Los vigueses recuperaron su identidad pero su pelea con el gol se agudiza
19 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.A la cuarta tampoco fue la vencida, pero al menos el Celta se reconcilió con su esencia. La que le define como un equipo batallador, intenso, de ideas claras, alma de protagonista y con buen gusto para el fútbol. En El Sadar la tropa de Eduardo Berizzo fue capaz de mostrar todo el ramillete salvo el gol. Puso el fútbol, acumuló las ocasiones, pero el balón se negó a entrar. Un mal preocupante pero que al menos se mitiga con el consuelo del juego.
el once
A por todas desde el inicio
El Celta tenía tanto apetito de victoria que Berizzo diseñó un once plenamente ofensivo en el que no tuvo lugar un pivote defensivo nato. Sentó a Radoja, que estaba rindiendo a buen nivel, y montó un centro del campo con Pablo Hernández y Daniel Wass, dos jugadores más habituados a construir que a destruir o contemporizar, pero que no tuvieron grandes problemas para hacerse con el control del centro del campo, una zona por la que también se movía un Señé cada vez más aficionado a jugar minutos en Liga. En ataque la propuesta era cosa de tres: Guidetti regresó como punta, Bongonda se asentó en la izquierdo y Iago Aspas cayó al costado derecho por primera vez en la temporada, de manera que la dupla Suecia-Moaña se vio desde el inicio.
la alerta
De menos a más
El Osasuna intentó aprovecharse de los errores celestes, aunque sin éxito. El Celta tuvo el control del partido prácticamente los 90 minutos pero hubo tramos en los que los osasunistas amenazaron al contragolpe con jugadas iniciadas gracias a los errores no forzados cometidos por los visitantes. Si algo está penalizando a los célticos en este primer tramo de la competición son los balones perdidos en acciones que a priori no conllevan peligro. Ayer no les costó puntos, pero fue otro aviso para navegantes.
la clave
Vuelta a la identidad
Berizzo avisó que este Celta no tiene por qué ser el de la temporada pasada. Sin embargo, la actitud, la intensidad, el sentido de la anticipación con los consiguientes robos de balón y la visión del juego que presentaron los célticos en El Sadar sí recordaban al de hace unos meses. Los vigueses fueron un equipo reconocible y con un apetito voraz que, sin embargo, no se vio recompensado. Ese fue el gran problema del Celta.
el gol
Una carencia preocupante
Si de algo está pecando el Celta es de falta de gol. Y lo hace justo cuando más futbolistas ofensivos tiene y amontona en el campo. Ayer, Berizzo desplegó en el Sadar a prácticamente todo su arsenal ofensivo. Aspas, Guidetti, Bongonda, Rossi, Señé, Sisto... y ninguno fue capaz de enchufar el balón en el fondo de la red a pesar de haber dispuesto de hasta siete ocasiones claras. Hasta el travesaño se alió en contra de los celestes con un balón de falta de Wass y un tiro de Aspas. Trece disparos, cinco entre los tres palos y dos a la madera son demasiadas oportunidades como para no llevarse las manos a la cabeza.
Los mimbres
Potencial, sin premio
Guidetti fue un dolor para la defensa del Osasuna en el que ha sido uno de los mejores partidos del sueco como celeste. Aspas partió de la banda y mejoró con el paso de los minutos. Bongonda combinó velocidad con una timidez a la hora de encarar portería que lastró al equipo. Y Rossi se sacó de la manga un par de acciones de devorador del área. Ese fue el balance de los atacantes de un Celta en el que Pione Sisto sigue sin conectar con los mecanismos del equipo y a los que la fortuna ha dado la espalda. La sombra de Nolito es alargada, y más si se le añade la ausencia de un Orellana acostumbrado a revolucionar los partidos. Pero de ausencias no se vive.