«Intensidad y ritmo» bajo el diluvio

m. v. f. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Oscar Vázquez

Un nutrido grupo de aficionados acudió a ver la vuelta al trabajo del Celta pese a la lluvia en un entrenamiento que dejó muchas anécdotas

26 feb 2020 . Actualizado a las 21:46 h.

«¿Vendrá alguien con este día?», se preguntaba el personal de seguridad del Celta minutos antes de la hora prevista para el inicio de la sesión abierta con la que el equipo retomaba el trabajo ayer en A Madroa y empezaba a preparar la visita al Granada. La respuesta era afirmativa. Un nutrido grupo de seguidores celestes se acercaron a presenciar el entrenamiento a puerta abierta pese a que la lluvia no dio tregua.

A eso de las 10.20, Roger García Junyent, que preparaba el entreno en el campo del filial junto a Álex Andújar, se acercaba a los más pequeños. «Hoy no ha habido cole, ¿eh? ¿Y os habéis disfrazado?», les decía muy cercano. Aprovechaba para informarles de que los jugadores no aparecerían hasta un cuarto de hora más tarde del horario fijado por estar en el gimnasio. Y así fue.

Primero salieron los porteros. «¡Hace un día increíble para entrenar!», les espetaba su preparador, Nando Villa, entre risas mientras bajo el diluvio desde el público alguien soltaba un «¡qué cabrón!». Pero sí que iba a ser un día increíble para los más pequeños, que esperaban ansiosos por Aspas y compañía mientras se preguntaban quiénes eran los cuatro guardametas. «Rubén, Sergio... ¿y los otros?». Eran Iván Villar y Dragan Rosic, representante del filial ayer junto con Yaw Yeboah.

Sobre las 10.50 comenzaban a desfilar los jugadores de campo del primer equipo, sonrientes y, en el caso de Pione, apurando la manzana que traía en la mano. La sesión comenzó con ejercicios de fuerza -«intensidad y ritmo», pedía Andújar mientras los García Junyent observaban- realizados del lado donde estaba el público. Y más de un jugador se giraba para saludar a los jóvenes aficionados que les llamaban por sus nombres. Fue el caso de Aspas, Hugo o Murillo, entre los que más se detuvieron a complacer a sus fans. Faltaba Denis Suárez, que no entrenó, aunque tampoco apareció en el parte médico.

Después, divididos los jugadores en dos grupos, realizaron ejercicios de finalización. Ahí fue donde Aspas tomó un papel protagonista. «Buena, wey», por Araújo, «te la vi, ¿eh?» a Juncà o «bien seguido, Toro», fueron algunas de sus acotaciones a las acciones de sus compañeros. Ante una suya, y mostrando como siempre su gran competitividad, desató las carcajadas de los presentes con un «¡puto cono!» cuando el elemento le impidió el avance. Pero hubo más de un gol, tanto suyo como de otros compañeros, celebrados por la afición desde el otro lado.

Había quienes animaban con sus bufandas como si estuvieran en Balaídos y también quienes hacia al final ya daban las muestras de agotamiento que no apreciaban en los jugadores. «¿Y no se cansan tanto tiempo?», preguntaba un niño a su padre. Otros se cuestionaban cómo no se aburrían de solamente entrenar «los que no juegan nunca» y alguno echaba un vistazo al interior de las instalaciones: «¡Tienen una piscina!», en refernecia al jacuzzi.

Antes del inicio de la sesión, un padre avisaba: «No se va a ver nada, estamos un rato y nos vamos». Pero allí no se movió nadie porque lo mejor venía al final. La sesión, de casi una hora, terminó a las 11.45 con tiros a puerta y ahí llegó la avalancha de celtistas alrededor de los futbolistas, con Aspas como el más solicitado, de foto en foto, paciente, sonriente y atento a todos. «¿Estuviste de cumple, chuli?», le preguntaba a una pequeña que había tenido por regalo su camiseta. Y al final fue él quien acabó haciendo regalos. De camino a las escaleras hacia vestuarios, dos aficionados consiguieron que les diera el chubasquero y la sudadera, una prenda a cada uno. «¡Me quedo sin nada!», decía él divertido. Se lo pagaban con sonrisas de oreja a oreja.