El tercer gol el Celta es una oda al contragolpe, por ejecución y por el tiempo
17 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.El tercer gol del Celta en Los Cármenes es la idea del contragolpe llevada a su máxima expresión. Por su ejecución, su plasmación y el tiempo invertido. Porque en poco más de diez segundos el balón pasó de ser interceptado por Roncaglia en el área del conjunto vigués a celebrar el gol de Claudio Beauvue.
La jugada se inicia en la zona defensiva del Celta con el argentino recogiendo un balón que llagaba desde el sector derecha del ataque nazarí. Lejos de rifarla, Facundo Roncaglia busca un pase en corte para darle salida al esférico y en dos toques conecta con Jozabed. El sevillano hace una pared con Beauvue, que había bajado al centro del campo a recibir el esférico y acto seguido dibuja una diagonal exquisita para la carrera a campo libre de Bongonda.
En esta ocasión el belga tomó la mejor de las decisiones. Corrió como una gacela con toda la ventaja en el lado siniestro del ataque vigués, atrapó el balón antes de entrar en el área, y aunque un punto escorado, eligió un golpeo con la pierna derecha que se estrelló en el poste que cubría Ochoa. El balón salió con virulencia y Beauvue, que venía siguiendo la jugada por el pasillo central, estuvo más atento que los dos centrales nazaríes y acabó tocando el balón con la bota derecha para marcar sin que el portero mexicano tuviera tiempo material a reaccionar.
Todo a velocidad del vértigo y con los jugadores del Granada correindo en todo momento detrás del balón y de los jugadores célticos.
Con toda probabilidad uno de los goles más rápidos de la Liga, y también uno de los más vistosos. Desde el principio al fina de la jugada todas fueron soluciones correctas. Una manera de combinar acierto en el corte, construcción en la pegada. Tres aspectos básicos en el fútbol y que amplían el catálogo de un equipo que habitualmente suele elaborar más sus ataques, pero que también tiene vértigo en sus botas.