Roberto Lago se despide del Celta con la cabeza alta

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Se marcha al Getafe reconociéndose celtista, tras 18 años en el club vigués

03 jun 2013 . Actualizado a las 11:23 h.

«Soy del Celta y seguiré siendo del Celta». Así se despidió el sábado Roberto Lago (Vigo, 1985) de la que ha sido su casa durante los últimos 18 años. El defensa de O Calvario emprende el vuelo tras toda una vida defendiendo el escudo celeste. Tras ver cómo su fútbol crecía al ritmo que marcaban los ascensos de categoría, y tras vivir con el Celta las grandes decepciones y las grandes gestas.

Porque Roberto Lago se ganó a pulso un hueco en el primer equipo. Con 21 años, a finales de 2006, recibía la primera citación con el primer equipo, aunque su debut como titular no llegaría hasta el año siguiente, cuando se enfrentó al Córdoba en Segunda División en el que sería el primero de los 33 partidos que disputó esa temporada. Ahí comenzaba a forjarse una historia de trabajo que escribió un punto y a parte el sábado en Balaídos con 93 minutos de entrega frente al Espanyol.

Tras convertirse en pieza clave en el ascenso del Celta, Lago tuvo que enfrentarse esta temporada, junto al resto de sus compañeros, al vértigo de la Primera División. Responsabilizarse de la banda izquierda del Celta no era tarea sencilla, pero lo hizo con solvencia, llamando la atención de otros Primeras.

Lago estaba en el escaparate, y sin firmar la renovación, y eso alimentó desde bien pronto las especulaciones sobre su marcha. El propio futbolista reconocía que sus últimos meses como jugador celeste no habían sido fáciles. Las dudas se cernieron sobre su rendimiento, y sobre su implicación en el equipo. Fueron momentos duros, reconocía. Para él, y para los suyos.

La sonrisa del adiós

Sin embargo, la sonrisa que lucía el sábado tras el partido frente al Espanyol ya hacía olvidar lo sufrido. Era una de esas sonrisas que esconden la satisfacción del deber cumplido, quizás incluso con una parte de descarga de responsabilidad, y la morriña. Porque dentro de unas semanas, cuando el balón ruede en pretemporada, Roberto no estará en A Madroa ni vestirá la camiseta celeste que le ha acompañado durante los últimos 18 años. Volará solo, y lejos de casa. Pasará a dejarse la piel por el Getafe, pero sin olvidar que su corazón es celtista.

el personaje el adiós del lateral zurdo