La deportista coruñesa cree que los regatistas españoles podrán traerse un par de medallas de los Juegos Olímpicos de Río
14 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Recién llegada de unas exóticas vacaciones, Sofía Toro (A Coruña, 1990) me cita en una terraza en el Club Náutico de A Coruña con vistas privilegiadas a los veleros que forman la Tall Ship Races. No se me ocurre un ambiente más propicio para hablar con esta joven regatista. Ella se encarga de incrementar el nivel marinero: «He venido en bote».
-Está siguiendo los Juegos Olímpicos, ¿no?
-Sí, claro, aunque la competición de vela no la emiten por la tele. Solo puedes ver por Internet por donde van los barcos. Donde estuve de vacaciones tampoco podía ver Teledeporte. Así que me estoy poniendo al día.
-La vela siempre produce. ¿Tendremos medallas este año también?
-Siempre hay esperanzas, sí. Yo creo que aún tenemos opciones. Diría que un par de medallas nos podemos traer.
-Estará asistiendo a todo esto con una cierta envidia.
-Pues sí. No lo puedo negar. Me tuve que cambiar de categoría para este ciclo olímpico. Intenté clasificarme, pero no lo conseguí.
-Pero tiene una medalla de oro que nadie le puede ya quitar. ¿Dónde la guarda?
-En mi habitación. Pero no la tengo a la vista. Está guardada, aunque la verdad es que la saco con frecuencia para enseñarla por ahí.
-Me choca que no la tenga a la vista.
-Digamos que escuché alguna historia sobre gente a la que le robaron en casa para llevarse la medalla. Por si acaso, la tengo guardada. El día que tenga mi propia casa le buscaré un lugar mejor.
-Este año, pregonera en las fiestas de Maria Pita. ¿Qué tal la experiencia?
-Muy buena. No me esperaba tanta gente ni tan metida en el discurso. Me fui de allí con un subidón enorme.
-Eso de navegar... ¿no es un poco pijo?
-En absoluto. Es verdad que hay gente con dinero que se compra un yate. Pero nosotros tenemos que cargar con nuestros propios barcos, desmontarlos y trasladarlos en coche por media Europa, arreglamos los golpes con masilla, ajustamos los tornillos. La gente desconoce todo el trabajo que hay detrás y que a otros deportistas de élite se lo dan hecho. Nosotros muchas veces pasamos más tiempo arreglando el barco que navegando.
-¿Esa mística del mar, de la que hablan los navegantes... usted la vive?
-Casi siempre que navego es para competir. Muchos amigos me piden que les saque a navegar, pero no tengo un barco para hacer eso. Me encantaría poder hacerlo, pero me falta el barco.
-¿Ahora es usted profesional de la navegación?
-Hasta ahora estuve con becas, pero ya se me han acabado. Ahora necesito patrocinadores para seguir. Estudio Inef y estoy haciendo un máster de dirección y gestión deportiva. Pero sí, espero dedicarme profesionalmente al deporte.
-Cuando desembarca, ¿qué le gusta hacer?
-Sobre todo venir a A Coruña y juntarme con mis amigas; salir con ellas. También me gusta practicar otros deportes: nadar, correr...
-¿Y leer?
-También. La verdad es que a veces paso mucho tiempo sin leer, pero luego cojo los libros con pasión.
-Recomiéndeme uno, que me voy de vacaciones.
-Acabo de leer Inferno, de Dan Brown. No está tan bien como los otros, pero está bien.
-¿A quién le gustaría enseñar a navegar?
-Hummm. A Rafa Nadal, aunque seguramente ya sabrá.
-¿Quién es el chico más atractivo que conoce?
-Mi novio. Ja, ja, ja.
-Esta era fácil, ¿eh? ¿Qué es lo que se le da mal?
-¡Uy! Muchas cosas. No soy nada manitas. Dibujar, por ejemplo. Las cosas muy delicadas en el barco se las dejo a mi tripulación.
-Cuénteme alguna locura. alguna vez que perdiera los papeles.
-Los pierdo muchas veces. Tengo muy mal genio. Pero ahora no se me ocurre ninguna locura que contar.
-Deme una canción para mi disco.
-¡Qué difícil! ¡Hay tantas! Voy a decir Don’t look back in anger, de Oasis.
-¿Qué es lo más importante en la vida?
-La familia y la gente que te rodea. Pueden pasar muchas cosas, pero si estás bien en ese aspecto, todo es mucho mejor.