No hace falta redundar en la buena gestión que ha hecho Carlos Mouriño al frente de un club que, cuando él tomó sus riendas, debía 69 millones de euros y estaba al borde de la desaparición. Dejando a un lado a Iago Aspas (aquellos dos goles al Alavés que evitaron la caída al pozo de Segunda B en el 2009), de no haber sido por el actual presidente hoy no estaríamos hablando de un Eurocelta saneado y que es la envidia de la clase media del fútbol español y europeo. Pero quien se había revelado como un dirigente eficaz y discreto, amante de la planificación y poco dado a los golpes de efecto, está sorprendiendo ahora con una ofensiva desbocada contra el Ayuntamiento de Vigo. Si no lo son, las palabras de Mouriño suenan en ocasiones a exigencia, cuando no a amenaza o, directamente, a chantaje.
La secuencia de los hechos en los últimos meses es la que es. Primero reconoció que un grupo chino le había ofrecido 96 millones de euros por el 66 % de las acciones del Celta, después amenazó con irse de Vigo si el Concello no le vendía Balaídos o le cedía unos terrenos para construir un nuevo campo y, finalmente, ha anunciado que la decisión de construir otro campo fuera de la ciudad es «irreversible». Y punto, porque su mensaje lo ha divulgado por vídeo, leyendo unos papeles y sin someterse a preguntas, al más puro estilo plasma de Rajoy.
Aunque está en su derecho de plantear lo que estime oportuno y haya hinchas a los que no les parezca un disparate que se venda un bien público a la carta a una sociedad anónima, lo cierto es que el órdago de Mouriño llega tarde y es una afrenta al alcalde de Vigo. ¿Para qué se empeñó Abel Caballero en destinar 30 millones de inversión pública a la reforma de Balaídos? ¿Acaso el presidente del Celta no sonreía a su lado poniendo la primera piedra? ¿Para qué hace Caballero una generosísima oferta de concesión del estadio municipal por 50 años? ¿No habíamos quedado en que el club es un activo importante para la ciudad y un sentimiento colectivo? No, Mouriño nos está recordando (y esto nunca había ocurrido en casi 94 años de historia) que el Real Club Celta no es de Vigo. Es suyo.