La peña de la localidad madrileña, formada por miembros de una misma familia, tiene los integrantes justos para poder ser oficial
18 ene 2019 . Actualizado a las 12:00 h.Celtábanos, la penúltima que se ha sumado a la Federación, se presenta como una peña atípica. Con sede en Boadilla del Monte, donde residen cuatro de sus cinco miembros, todos los integrantes son familia y aficionados al Celta por su relación con Galicia, de donde procedía la ascendencia del presidente, Pablo Campos. El resto de peñistas son su mujer, Laura -tesorera-; sus hijos, Iván y Pablo -sección juvenil-, y su hermano Juan -vicepresidente-, el único que reside en Galicia. Son cinco, los justos para poder cumplir un sueño que partió del menor de los hijos.
«Iván fue el impulsor hace año y pico. Somos celtistas de toda la vida y de corazón, pero lo de hacer una peña nunca se nos había ocurrido hasta que lo propuso él», relata Pablo, cuya familia procede de Cuntis pero que ha vivido el celtismo en Madrid desde niño como ahora hacen sus hijos. Después de completar unos trámites que, eso sí, fueron «bastante complicados», hace poco más de un año, el 6 de enero y aprovechando una estancia de Juan en Boadilla, firmaron los estatutos y se constituyeron oficialmente.
El ideólogo de la peña, Iván, cuenta que desde pequeño siempre ha sido del Celta y que aunque solo ha podido ir tres veces a Balaídos, la primera le marcó. «Quise crear la peña para que estemos más comprometidos e involucrados con el club, más unidos al Celta y a Galicia aunque estemos lejos físicamente», indica. Sobre el nombre, no hubo dudas. «Los tabanos son unos insectos que veíamos siempre en el campo y en la playa en Galicia y son unos bichos guerreros y peleones, como todos los celtistas queremos que sean los jugadores del equipo», expone.
El hermano pequeño, Pablo, asegura que Iván estaba «obsesionado» con crear la peña y el resto de la familia fue detrás. «A mí también me gusta el Celta, claro, no te queda más remedio en esta familia -comenta entre risas-, pero a él mucho más. Hasta dice que quiere llegar un día a ser presidente del club», destaca algo que confirma el padre de ambos: «En mayo fue la graduación en el colegio, una ceremonia académica con cientos de personas. La profesora habló de los distintos sueños de los alumnos: ser ingenieros, médicos, empresarios... E incluso dijo que uno había manifestado su deseo de ser presidente del Celta en referencia a Iván».
Otro pilar importante es Laura, la mujer de Pablo y madre de Pablo e Iván. «El mío es un caso raro, porque soy de Andorra, odiaba el fútbol y ahora me he hecho celtista», señala. Más que por su marido, confiesa que quien le hizo aficionarse fue su hijo mayor por la «pasión» con que vive el celtismo y con la que sigue especialmente a Iago Aspas, del que cuenta que es «forofo». Este verano estuvieron en el aniversario de la Federación de Peñas, un evento en el que cuenta que hicieron grandes amigos y se empaparon más si cabe de la afición celeste. «Ahora soy una celtábana convencida», mantiene.
Pablo y Laura, además, ven este proyecto como una ocasión de que sus hijos «tengan una experiencia en la vida relacionada con la gestión y que a la vez sea algo motivante de lo que disfruten», explican. Y añaden que les asombró en esa última visita a Vigo la cercanía de todo el mundo y el hecho de poder hacerse fotos con los jugadores y sentirse en familia. Una familia de peñas a la que ya pertenecen con pleno derecho.