Juan Fernández: «El Celta marcó mi vida por completo»

GRADA DE RÍO

El ferrolano, jugador del equipo vigués durante once temporadas, hace repaso de su paso por el club coincidiendo con su 70 cumpleaños

16 sep 2018 . Actualizado a las 11:52 h.

Juan Fernández Vilela es uno de esos contados futbolistas que pueden presumir de haber vestido una misma camiseta durante más de una década. Once años en los que hubo casi de todo fueron los que pasó como jugador del Celta: ascensos, descensos, la primer participación europea del club y, sobre todo, el nacimiento de un sentimiento celeste que ya le ha acompañado de por vida. Hoy cumple 70 años un ferrolano que se siente «vigués y un celtista que sufre y disfruta como el que más aunque no lo exprese tanto».

-Ahora que alcanza esta cifra redonda, ¿se le vienen muchos recuerdos celestes a la cabeza?

-Sí, en muchos momentos te acuerdas de cuando eras un chaval, de todas las vivencias que tuviste, que fueron muchas y muy buenas, en su mayoría. Aunque no se puede vivir de recuerdos y hay que mirar hacia adelante, siempre lo tienes presente.

-¿Cómo resumiría los once años que pasó como céltico?

-Fue una etapa muy bonita en el aspecto deportivo, con algunas decepciones, pero sobre todo con muchas alegrías. En el 71 nos clasificamos para la UFA con un equipo donde la mayoría éramos gallegos. Al final esos recuerdos pesan más que los tristes.

-En alguna ocasión tanto usted como otros compañeros han comentado que entonces no se dio a la clasificación europea la importancia que se le concede ahora, ¿no es así?

-Sí, ni se la daba la prensa ni nosotros mismos. Era como «bueno, pues quedamos sextos y toca ir a Europa, de acuerdo». Así, sin más, como si tal cosa. Hoy se le da un valor muy diferente. Con el tiempo tú mismo te vas dando cuenta de lo que en realidad conseguiste, que era algo que nunca antes en la historia del club se había logrado. Fuimos muy afortunados.

Juan, junto a sus compañeros en el partido frente al Aberdeen
Juan, junto a sus compañeros en el partido frente al Aberdeen

-Fue al poco de su fichaje por el Celta. ¿Cómo fue a parar a Vigo desde el Racing de Ferrol?

-¡Un poco rebotado, podría decirse! En esos momentos tenía otros equipos interesados que no cuajaron, se presentó el Celta yllegaron a un acuerdo los clubes. Doy las gracias de que fuera así porque es una etapa preciosa, fíjate si lo es que me casé aquí y tuve en Vigo a mis cuatro hijos.

-¿Tenía simpatía por el Celta antes de incorporarse?

-Sí, como equipo gallego y porque siendo seleccionador juvenil el difunto Pepe Villar, ya me quería llevar. Lo conocía y me gustaba, pero nunca pensé que iba a avenir a jugar aquí. Y mucho menos que me iba a quedar tantos años, fue una época larga y feliz, y eso que antes a los 30 ya no valías, hoy si rindes puedes llegar a los 35 o 36 perfectamente.

-¿Cómo recuerda el momento de la despedida?

-Si te soy sincero, para mí fue muy triste. Se daba, además, la dolorosa circunstancia de que el equipo había descendido a Segunda B y nos dieron la baja a unos cuantos jugadores. Fue como decirnos: «Ya no interesas, hasta nunca». Aunque luego volví como entrenador. Yo quería haber seguido, estaba en condiciones y de hecho posteriormente aún hice dos o tres campañas buenas en Segunda B en el Pontevedra.

-¿Le habían surgido durante esos años opciones de cambiar de equipo?

-Bastantes, pero entonces fichabas por un equipo prácticamente de por vida y dependías de él. Me pasó como a Manolo, que tuvimos propuestas que nunca se concretaron. En mi caso, tuve en su momento al Sevilla, al Barcelona y cantidad de equipos que me quisieron llevar, pero me quedé en Vigo y muy contento.

-¿No le quedó una espina por no haber llegado a salir?

-No, porque creo que la vida viene dada y si no está para ti, pues ya está. Algunos jugadores se marcharon, pero a otros cientos les pasó como a mí. Recuerdo que se llegó a publicar que me iba traspasado, pero la afición no quería, el club lo tuvo en cuenta y me quedé. Hoy en día no es así, el jugador necesita una estabilidad en la vida.

-¿Cuáles fueron sus mejores momentos?

-Cuando estuvimos cinco o seis años seguidos en Primera fue una época preciosa, luego también, pero con más altibajos. Tenías la pena del descenso y al año siguiente la alegría de volver, que también es bonito. Pero no conseguíamos asentarnos porque mientras los demás se reforzaban, hubo un tiempo en que nos fuimos quedando. De todas formas, el conjunto de esos años es maravilloso.

-¿A qué compañeros recuerda de manera especial?

-De mi época es muy difícil destacar unos por encima de otros. Teníamos una plantilla sensacional en todos los sentidos, con cantidad de gente con la que daba gusto coincidir dentro y fuera del campo, que nos llevábamos muy bien y a día de hoy nos seguimos llevando, como Manolo, Castro, Rodilla, Doblas, Fenoy y muchos más que podría mencionar, no me quiero olvidar de nadie. Nos seguimos reuniendo en las cenas de la Agrupación de Veteranos y recordamos esos momentos en que lo dábamos todo por el club, que es lo más importante.

-¿Y en cuánto a los entrenadores?

-El primero que tuve fue Olsen, que decían que era un palo, muy rígido, y sin embargo conmigo se comportó fantástico. Luego a Arza, que lo mismo. Con todos los que tuve me llevé bien, aunque haya momentos determinados en que cada uno con su carácter, discutes, pero como en todas las familias. Todos fueron grandes entrenadores y grandes personas.

-Con Olsen debutó en un partido del que se acaban de cumplir 49 años -fue el 14 de septiembre de 1949-. ¿Se acuerda?

-Sí, además me comentó mi hija que se cumplía el aniversario. ¡49 años, toda una vida! Se vienen a la cabeza muchos recuerdos al pensar en ello. Jugamos en San Sebastián, perdimos 2-1 y metí yo el gol. Es bonito recordarlo.

-¿Es de los que tienen memoria para acordarse de partidos concretos y detalles?

-Según hablas de esa etapa te van viniendo, sobre todo cuando te juntas con los compañeros. Pienso mucho en lo diferente que era a lo que vemos ahora. Le daban a uno una patada e íbamos el resto a defender al compañero. Ahora son un poco más pasotas en ese aspecto. En el Celta del que yo formé parte todo era compañerismo, todo el mundo peleaba por lo mismo. Era lo bonito del fútbol de aquel tiempo.

-¿Y qué otros partidos recuerda de manera especial?

-Los que se consideraban más importantes normalmente eran cuando jugabas contra el Deportivo, que había una emoción y esa rivalidad Vigo-A Coruña. Recuerdo un año que les ganamos allí faltando dos partidos para terminar y nos quedamos en Primera mientras ellos descendían. Después siempre hay muchos recuerdos ligados al Barcelona y al Madrid, que con este último en los años que estuve creo que no perdimos nunca.

GUSTAVO RIVAS

-¿Cómo vivía usted esa rivalidad de los derbis?

-De manera especial, porque soy de Ferrol y el Deportivo quiso ficharme cuando tenía quince años, pero no quise ir. Cuando volvía con el Celta me insultaban por el hecho de ser de la provincia de A Coruña y jugar en Vigo, pero luego entre los compañeros del equipo nos encontrábamos después y nos dábamos un abrazo. La rivalidad no quiere decir no poder tener amistad con jugadores del Deportivo.

-Tras colgar las botas estuvo ligado al Celta como técnico muchos años. ¿Qué puede decir de aquella etapa?

-Estuve en varias etapas, en total igual 25 o 30 años, hasta que lo dejé por cuestiones de salud hace cuatro o cinco. Fue una etapa preciosa en la que salieron buenos jugadores como Jorge Otero o Nacho. Hasta tuve un año en cadetes más adelante a Iago Aspas -aquí hablaba de cómo era el canterano en esa época- y muchos más. Recuerdo que había otros exjugadores, como por ejemplo Lezcano, y aunque cada uno llevara un equipo, éramos un grupo y nos ayudábamos entre todos. Lo que más queríamos es que la cantera fuera para arriba, que chicos de casa tuvieran oportunidades de llegar arriba.

-¿Qué significado tiene el Celta en su vida?

Significa una vida, algo que persiste en mí desde que llegué a los 20 años. Fíjate si significó mucho, que me casé aquí, tento cuatro hijos y me siento feliz en Vigo, me considero un vigués más. El Celta marcó mi vida por completo, sin ninguna duda, en lo deportivo y en lo personal.

Marta G.Brea

-Un vigués más y también un celtista más, ¿no?

Por supuesto. Nadie puede tener dudas de eso. Pasé mi vida deportiva en el Celta y aunque no soy una persona de expresar mucho las cosas, lo llevo dentro, puedo sufrir más, o por lo menos sufro lo mismo que cualquier aficionado. Posiblemene lo quiera tanto o más que la mayoría.

-¿Cómo vive un partido del Celta a día de hoy?

-No voy a Balaídos porque me pongo muy nervioso y sufro aún más, aparte de que llegar allí hoy en día es un calvario. Lo veo en casa o con lo amigos, por televisión. Y por mi forma de ser puedo estar callado, pero por dentro sufro muchísimo.

-¿Se ha sentido querido y reconocido por el club y por la afición?

-La verdad es que sí, por el Celta y sobre todo por la gente. Aún hay algunos aficionados de mi época que me paran por la calle, se acuerdan y hablan conmigo. Soy feliz de que se acuerden de nosotros, de todos los compañeros en general, porque dimos todo por el club y merecemos ese reconocimiento.

Marta G.Brea