El Celta renuncia a su estilo en balde

Xosé Ramón Castro
X. R. Castro VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

XOAN CARLOS GIL

Abel sacrificó la consistencia defensiva y el juego combinativo sin paliar el déficit goleador

09 abr 2013 . Actualizado a las 18:56 h.

Cuando Abel Resino llegó al Celta una de las primeras dudas que planearon en el ambiente era la continuidad de un estilo de juego asentado en el club. En su presentación el técnico descartó cualquier apuesta rupturista pero 50 días han bastado para encontrar un Celta casi irreconocible. En teoría el giro hacia la presión y el juego directo eran para hacer más daño arriba, aumentar la agresividad y la intensidad, pero el equipo sigue sin marcar y por contra recibe el doble de goles. Además, del juego combinativo ha pasado al fútbol aéreo con Varas como principal pasador.

Apuesta

De combinar al juego directo

El ADN del Celta incluía el juego combinativo y la posesión como premisas fundamentales. Como la apuesta pecaba de horizontalidad, Abel decidió buscar la verticalidad con un juego más directo, pero en este camino los vigueses han cambiado las salidas de balón de los mediocentros por el pelotazo de Varas hacia Bermejo o Park. El portero sacó el esférico en 18 ocasiones ante el Rayo. Tan solo Orellana dio más teóricos pases (20). «El cambio ha sido grande», reconoce Jonathan Vila.

Defensa

Expuestos a los desajustes

Con lagunas, especialmente por el centro, el Celta era un equipo sólido en defensa. Herrera lo dejó entre los cinco menos goleados, pero en seis semanas la estadística se ha disparado hasta el punto de encajar 14 goles con Abel Resino, transmitiendo fragilidad en las bandas con los cambios de orientación y por el centro con los balones filtrados. Aún así, Vila niega que la defensa esté vendida: «No está vendida, simplemente es una idea que tiene el entrenador». No obstante, en estos seis encuentros, el equipo concede una media de 6,2 oportunidades por encuentro. El Dépor y el Sevilla acabaron jugada en 13 ocasiones, el Madrid en doce. Solo un Barça funcionarial se conformó con cinco. No han dejado la portería a cero nunca con Abel.

Centro del campo

Intermitencia en la presión

Apunta el manual de la presión que debe ser conjunta y perenne. Los célticos no cumplen ninguna de las dos premisas. No todo el mundo hace un trabajo que ya comienza en la delantera y nadie parece capaz de mantener la concentración durante 90 minutos. Jonathan Vila reconoce que le falta un punto de inteligencia para saber manejar esas situaciones: «La idea es apretar en conjunto, pero tenemos que ser más inteligentes en el campo, si no hay una buena presión igual tenemos que dar dos pasos atrás».

Ataque

Exponer para marcar siete goles en 6 partidos

La idea de adelantar la línea de presión hasta el centro del campo tenía como premisa subsanar la carencia de gol del equipo, sin embargo el Celta ha marcado siete goles con Abel, a 1,1 con uno por partido, en la misma media que tenía Paco Herrera. Incluso las llegadas han ido menguando con el nuevo inquilino en el banquillo. Debutó tirando cuatro veces entre los tres palos ante el Granada y se quedó en la mitad ante el Rayo Vallecano, al que no marcaron. El mito de robar más arriba para llegar más no se cumple.

Perfil

Un plantel ajeno a la cultura de la presión

«Es imposible que un jugador no esté capacitado para presionar arriba y robar balones», asegura Vila, pero la realidad indica lo contrario. El perfil de la plantilla del Celta está lejos de la intensidad y la agresividad. No lo han hecho en los últimos años y parece difícil que puedan asimilarlo a la carrera, sin tiempo para prepararlo. Aunque no lo digan en público, en el vestuario muy pocos creen en esta apuesta.

Estrategia

Porfiar sin ningún rédito

Abel Resino quería arreglar el problema de la estrategia para sumar goles. Ha empleado tiempo en los entrenamiento y ha apostado por dos jugadas concretas en saque de córner, pero el Celta sigue siendo el único equipo de Primera División que sigue sin marcar a balón parado.