Son días complicados para un chaval que hace poco estaba en la cresta de la ola. No es nada fácil asimilar la situación, pero hay que tener en cuenta que el fútbol toca con demasiada frecuencia la fibra del estado de ánimo de la gente y Brais está con todas las ganas del mundo de pelear y de aportar todo lo que pueda para sacar el Celta adelante. Desde fuera tengo que decir que es un jugador que necesita cariño, sentirse querido y apreciado por todo el mundo y ahora mismo tiene que pelear contra sí mismo y pensar que el fútbol te da un día gloria y otro sufrimiento.
¿Por qué perdió protagonismo? Cuando un equipo está mal, como es el caso del Celta, no es nunca cosa de una persona sino de un colectivo y de un grupo de factores. Cuando las cosan van mal siempre se dice que «hay que echarle...», pero yo creo que lo que echarle es fútbol y al Celta, a nivel general, le falta fútbol y Brais, conjuntamente con otros jugadores importantes, no es capaz de asumir el rol destacado y eso, sumado, hace que no sea capaz de mejorar todo lo que se esperaba. Creo que la mejora individual viene generada por la mejora colectiva, que sigue pendiente.
Durante toda la temporada se apuntó que Rafinha era la persona que le podía tapar en ese puesto, pero Brais, que es inteligente, es un jugador muy bien dotado técnicamente y que entiende buen el fútbol y puede jugar en otro sitio.
¿Cómo se recupera? Con confianza. Brais tiene un carácter tranquilo y un punto introvertido, y eso hace que muchas veces lo pase peor que los demás. Creo que su mejora tiene que venir por la mejora del colectivo.