Distinto cocinero, aunque idéntico caldo

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

El primer once de Abel Resino no se diferenció de los de Herrera

25 feb 2013 . Actualizado a las 23:34 h.

Abel Resino ha aterrizado en el Celta con tres puntos debajo del brazo. Ha sido el comienzo idóneo de un entrenador que debutaba con la obligación -impuesta por la clasificación- de ganar o ganar a un Granada crecido. Había expectación por ver qué equipo y qué filosofía se sacaba de la manga el entrenador toledano, aunque al cabo de los 90 minutos la impresión que quedaba era que el gran cambio experimentado había sido uno: la suerte.

El once

Los mismos ingredientes. No hubo ases en la manga. El primer once de Abel Resino en el Celta siguió la línea marcada por Paco Herrera. Los centrales disponibles en el medio de la zaga -Cabral y Demidov-, Borja Oubiña y Álex López en el doble pivote y Augusto y Krohn-Dehli por bandas. El esquema tampoco era novedoso, con un 4-2-3-1 que ubicaba a Fabián Orellana como enganche y fijaba más a Krohn-Dehli a la línea de cal. Iago Aspas sigue ejerciendo como referencia ofensiva.

Las pistas

Avanzar metros, presionar y vascular. Nada de rezagarse. Al contrario. Esa parecía ser la indicación de Abel, que avanzó metros a la línea defensiva, que comenzó el partido presionando muy arriba y maniatando a un Granada que con el paso de los minutos se fue soltando. La otra clara indicación del nuevo técnico celeste pasaba por vascular el campo. Como una colmena, el equipo se movía a la una por todo el césped. Cierto es que por momentos el ideario de Resino se tradujo en un Celta mucho más intenso, vivo e incluso vertical, con todos los balones sacados desde la portería en vez del juego de toque y más horizontal a través del que Herrera buscaba la victoria. Las claves del Celta de Abel parecían claras y el equipo las expuso en el arranque del partido, pero con el paso de los minutos, y sobre todo en la segunda parte, el ideario se fue diluyendo para mostrar al Celta de su predecesor. El mismo ideario, las mismas virtudes y los mismos errores.

Defensa

Lagunas a corregir. El Celta se gustó en el arranque. Se vio cómodo y parecía como si hubiese ganado en intensidad y frescura. Pero el Granada fue comiendo terreno al conjunto vigués amenazando sobre todo por banda. Los nazaríes intentaban progresar una y otra vez por los carriles de Jonny y Roberto Lago, y fue precisamente por la izquierda por dónde prosperó el centro que supuso el empate visitante. Jonny también sufrió lo suyo. En la retaguardia Abel Resino ha heredado a un Cabral sin confianza y a un Demidov que en menos de dos meses ha asumido el mando de una zaga que ha perdido muchos enteros respecto a antes de Navidad. El central noruego tuvo que retirarse ayer por molestias dando entonces entrada a un Jonathan Vila que no desentonó.

El balón parado

Los mismos problemas. Entre los agujeros que Abel Resino tiene que taponar en el Celta se encuentra el balón parado. La eficacia de los celestes es nula y todavía no han inaugurado su casillero de goles en acciones de estrategia. Ayer el guion que siguió el equipo fue el de siempre. Aquí tampoco hubo cambios y los celestes no sacaron rentabilidad.

La actitud

Una cuestión de intensidad. Al final del partido, con los tres puntos en el bolsillo, Iago Aspas reflexionaba sobre el factor confianza reconociendo que en la segunda mitad la celeste había hecho aguas. Durante el primer tiempo se había visto a un Celta más intenso y enchufado y que confiaba en sí mismo. El gol lo apagó momentáneamente y en la segunda parte resurgió tras los roces con los jugadores del Granada. Fue cuando el Celta, tirando de casta, subió una marcha más. Recuperó una parte de la confianza perdida, pero todavía necesita más.