Iago Aspas durmió con su hija recién nacida en el Cunqueiro y ayer por la tarde endosó al Eibar tres goles
28 oct 2018 . Actualizado a las 09:38 h.Mía Aspas Rueda llegó al mundo el viernes y su padre Iago, como tantos otros, quiso compartir con ella y su madre su primera noche de vida. Hasta ahí el guion habitual propio de una crónica de sociedad. El giro llega cuando al día siguiente el padre en cuestión tiene que saltar a un terreno de juego ante 15.000 personas para liderar a su equipo y buscar una victoria que le dé los tres puntos y que, de paso, le salve el pellejo a su entrenador. Y eso fue lo que hizo Iago Aspas Juncal, y a lo grande. Marcó su tercer hat trick con el Celta en Primera, lideró a su equipo, recogió el balón firmado y puso de nuevo rumbo al hospital para estar con su familia.
«Es uno de los días más felices de mi vida», declaraba el moañés después de que el Celta le espetase un 4-0 al Eibar en un partido en el que Aspas demostró por qué es internacional. Su olfato rastreó el gol en tres ocasiones y se quedó a las puertas de uno más a pesar de que la noche anterior no respondió a los cánones de descanso del fútbol moderno. «Teníamos que ir concentrados [el viernes] a las nueve, le hablé al míster de que estaba pendiente de la mujer. Fui por la tarde para el hospital y me quedé allí, fui con la mochila y con todo listo para aparecer por la mañana en el desayuno con los compañeros». Pasó la noche con su pequeña, que «apenas se quejó», aunque sí dejó claro que «está un poquito duro el sofá, para qué nos vamos engañar».
En el primer día de vida de Mía, Mohamed dejó de lado los experimentos y encomendó a Iago el papel de nueve. Ese que tan pocas veces le entregan y en el que tan buenos resultados da. De hecho, su anterior hat trick también había cuajado jugando de delantero centro. «Ha hecho un partido fantástico, cualquier calificativo sobre los dos primeros goles se queda corto, hizo un partido de mucha jerarquía, mucha categoría», le alabó el Turco.
Ayer, más que nunca, el moañés fue la médula celeste. «Un jugador nos ha ganado casi el partido. Los demás acompañan, pero Iago Aspas ha demostrado hoy que es el alma», se lamentaba el Mendilibar en un perfecto resumen de lo vivido. El moañés fue un seguro de vida en una tarde en la que el fútbol celeste volvió a escasear y en el que las opciones de su grupo pasaron por sus pies. Él, con Juncà y Brais como lugartenientes en los primeros goles, y con un robo en el tercero, se bastó. Quería regalarle un gol a Mía, y le dedicó tres. Un padrazo.
«Cuando entra el balón la gente está con confianza no dubitativa, eso se nota»
Agotado pero feliz, Iago Aspas compareció para analizar la goleada al Eibar. ¿Qué cambió de la semana pasada a esta? «Más que nada el resultado, cuando entra el balón y la gente está con confianza, no dubitativa, se nota. Comenzamos a cimentar la victoria en el trabajo defensivo, era muy importante no volver a recibir gol, creo que llevábamos seis o siete jornadas encajando», y ayer al fin cortaron la sangría.
Tras el experimento con Dennis en punta, Iago se reencontró con el puesto de nueve, pero insistió en que él está a las órdenes del técnico. «No es una decisión que tenga que tomar yo», y recordó que Maxi Gómez, que generalmente es el que asume el puesto, ha dado muchos goles y asistencias al Celta. Sobre su predilección en punta o en banda, el moañés indicó que «depende del rival, de contra quién juguemos, a veces con defensas más pobladas el míster prefiere que entre desde banda para hacer superioridad por dentro, cundo hay más espacios prefiere más pegado arriba con Maxi en punta».
Su hat trick lideró una goleada que, al menos por el momento, mantiene a Mohamed en el puesto. Preguntado por si cree que el técnico le hará un regalo, Aspas bromeó: «Espero, a ver si mañana o cuando acabe la temporada».