La mayoría de los empleados del club vigués realizan sus tareas desde sus respectivos domicilios
19 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.A Madroa, Balaídos, Barreiro y A Sede -que además han sido objeto de limpieza y desinfección esta semana- son desde hace unos días instalaciones completamente cerradas. Como consecuencia del estado de alarma, los jugadores de la estructura del club no pueden ejercitarse en los lugares habituales, pero del mismo modo tampoco el resto de empleados están en condiciones de realizar sus tareas cotidianas donde acostumbran. Como tantas otras empresas, el Celta se ha visto abocado al teletrabajo durante el confinamiento.
Una amplia mayoría de los trabajadores del club vigués realizan durante este período sus funciones desde sus domicilios. Los diferentes departamentos que forman parte de la entidad mantienen reuniones frecuentes por videoconferencia y solo hay una excepción de profesionales que sí desarrollan presencialmente su labor: los encargados de arreglar el césped. Estos sí acuden a las instalaciones, si bien lo hacen extremando las precauciones para minimizar el riesgo de contagio del coronavirus en el desempeño de su actividad.
Inicialmente, tras la suspensión de los entrenamientos del primer equipo posteriormente a la sesión del pasado viernes, el Celta había anunciado que los establecimientos de A Sede, así como la tienda de Balaídos, iban a seguir abiertos. Explicaban que lo harían «aplicando con rigor las recomendaciones», pero ese mismo día se comunicaba la medida del cierre de todos los establecimientos comerciales, lo que supuso el cese de su actividad. Precisamente, el inmueble de Príncipe acaba de cumplir dos años con su función actual y su cierre a cal y canto contrasta con las actividades que se habían organizado por estas fechas en el 2019 para celebrar el primer aniversario.
Desde los perfiles oficiales de A Sede aprovechaban ayer la efeméride del cumpleaños para concienciar de la importancia de quedarse en casa utilizando una imagen de la gran aglomeración que se produjo el día de la inauguración. «No noso segundo aniversario, esta visión é inimaxinable. Sé responsable, queda na casa e axiña poderemos celebralo», escribían.
También en la web del club se hizo público un nuevo comunicado para insistir en el mensaje de la importancia de permanecer en casa: «El RC Celta anima a todos sus aficionados y a la sociedad en general a cumplir y respetar las medidas que las autoridades vayan adoptando, así como a tomar todas las precauciones necesarias para contribuir en la contención de la expansión del COVID-19». Y mientras la entidad predica con el ejemplo, apela una vez más a la palabra clave del celtismo: afouteza. «Es momento de responsabilidad y unión. Es momento de seguir las indicaciones de las instituciones y cuidar los unos de los otros. ¡Porque esto también es ‘afouteza’! Juntos somos más fuertes y juntos superaremos esta situación».
Entrenamiento en casa
Los jugadores del club, por su parte, se ejercitan en casa, como muchos han mostrado a través de las redes sociales y como indicó el club que harían, con planes personalizados, cuando anunció la suspensión de los entrenamientos. Ayer era Iago Aspas el que colgaba varios vídeos entrenando tanto en solitario como en compañía de su mujer, Jennifer Rueda, y con la pequeña de sus los dos hijos de la pareja, Mía, como espectadora. A lo largo de la semana, otros compañeros como Jeison Murillo -que utilizaba como pesa a su hija, Celeste-, Okay Yokuslu, Brais Méndez, Fran Beltrán, Pape Cheikh o Hugo Mallo también han dejado constancia de su trabajo en sus domicilios para tratar de mantener la forma y siguiendo las recomendaciones del club.
El jefe de los servicios médicos, Juan José García Cota, comentaba ayer a los medios del Celta que el contacto con los jugadores es diario y pendientes de cualquier novedad en su estado de salud. Están advertidos de que ante cualquier síntoma, den buena cuenta al doctor, aunque sabiendo que lo más probable es que no tenga nada que ver con el coronavirus. La enfermedad, según el facultativo, preocupa a los jugadores, pero más por sus familias que por ellos mismos, sabedores de que no son un colectivo de riesgo.