Los mediocentros asumieron el papel de delanteros para obrar el empate
01 abr 2013 . Actualizado a las 03:57 h.El de ayer era el primero de los cuatro capítulos que el Celta grabará sin su protagonista principal. Con Iago Aspas vestido de calle, era el momento para que los secundarios asumiesen minutos y chupasen cámara. Una oportunidad perfecta para los actores de reparto que habitualmente rotan alrededor del de Moaña y que los atacantes no explotaron. El Celta fue capaz de amargar la tarde a un rival cargado de estrellas del celuloide, pero en los títulos de crédito celestes los primeros en aparecer fueron Insa y Borja Oubiña, que se destaparon como «killers».
El punto que el Celta cosechó se gestó con un equipo que mantuvo la línea defensiva avanzada, pero que ayer, quizás por la pasividad de un rival a medio gas, o quizás por asumir mejor la idea, sufrió menos que en otras ocasiones. Cierto que Tello se pegó un festín por el carril de Jonny y que Demidov parecía sacado de la sala de los espejos al achicar balones en todos los rincones, pero la habitual profundidad del Barça pasó de puntillas por Balaídos.
La abrumadora velocidad que Abel imprimió a sus chicos en sus primeros compromisos se convirtió ayer en una película a cámara lenta. Quizás fuese premeditado. Con el motor a toda máquina, el Barcelona puede ser una catarata incontrolable, pero con el partido dormido, y fiando las opciones a alguna contra y algún arreón, los rivales tienen alguna posibilidad. Eso fue lo que aprovechó ayer el Celta, al que esta vez la fortuna sonrió en los últimos minutos. Cuando los culés se vieron incapaces de apurar la máquina. Ya era demasiado tarde.
Ese Celta más sobrio que aventurero que Abel expuso, y en el que por momentos se retomaba el trivote con Insa, Oubiña y Pranjic, ya no es el que respira a través del balón. Ahora es el que apela al pragmatismo y a la sonrisa de la fortuna. Una fortuna que se volvió a negar a los jugadores de perfil más ofensivo. Park, el hombre en el que están depositadas las esperanzas celestes, apenas salió en plano, y Bermejo, que recuperó su posición natural, no tuvo quién le sirviese balones a pesar de que Orellana, como mediapunta, mostró su mejor cara desde su regreso a casa. El Celta sigue con su casting interno de goleadores.
El consuelo, en forma de punto ante el Barcelona, durará siete días. Los que quedan para verse las caras con el Rayo. Será el segundo capítulo de la vida sin Aspas.
análisis un punto con sabor a victoria