Aspas y Hernández pusieron luz en un partido abierto en el que los celestes sufrieron en defensa
01 nov 2015 . Actualizado a las 17:27 h.El espectáculo de Anoeta fue de lo más entretenido para los espectadores, pero una tortura para los banquillos. Y es que la anarquía que dominó el encuentro, sobre todo en la segunda mitad, convirtió el duelo en una locura presidida por la incertidumbre. Eso sí, en ese desconcierto, fueron los celestes los que pusieron más ganas, más presencia ofensiva y más intención en todos los aspectos, y esa apuesta decidida fue la que, a la postre, obtuvo el premio con el gol de Hernández en el ocaso del encuentro.
Eso sí, la victoria sobre la Real Sociedad tampoco ocultó los desajustes que afectaron al equipo a nivel defensivo. La zaga sufrió de lo lindo en el primer tiempo, y el Celta echó en falta el equilibrio en el centro del campo que le aporta Augusto Fernández.
El once
Solo los cambios necesarios. Aunque Eduardo Berizzo considera que lo ideal es premiar con una titularidad a todos sus jugadores y considera que Guidetti se merece entrar en un once, ante la Real Sociedad prefirió no echar mano de inventos y realizó solo los cambios obligatorios. Radoja sustituyó a Augusto en el centro del campo y Fontás cubrió la ausencia del sancionado Cabral en la defensa.
La zaga
Faltó contundencia. El Celta acusó las bajas de sus dos sancionados todavía más de lo que era previsible. De Augusto se echó en falta su jerarquía en el centro del campo y su garra, y de Cabral su contundencia y su capacidad para dirigir la defensa. Sin los dos futbolistas, el entramado defensivo del equipo se resquebrajó, y el coste fueron dos goles. Bien es cierto que, los de David Moyes presumieron en el arranque de una efectividad envidiable. Los dos tantos de Agirretxe llegaron por la misma banda. Primero Zurutuza y luego Yuri centraron desde el costado defendido por Mallo, y Agirretxe remató a placer ganando la partida a un Andreu Fontás falto de minutos.
La medular
Añorando el equilibrio. El músculo y la presencia que Augusto Fernández en el centro del campo celeste es clave para dar equilibrio a un equipo que se tira al ataque sin temor al vacío cada vez que tiene ocasión. Radoja, el hombre encargado de sustituirle, tiene un perfil defensivo, pero no tan completo como el del internacional albiceleste. Además, esta temporada no ha tenido demasiados minutos, y al final, todo ello juega en contra. Para ayudar a parchear la ausencia de Augusto, a Daniel Wass le tocó multiplicarse. Se dejó la piel intentando cortar el avance de la Real e intentando recuperar balones, pero a la vez dio salida al balón y se convirtió en el sustituto de Orellana en el extremo cuando la ocasión lo permitía. El danés se sintió más valioso, con más galones, y eso se reflejó en su actuación. Claro que tener a Wass multiplicando sus tareas le privó de echar una mano a la hora de defender en la banda derecha, la zona por la que llegaron los goles realistas en el primer acto.
El desconcierto
Sin pizarras. De las diez jornadas que han transcurrido de Liga, posiblemente el partido de ayer haya sido el más anárquico del Celta en lo que a la pizarra se refiere. Los dos equipos acabaron estirados, desencorsetados y expuestos, y en ese juego abierto y peligroso salió vencedor el Celta. La sobriedad táctica que preside habitualmente al equipo de Berizzo -sin que eso le prive de la libertad para crear y hacer magia- se ausentó de Anoeta y desembocó en un partido loco, abierto a cualquier genialidad, pero en la que los celestes pusieron más de su parte. Porque si a algo no renunció el equipo del Toto fue a su voracidad ofensiva, a su intensidad y a su lucha de principio a fin. El gol del Tucu premió su valentía a la hora de buscar la victoria cuando muchos ya se darían por contentos con el empate.
El ataque
La noche de Aspas. Iago Aspas necesitaba goles y los encontró sacando los colores en el centro de la zaga rival. El golazo del Tucu fue la guinda a un partido en el que a los célticos les costó más generar el caudal de ocasiones francas de otros encuentros, pero en el que demostraron que solo ven el fútbol de cara a la portería contraria. Sin la clarividencia de otros días, los vigueses dispararon hasta ocho ocasiones a portería.
El gafe
Adiós a la racha histórica. Con el triunfo sobre los de Moyes los celestes, que siguen en zona Champions, derribaron de paso un par de muros. El primero, el de los dieciséis años sin ganar a la Real en su casa, y el segundo, el reto de remontar pendiente desde el partido frente al Espanyol de la campaña pasada.