El internacional danés fue un jugador de altibajos, que ilusionó en su primer año y destacó por sus pecularidades fuera el campo en los siguientes
05 sep 2020 . Actualizado a las 15:54 h.Cuatro años y pocas semanas después, Pione Sisto ya es historia en el Celta. Aunque ya en el verano del 2019 el club tenía toda la intención de desprenderse de él, ha sido algo más de 365 días más tarde cuando el jugador ha terminado su etapa en Vigo para regresar al mismo club desde el que llegó en el verano del 2016. Aquella primera temporada 2016/2017 fue la más ilusionante, pero a partir de ahí fue de más a menos, con destellos en las siguientes y aportando algún gol en todas ellas.
Los inicios: un fichaje ilusionante y héroe contra el Genk
«Quería venir y es un sueño estar aquí», decía Pione Sisto en su presentación, en la que destacó por quedarse firmando hasta al último aficionado mucho después de que se finalizara el acto. En aquella primera temporada disputó 49 partidos y marcó seis goles, todos ellos importantes. Contribuyó a las victorias en Liga frente a Espanyol, Barcelona, Valencia y Osasuna y anotó tanto en Balaídos como fuera en la eliminatoria de Europa League frente al Genk, de la que fue el héroe.
En ese curso se coló en varios onces ideales, recibió uno de los premios de la afición a mejor jugador del mes y se fue haciendo un sitio en la selección absoluta de Dinamarca. «Puedo hacerlo mejor, pero estoy en el camino correcto», decía él en esa época en la que convencía cada vez más. Fue un año en el que no tuvo descanso.
Seis goles en su segunda campaña y depresión durante el Mundial
La segunda temporada de Sisto en el Celta la saldó con seis goles en 36 partidos. De nuevo sus tantos sirvieron casi siempre para sumar y siguió dejando en líneas generales buenas sensaciones. Siguió siendo un fijo para Dinamarca y participó en el Mundial de Rusia, aunque este año confesaba que durante la disputa del mismo padeció una depresión. Pero siguió siendo un jugador importante.
En esa época, no obstante, comenzaron sus enigmáticas publicaciones en Instagram, dondehizo referencia a que se sentía odiado en su país debido a sus malas actuaciones con el combinado nacional. Antes de esa cita había comentado que Rusia podía ser un trampolín para cambiar de club, pero no sucedió así. Además, dejó momentos divertidos con sus compañeros y en Balaídos.
Preocupación por sus hábitos alimenticios en una discreta tercera temporada
Pese a que en pretemporada Mohamed había comentado que contaba con él, la tercera campaña fue el inicio del ocaso de Pione. Comenzaba tras el verano en el que confesó haber sufrido una depresión y durante todo el curso dio la impresión de no pasar por buenos momentos. Su cifra de partidos se redujo a 27, con muchos menos minutos que los cursos anteriores y dos goles e incluso Cardoso cargó contra su actitud en un partido. El celtismo le brindó su apoyo y él siguió mostrándose siempre muy cercano con la afición, especialmente con los más pequeños, y protagonizó algún momento cómico:
Hacia final de temporada, el propio jugador confesaba que se había vuelto loco al intentar pasar 21 días alimentándose solo de fruta, algo a lo que se refirió semanas más tarde en una entrevista concedida a La Voz. Seguía en redes a varios autoproclamados expertos en salud alternativa y esoterismo y se hacía eco de sus consejos. Además, seguía con peculiares reflexiones a través de las redes. Hasta creó una cuenta alternativa para hablar de ese tipo de cosas y al margen del fútbol.
Destellos y una fuga en coche a Dinamarca en su último año
En el verano del 2019 Pione hizo público que había rechazado una oferta millonaria para dejar el Celta, pese a que el deseo del club era que se marchara. No contó para Fran Escribá -que le dio un toque de atención en público-, pero la llegada de Óscar supuso un revulsivo para él. Volvió a tener minutos y marcó contra el Sevilla el gol del triunfo, su último tanto con el Celta en un curso en el que también marcó en Copa. Sin embargo, también iba a tener un desencuentro con Óscar, que con todo volvió a darle minutos posteriormente.
Durante el confinamiento, el ya excéltico volvió a ser noticia por fugarse a Dinamarca en coche sin permiso y sin avisar al club. A su vuelta, no comenzó a entrenar hasta una semana más tarde, casi con total probabilidad por un falso negativo en el test PCR. Frente al Espanyol disputaría su último partido, pero aún daría que hablar primero por sus paseos de madrugada en Vigo una vez de vuelta para la presente temporada y luego por el culebrón en que se convirtió su salida. Un culebrón que hoy ha llegado a su fin.