Ninguno de los expresidentes fueron invitados al acto de inauguración de la Ciudad Deportiva de Mos
01 dic 2020 . Actualizado a las 10:48 h.Quedan algo menos de treinta y tres meses para que el Real Club Celta cumpla sus primeros cien años de vida. Pero a Carlos Mouriño no le salen las cuentas, ya que para el actual propietario de la entidad celeste, el club nació en mayo de 2006 que fue cuando este exitoso empresario accedió a la presidencia, cargo en el que ninguno de sus predecesores fue capaz de mantenerse durante tanto tiempo.
Mouriño es el último presidente de una lista compuesta por 36 personas que inauguró Manuel Bárcena en 1923 y en la que también están Antonio Vázquez, Elías Alonso Riego, José Luis Rivadulla, José Luis Álvarez, Eloy De Francisco, Ignacio Núñez y Horacio Gómez; todos ellos fueron ignorados hace tres días en la inauguración de la nueva ciudad deportiva.
Las restricciones sanitarias se han convertido en la mejor excusa para todos aquellos que, como Carlos Mouriño, han convertido al Celta en su particular finca. ¿Alguien se puede creer que no hubiera espacio para los siete ex-presidentes que siguen vivos? ¿O lo que se pretendió fue hacer tabla rasa y para no invitar a su archienemigo Horacio Gómez, se hizo lo mismo con el resto? Porque otros muchos que no pintaban nada sí que estuvieron para ejercer de palmeros y hacerse la foto.
Desde luego no es una buena señal que esta ciudad deportiva por la que Mouriño quiere pasar a la posteridad haya contado apenas con el respaldo de un único partido político o que siga provocando rechazo entre algunos vecinos de Mos. Y aunque eso también es achacable a la falta de tacto de los actuales dirigentes, me parece lamentable que expresidentes o exempleados de este club casi centenario no estuvieran el pasado sábado en Mos. ¿Quién estaba encargado del protocolo?
En estos casi tres lustros como presidente, Carlos Mouriño ha tenido aciertos y errores. Bajo su mandato se llegó a una semifinal de la Europa League, pero también se estuvo cinco años seguidos en Segunda División, aunque de lo que más orgulloso se siente es de haber sacado al equipo del hoyo económico en el que estaba.
Pero antes de 2006, año I de la nueva era del celtismo, también hubo vida: tres finales de Copa del Rey, una clasificación para la Champions League junto a varios años compitiendo en Copa de la UEFA o dos rachas de catorce y doce temporadas consecutivas en Primera División. Por eso, y entre otras muchas cosas que a Mouriño se le siguen escapando, el Celta es uno de los grandes del fútbol español.