Del Anxo Carro a la Europa League

Lorena García Calvo
lorena g.c. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

ERIC VIDAL

Lemos se reivindicó en su primer duelo oficial con el Celta en el torneo continental

17 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Pasó de subir la banda del Anxo Carro a vestir una camiseta con el símbolo de la Europa League pegado en la manga. Y todo, en solo unos meses y sin ensayos previos en forma de Liga. Porque Álvaro Lemos no entiende de medias tintas. Cuando cubría papeletas en el Fabril para ganarse un puesto en el Deportivo, sufrió una grave lesión que echó el freno a su carrera. Y en el Lugo, cuando las puertas como extremo parecían cerrársele al compostelano, se le abrieron de par en par como lateral. Y de ahí, a la Europa League con el Celta sin previo paso por Primera.

En Lieja Lemos vivió su puesta de largo como jugador celeste. Eduardo Berizzo no le había dado oportunidades en las tres primeras jornadas de Liga, pero apostó por el santiagués para el regreso a Europa. Le confió el costado derecho un una defensa de cinco, y el futbolista no desaprovechó la oportunidad. Más bien al contrario. Sus años como extremo le permitieron ser el carrilero que quería Berizzo y fueron notables sus apariciones en el ataque. Tanto, que por momentos robaba el protagonismo a Pione Sisto en las inmediaciones de la línea de fondo.

En una noche en la que el Celta no fue capaz de defender su identidad, la actuación de Lemos fue de las mejores noticias de la tarde. Más en ataque que en defensa, pero se le vio con ganas, dispuesto y con toques de calidad. Dejó algún gesto técnico de sobresaliente en cuanto a control orientado del balón, pero a la hora de encarar portería el reto se le hacía grande. Es lo que tiene plantarse en la competición continental con 23 años y sin bagaje previo en Primera.

Un tiro, 17 pases correctos, 55 entradas, fueron algunos de los números del defensor, que ya ha visto cumplido su sueño europeo. Aunque Lemos aportó más de lo que restó, en su expediente en Lieja también hay algún debe, como la falta de entendimiento que tuvo con Pione Sisto. Por momentos ambos ocupaban el mismo espacio y no encontraban ni el momento ni la forma para doblarse y desconcertar al Standard. Gajes de la juventud y de intentar adaptarse a la carrera a un equipo con una filosofía marcada. Pero el tiempo juega a su favor.