
Dado por muerto y resucitado en dos ocasiones, busca una carambola que lo deje en Primera
01 jun 2013 . Actualizado a las 21:19 h.Dos veces muerto y otras tantas resucitado, el Celta pretende levantar la losa de su nicho para culminar la faena de la permanencia. Necesita ganar y esperar el triunfo o el empate de la Real Sociedad en Riazor para obrar el milagro. Para cumplir su parte del plan contará con un santuario lleno de fieles y con el mejor once posible.
Los vigueses regresaron de Mallorca y Heliópolis con cara de funeral y enterrados por el mundo del fútbol. Pero lejos de abdicar, el plantel se encarnó en cofradía para encomendarse al único punto de luz que le otorgaban los números. Del golpe bermellón se levantó con un triunfo postrero ante el Zaragoza y de la puñalada sevillana, con anuencia arbitral, con una victoria incontestable en Valladolid.
Ahora ha llegado el momento de confirmarse como el Ave Fénix del curso o morir en la orilla. La historia reciente indica que en las cuatro últimas temporadas el antepenúltimo clasificado ha sido capaz de salir del descenso en la última jornada para salvarse, aunque los célticos hace 40 años que no experimentan semejante sensación.
Para superar a un Espanyol que nada se juega, más que el manido orgullo deportivo ¿y alguna prima?, Abel Resino contará con todo su equipo tipo con la novedad de Rubén Blanco, que a sus 17 años se enfundará los guantes para debutar en Balaídos. También se presenta una duda en defensa, en donde Jonny y Vila tienen el alta pero ninguno parece tener asegurado el regreso. El lateral pugna con Bellvís por el flanco derecho y el porriñés parece haber cedido la delantera a un Cabral que saludó su regreso a la titularidad con gol y buen trabajo.
Después de verse bajo tierra, una de las grandes incógnitas para la resolución final, es comprobar cómo responde la congregación celeste a la presión, una mochila que se habían quitado una vez rebasado el precipicio. Por eso Abel ha preparado al equipo para un partido largo en donde debe quedar claro desde el pitido inicial quién realmente se juega la vida. Una temporada a 90 minutos. El cielo o el infierno.