Los vigueses concedieron a los rivales cuatro tiros entre los tres palos en los últimos tres partidos
29 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Nunca es tarde para dar síntomas de sobriedad defensiva y máxime si la permanencia está en juego. Y el Celta ofreció sus mejores números en la retaguardia en la semana que acaba de finalizar con tres partidos de por medio. En ese ciclo los vigueses solo concedieron cuatro tiros entre los tres palos a sus rivales, aunque dos de ellos finalizaron en el fondo de las mallas.
Los datos contrastan con el pasado, incluso en más inmediato. Por ejemplo ante el Atlético de Madrid, además de encajar dos goles, el equipo celeste concedió otros tres disparos a puerta. Frente a la Real en Balaídos, en el partido que acabó con remontada, los txuri urdin dispararon seis veces entres los tres palos (marcaron un gol) y el Huesca, en el 3-3, fue capaz de adivinar el arco de Rubén en otras seis ocasiones y tirar 12 veces fuera.
Con la llegada de Escribá el Celta parece haber alcanzando un punto de estabilidad defensiva. Para comenzar, está apostando por un cuarteto definido con la única salvedad del cambio de centrales ante el Espanyol, aunque el técnico ya puntualizó que la apuesta era por la velocidad de los atacantes pericos.
A partir de ahí el equipo ha ganado equilibrio y parece no conceder tanto a los rivales. El sábado en Butarque el Leganés disparó en una sola ocasión, y sin aparente peligro, entre los tres palos. Rubén solo tuvo que hacer una parada en toda la contienda cuando la media de la liga es de 2,9. Además, solo dos de los intentos pepineros fueron bloqueados y otros siete disparos se marcharon alejados: dos a la derecha, dos a la izquierda, dos por encima del travesaño y el séptimo por encima de la cruceta.
La producción ofensiva del Espanyol fue parecida, con la única salvedad de que los catalanes tiraron dos veces a portería e hicieron un gol y a mayores enviaron un balón a la madera (el cabezazo de Mario Hermoso tras un saque de esquina). Los pericos también dispararon en seis ocasiones lejos de la portería: tres a la izquierda de Rubén, dos por encima del larguero y uno en el sector de la cruceta.
Ante el Girona, en el primer partido de la semana, se repitió la historia y el cuadro de Montilivi hizo gol en su único disparo entre los tres palos. Todo lo demás, hasta seis, fueron tiros que no cogieron dirección (dos a la izquierda de Rubén, dos a la derecha y tres por arriba). También hubo dos bloqueos por parte de la defensa céltica, el último de Cabral, que resultó fundamental para quedarse con el triunfo ante los de Eusebio.
«El funcionamiento de la defensa en los últimos partidos ha sido mucho mejor que en los primeros. Estoy contento», comentó Escribá de su zona de zagueros. A favor de este paso adelante juega que el equipo está más asentado desde la vuelta de Aspas, que cada vez tiene un funcionamiento más reconocible y que el centro del campo, especialmente con Okay -que cumplió en Butarque el partido de sanción- y Lobotka han aumentado sus prestaciones defensivas, convirtiendo la medular en el primer dique de contención, algo inexistente durante dos tercios del campeonato. Ahí puede estar una de las claves.
Esta mejoría se debe mantener de cara a los tres partidos que restan para el final. Para comenzar los célticos necesitan su mejor nivel el sábado ante el Barcelona, con independencia del once de Valverde, y después tienen una cuenta pendiente de la primera vuelta con Iñaki Williams y otra con Raúl de Tomás para finalizar la temporada. Las concesiones defensivas a estas alturas pueden ser letales.