El vigués encuentra el reconocimiento a su fútbol en su primera temporada en el Qabala azerí
31 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Azerbaiyán se ha convertido en la tierra prometida para Fernán Ferreiroa (Vigo, 1995). Formado en la base del Celta y con tres temporadas en el filial, pasó por el Choco, Segoviana y Barakaldo antes de recalar en el FC Qabala, un equipo de la Primera División azerí, una joven competición que considera un trampolín para seguir escalando a nivel internacional.
Fernán encuentra lejos de casa el reconocimiento que le faltó en Vigo. «Lo primero que noté al irme de Galicia es que fuera me valoran mucho más. En la Segoviana comencé a sentirme un jugador importante y estaba supervalorado, en el Barakaldo, igual aunque jugué menos de lo esperado y fue llegar a Azerbaiyán y comprobar lo mucho que se valora al jugador español. La gente te respeta sin conocerte ni saber qué tipo de jugador eres».
El vigués no llegó al país asiático por casualidad. El Qabala, club fundado en el 2005, le quiso fichar el curso pasado si pasaba una prueba, a lo que Fernán se negó. Este verano ya fue directamente a por sus servicios: «Una semana después de acabar en el Barakaldo ya tenía una oferta sobre la mesa» y a finales de junio emprendió un viaje de ocho horas, solo en aviones, para llegar hasta Bakú, en donde reside y entrena, desplazándose a la localidad de Qabala, un pueblo de 14.000 habitantes para disputar los partidos.
Y todo lo que se encontró en Azerbaiyán ha sido mejor de lo esperado. «Pensaba que me iba a costar bastante más aclimatarme, pero Bakú es una ciudad muy guay para vivir y tuve suerte porque hay más jugadores españoles en la liga y me han ayudado mucho y se agradece», comenta el vigués, que considera el paso en su carrera el asalto a una liga muy organizada aunque en fase embrionaria. «En Segunda B estaba un poco estancado porque no era capaz de dar el salto a Segunda es muy difícil. Pensé que era una buena oportunidad, hablé con gente que había estado aquí y decidí venir».
En su desembarco se encontró con instalaciones de primer nivel (su club tiene hasta un campo con techo retráctil para la época de frío), con cuerpos técnicos tan numerosos que le recordaban a sus tiempos en la órbita del primer equipo del Celta y con campos de hierba natural cuidados con mimo. «Esta es una liga muy profesional, los campos son grandes, solo uno es artificial y en Segunda B en encontraba con campos pequeños, embarrados o de hierba artificial».
Ideal para su juego
Su fútbol lo está agradeciendo. Fernán Ferreiroa, que lleva dos asistencias en nueve partidos, y que siempre tuvo una buena relación con el balón, ejerce de medio centro o mediapunta en el Qabala, un equipo al que además le gusta combinar. «Al principio me costó un poco pero ahora me veo cada día con más peso. Me gusta mucho como jugamos y me divierto. Intentamos jugar muy abierto y muy alegre». La idea no es exclusiva del equipo que entrena el local Azar Bagyrov, sino que es el denominador común de la competición. El motivo, que tienen a los grandes del fútbol occidental como espejo. «Este es un país que mira mucho a Europa y ahora mismo lo que más se ve es el Barça y el City de Guardiola». Tanta es su devoción balompédica por lo de fuera, que las grandes ligas tienen más seguimiento que la local.
El relato idílico del desembarco de este vigués en un país tan lejano se completa con la primera incursión en la Europa League. El equipo ganó la Copa de la Liga la temporada pasada y accedió a la fase previa en donde quedaron eliminados con el Dinamo Tbilisi georgiano. «Como primera experiencia para mí fue bastante bonita porque al final es jugar Europa League y es un nivel muy alto. Me gustó porque me vi al nivel y comprobé que no estaba tan lejos de jugar a esto».
Cuatro meses después de llegar, solo hay dos peros. El primero, el idioma. «Te dicen que con el inglés vas a arreglar pero aquí la gente lo habla mal, aunque vas arreglando. Ellos hablan azerí o ruso y ya que estoy aquí comencé con clases de ruso».
El segundo, el apartado deportivo. Porque la barrera del idioma y la confección de un equipo nuevo ha llevado al Qabala a la posición de colista en una liga de ocho equipo a cuatro vueltas, una posición que en absoluto preocupa a Fernán, que ya ve a los suyos en buena dinámica. «Venimos de empatar con el Qarabag, que está a otro nivel en la liga, y ya comenzamos a carburar. Aquí ganas un partido y ya vas para arriba».
Con un año más de contrato, y sin pizca de morriña, aunque viva solo (su familia son los tres españoles del Qarabag), no tendría ningún problema en repetir un año más en Azerbaiyán, pero sin cerrar las puertas a una liga de más nivel. «Para mí esto es un trampolín para intentar jugar en ligas cada vez más profesionales a nivel internacional o seguir una carrera aquí. Aquí te ven muchos más equipos y hay más oportunidades». Fernán ha encontrado el camino. A 4.800 kilómetros de casa.