Festival de fútbol en Balaídos

míriam vázquez fraga VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

XOAN CARLOS GIL

El Celta, muy superior al Valladolid, solo se relajó con el choque sentenciado

29 abr 2014 . Actualizado a las 17:14 h.

Entre la necesidad de sumar para acercarse a la salvación y la de hacerlo para confirmar de forma casi definitiva el mismo objetivo, el Celta ganó la partida de principio a fin. Tras unos primeros compases en los que el Valladolid pareció ser plenamente consciente de lo que se jugaba, el Celta se hizo dueño y señor del partido. Tanto, que tuvo tiempo de desperdiciar varias ocasiones de gol en el primer tiempo y dar sensación de falta de pegada para luego, pese a ello, llegar al descanso con dos goles de ventaja. La sentencia por partida doble tras la reanudación hizo que el segundo tiempo no tuviera ya historia.

Once

Continuidad con una excepción

Luis Enrique sorprendió con la presencia de Madinda en un once que, salvo por su entrada en lugar de Álex López -que quedó fuera de la convocatoria-, era idéntico al que se impuso la pasada jornada a domicilio al Almería. La otra novedad no fue de inicio, pero la impuso a los veinte minutos de partido la lesión de Hugo Mallo. Aurtenetxe entró por el canterano, que trató de aguantar sobre el campo tras recibir un golpe en la clavícula, pero que acabó por pedir la sustitución. Su salida propició el regreso de Jonny a la derecha con el vasco situado en banda izquierda donde, como en su última participación, tampoco estuvo afortunado.

Factor desequilibrante

Un Orellana mayúsculo

Fabián Orellana recuperó su mejor versión para el partido de ayer, convirtiéndose en el perejil de todas las salsas. Dio dos las asistencias de gol e incluso se permitió el lujo de sacar una falta peligrosa que se fue fuera por muy poco y que a punto estuvo de sorprender a Jaime. Su velocidad, desmarques y pases marcaron las diferencias, sobre todo en el primer acto. El chileno brilló, hizo lo que quiso con el Valladolid y se convirtió en el jugador más decisivo del equipo.

Facilidades

Espacios aprovechados

El Valladolid, aunque dio de inicio la impresión de salir a por el partido, se diluyó con el paso de los minutos. Sin embargo, fue tras su única ocasión clara en toda la primera parte -salvada por Yoel - cuando, acto seguido y en una contra, llegó el tanto que permitió al Celta abrir la lata. El equipo de Luis Enrique supo aprovechar a la perfección los espacios que los pucelanos les dejaban por el centro del campo, un verdadero pasillo por donde el Celta ganó la partida en todo momento. Todo pese a la escasa participación que tuvo ayer Rafinha y la falta de confianza de un Madinda que retrasaba en repetidas ocasiones en vez de avanzar metros, pero que se fue creciendo con el paso de los minutos a medida que el Celta veía el partido resuelto y que puso su grano de arena de forma activa en los dos últimos goles de su equipo.

Pegada

Cuatro que pudieron ser más

El Celta dispuso de hasta tres ocasiones de gol cantadas antes de hacer su primera diana y, casi acto seguido, la segunda. Se reencontró Nolito con el palo y Charles siguió su ejemplo, para luego quitarse ambos la espina con apenas un minuto de diferencia. El equipo vigués la siguió y la acabó consiguiendo. Ya tras el paso por vestuarios, un nuevo tanto de Nolito y un gol en propia meta que era la guinda a una defensa vallisoletana que no tuvo su día, dejaron el partido visto para sentencia. Incluso Mario Bermejo, que salió por Charles mediado el segundo tiempo, tuvo una ocasión clara de gol.

Tiempos

Segunda mitad para disfrutar

La segunda mitad no tuvo historia. Cuando parecía que el Valladolid quería partir de cero e ir a por el choque con la entrada de Manucho, el Celta volvió a conseguir dos tantos consecutivos que dejaban sin opciones a un rival desolado. Los de JIM tuvieron tiempo de marcar el gol del honor, aprovechando que los célticos bajaron una marcha y se dedicaron a disfrutar. Como lo hacía una grada que celebraba con sus temas clásicos un fin de curso sin sufrimiento y, sobre todo, un año más en Primera.