El gas lacrimógeno provocó que 15 hinchas necesitasen atención médica
GRADA DE RÍO
Los célticos muestran su preocupación por los hechos de Villarreal, pero pasan página
17 feb 2014 . Actualizado a las 17:19 h.Una condena unánime pesa sobre los acontecimientos que el sábado por la noche ensombrecieron el Villarreal-Celta. El lanzamiento de un bote de gas lacrimógeno con el que un desaprensivo obligó a suspender momentáneamente el partido y a desalojar a todo el estadio de El Madrigal hizo correr ríos de tinta, puso de nuevo la lupa sobre la seguridad de los campos de fútbol, y de paso, restó protagonismo a los 93 minutos de fútbol que los de Marcelino García Toral y Luis Enrique propusieron.
El lanzamiento del bote de gas, cuando transcurría el minuto 87 de juego, no acarreó consecuencias graves ni en jugadores ni espectadores, si bien una quincena de personas necesitó ser atendida a causa de los gases inhalados y los golpes que se produjeron durante el desalojo del estadio. A pesar de que la evacuación de El Madrigal resultó ejemplar, y en unos ocho minutos la grada quedó completamente vacía (se rozaban los 14.200 espectadores), se registraron algunos tropezones y caídas y algún ataque de ansiedad. En todo caso, solo cuatro espectadores necesitaron ser trasladados a centros ambulatorios de la ciudad, y ninguno afectado de gravedad. Desde el propio Villarreal se destacó el hecho de que fueron los propios espectadores, viendo lo que sucedía, los que comenzaron a abandonar el campo antes de que se les instase desde megafonía.
Los efectos del gas
Más allá de lo que sucedía en la grada, sobre el césped los futbolistas, los cuerpos técnicos y el árbitro del encuentro, Fernández Borbalán, vivían de lleno los efectos del gas lacrimógeno. «Comenzamos a sentir un fuerte picor en los ojos a la vez que teníamos problemas respiratorios, creciendo de manera significativa estas sensaciones a medida que transcurrían los segundos», relataba el colegiado en el acta del encuentro.
El médico del Celta, Juan José García Cota, se encontraba precisamente a pie de campo, donde pudo comprobar cómo afectaba el gas. «En principio era un producto irritante para mucosas, afectó sobre todo a los ojos y a la garganta, pero no fue nada grave», señalaba ayer a la llegada del equipo a Peinador. «El que tuvo un poquito más de importancia fue Yoel, que estaba más cerca y necesitó un tratamiento con gotas y eso, pero nada más, en poco tiempo estaban todos bien. No afectó a nivel respiratorio porque solo afectaría si estuvieras muy cerca», añadió el médico.
Reacciones en el fútbol
«Enseguida nos encontramos con los ojos muy mal y nos metimos para dentro. Al principio pensábamos que era una bengala o algo así, hasta que nos dimos cuenta de que no se podía estar allí».
Así relataba ayer Íñigo López lo sucedido sobre El Madrigal. «Podía haber algún susto, pero al final se quedó en nada y esperemos que no vuelva a pasar», comentaba el central del Celta, que se sumaba a la indignación generalizada por lo sucedido, aunque de forma más contenida que el técnico del Villarreal, que nada más acabar el encuentro aseguraba que «la experiencia ha sido una mierda, hablando en plata. Hay actitudes de los seres humanos que no se entienden y esta ha sido una de ellas».
Investigación abierta
Miembros del cuerpo Nacional de Policía de Villarreal y Castellón están siendo los encargados de realizar la investigación y buscar al culpable del lanzamiento del bote de gas, que ayer, al cierre de esta edición, continuaba sin ser identificado. Durante las últimas horas se multiplicaron las teorías, aunque todo apunta a que el responsable del incidente se encontraba desde el principio en el estadio y que se desplazó hasta la zona superior del fondo sur para lanzar el artefacto. Se especula con que habría lanzado el bote desde uno de los vomitorios de salida, y con la mano. Para su huida podría haber recurrido a la puerta diez, por donde habría salido entre otros aficionados. La revisión de las cámaras de seguridad será clave para que se pueda encontrar al autor de los hechos.