizo por sacrificio, porque era un vago o alguien que prefería tomarse la vida con calma?».
Ordovás, que había conocido a Morales unos años antes, considera que hubo una mezcla de todas esas cosas. «Al principio de su etapa en Juan y Junior, lo disfrutaba mucho, pero luego se cansó de las actuaciones y de estar constantemente de gira, prefería un vida más hogareña», explica.
A este respecto, Íñigo, que fuera responsable de programas como «Directísimo» o «Estudio Abierto», recuerda que Junior «siempre tuvo mucho miedo escénico y que no era especialmente feliz cuando tenía que enfrentarse al público».
Para Manrique, «su historia es la de una frustración, alguien que estuvo en los mejores discos del pop español de los sesenta, que va perdiendo el interés e inicia en los setenta su declive».
«El resto de su obra fue para morirse de vergüenza», insiste el exdirector de Radio3, aludiendo sobre todo al turbio colofón de su vida, llenando páginas de la prensa rosa tras la muerte de Rocío Dúrcal en 2006, a vueltas con sus hijos por la herencia.