Otra vez a un disparo de la gloria

m. v. f. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

CELTAH

Guidetti y Beauvue no pudieron marcar en la última acción, como les pasó a Gudelj y Sánchez frente al Olympique

13 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia se ha repetido para el Celta. Pero esta vez ha sido un escalón más arriba, en las primeras semifinales de su historia. El desenlace del partido del jueves, una jugada que los celtistas a buen seguro guardarán en sus retinas de por vida, recuerda al vivido en la eliminatoria frente al Olympique de Marsella en marzo de 1999. Aquel cruce también terminó con una acción inolvidable por fatídica.

Hace ahora 18 años, como este curso, el club estaba de vuelta en la competición continental mucho tiempo después -era su segunda experiencia tras la de los 70- y había sorprendido a propios y extraños avanzando a costa de rivales que siempre habían partido como favoritos. Así llegó el Celta de Víctor Fernández a unos cuartos de final donde solo unos pocos metros separaron de la siguiente ronda a un Celta que fue superior, pero al que la fortuna le fue esquiva.

Si el pasado jueves fueron Beauvue y Guidetti, en 1999 habían sido Gudelj y Sánchez los protagonistas del infortunio. «Tengo grabada esa jugada en la que el balón pasa por delante de los dos y ninguno es capaz de empujarla», recuerda el valenciano, que fue, además, el autor del primer gol del Celta en competición continental ese mismo año. El cruce frente a los franceses había comenzado en Marsella, donde los vigueses habían caído por 2-1 con gol de Mostovoi. Aquel tanto que no fue hubiera clasificado a los vigueses. Una ocasión tan clara como la que desaprovecharon Guidetti y Beauvue frente al United.

«Fue una auténtica pena, porque lo buscamos con insistencia durante todo el partido», añade el de Aldaia, insistiendo en la superioridad que habían mostrado los vigueses. El propio Víctor Fernández se detenía en aquella acción para el recuerdo en la rueda de prensa de aquel mismo día. «No hemos tenido la más mínima suerte para conseguir ese tanto que habría hecho justicia, ni siquiera en ese último suspiro en el que el balón se pasea por delante de la portería francesa sin que nadie atinase a rematar».

El propio Gudelj -al que le tocó vivir los paralelismos, esta vez como delegado del club desde el banquillo- se mostraba también desolado tras el pitido final, sin encontrar consuelo tras la eliminación. «Estos partidos no se han hecho para perderlos. La trayectoria nos deja orgullosos, pero la herida en el cuerpo y el alma es muy profunda», señalaba entonces.

Ni Beauvue y Guidetti han hablado desde que se consumó la eliminación. El sueco, si acaso, lo hizo con sus gestos de pedir perdón a la afición y con la desolación en su rostro, tendido sobre el césped sabedor de que había tenido el gol en sus botas. Pero seguro que sus palabras serían parecidas a las de quienes defendían la celeste hace 18 años. Entonces y ahora, la afición sintió tristeza, pero también orgullo. Entonces eran unos cuartos y ahora una semifinal. El Celta ya hablaba ayer en un comunica do de «aprovechar la siguiente oportunidad que se presente». Esperando dar otro paso y que la mala fortuna no se interponga.