La peña viguesa llegó hace tres años con el objetivo de no pasar desapercibido en sus iniciativas de apoyo al club
15 ene 2018 . Actualizado a las 13:05 h.Hay peñas celtistas a las que se les ve a la legua desde momento en el que empiezan a asomar que han llegado para quedarse. Es el caso de la viguesa Le-chuzas Celestes, colectivo celtista que nació con vocación de no pasar desapercibido en sus iniciativas de apoyo incondicional al Celta y que en los tres años de vida que cumplió hace unas semanas lo ha conseguido con creces. Su máxima es hacer «cosas diferentes» para contribuir a fomentar el celtismo.
Sus orígenes están en el campo de Barreiro. Algunos miembros proceden de otras peñas, pero a raíz de ir a animar al filial un domingo tras una noche de fiesta, se empezó a crear un grupo que fue a más. «Igual estuvimos un par de años o año y medio pensando en opciones de nombres hasta que por fin la federamos», recuerda su presidenta, Marta Saiz, antes una de las grandes cabezas visibles de Blau Cel. A propósito del nombre, cuenta divertida que igual es mejor no ahondar mucho, pero deja claro que el guion no es casualidad.
Inicialmente eran unos diez amigos, pero la cosa fue creciendo a toda velocidad desde el principio hasta alcanzar los alrededor de 170 que son ahora. De ellos, hasta 30 o 40 permanentemente activos que son los que sostienen a Le-chuzas mediante la organización de previas, viajes, comidas y lo que vaya surgiendo. Marta recuerda con especial cariño el Lechu-bus con el que recorrieron Vigo el día de la semifinal de Europa League. «Fue muy especial. Solo lo sabía la directiva y fue un momento súper chulo, un puntazo. La gente se podía subir gratis y flipaba. Decía: ‘¡Estos están chalados!’. Fue uno de los mejores días de nuestras vidas».
La clave para haber crecido tanto en tan poco tiempo, valora Marta, es «ser una peña donde todo vale y todo el mundo es bienvenido». «Tenemos gente de todas las edades, muchas mujeres, nos gusta hacer cosas y nada nos da vergüenza. Disfrutamos del equipo, pero con la idea de animar y pasarlo bien», recalca. Los únicos requisito para formar parte de la peña es tener ganas de «pasarlo bien, divertirse, hacer piña y animar al Celta». Suelen «patrocinar entre comillas» los viajes para que los integrantes tengan todas las facilidades posibles. «Vendemos lotería y otras cosas diferentes para intentar tener unos fondos que nos lo permitan», explica.
Con el fútbol y el celtismo como pretexto que siempre está presente, han surgido otros vínculos. «El balance es positivo sobre todo por la gente que te encuentras en el camino. Surgen amistades, nuevos noviazgos... El Celta es muy importante, pero también una excusa también para juntarnos, conocer gente que a día de hoy forma parte de tu vida y de tu familia», desgrana. En esa familia juegan un papel importante los niños. «En Carnavales nos llevamos a Gijón a los más pequeños para que sean partícipes desde muy pronto del Celta y del ambiente tan sano que tenemos, de estar siempre juntos», comenta. Son habituales las comidas de peñistas los días de partido, así como a final de temporada y ahora que se aproximan las Navidades.
Mantienen una relación muy estrecha también con la mayoría de las restantes peñas celtistas. «Colaboramos mucho con todas, igual un poco más con Natxo Insa, Lío en Río, Fútbol de Salón, Preferencia, Sobran os motivos o Irmandiños, que si por ejemplo montan un bus y hay gente de nuestra peña que quiere ir, pues va con ellos», ejemplifica. En una de sus sedes, The Movie, coinciden habitualmente con celtistas de otras agrupaciones. Ellos, a mayores, tienen dos más, 986 y La Goulette.
Aunque sopesaron concentrarse en la Grada 1923, la limitación de edad fue un problema al contar con niños. Al final han formado un grupo cada vez más consolidado en Marcador. «Nos hicimos un pequeño hueco en una zona donde vimos bastantes sitios vacío y estamos en la zona de Centolos, con un bombo y pancarta propia, que hasta ahora no teníamos», destaca. Un pequeño paso más: «Poco a poco crecemos de manera más visual de cara al exterior y tenemos más presencia», señala.
Entre los proyectos futuros que tienen entre manos está la Lechu Parade una fiesta anual que tienen en mente empezar a promover, pero para la que todavía no han fijado una fecha concreta. «Queremos un evento donde puedan ir peñistas, como una pequeña romería diferente a la que se está haciendo. En una fina o casa rural y que sea abierta a todo el celtismo», expone Marta. A eso le sumarían unos premios: «Lo que nos gusta es hacer el chorra, hacer el parvo. Ante todo somos una peña divertida».