El juvenil Robert Carril, que abandonó el Celta el pasado verano, se suma a otros cuatro jóvenes futbolistas que la cantera amarilla captó en los últimos cinco años
18 nov 2021 . Actualizado a las 14:37 h.En Villarreal no apartan el ojo de lo que se cuece en Galicia. Cuentan desde hace más de una década con un ojeador sobre el terreno, el técnico vigués Belarmino Alonso, Milucho, y desplazan efectivos cada vez que algún futbolista les llama la atención.
La tradición viene de lejos y no ha dejado de repetirse en los últimos años. Robert Carril (Vigo, 2004) ha sido el último en emprender rumbo a Castellón. Lo hizo el pasado verano. El extremo, que fuera internacional sub-15 y sub-16 como celeste, compite de amarillo con el Juvenil A. «El Celta me había ofrecido seguir, pero no estaba teniendo los minutos que me gustaría. El Villarreal preguntó a mis agentes por mi situación. La última temporada no estuve a gusto y tomé la decisión de marcharme». Firmó por cuatro temporadas.
«Ahora estoy jugando, tienen confianza en mí y me siento cómodo. Es un cambio grande, que te hace centrarte solo en el fútbol y en tu futuro pero a mí me vino bien. Estar contando es importante para adaptarse, si aquí no jugara cambiaría el cuento», reconoce desde la residencia en la que conviven un centenar de jóvenes.
Manu Portela, con once años
El récord de precocidad en ese centro, tratándose de un niño nacido al otro lado del país, lo batió en el 2018 el alevín Manu Portela (Pontevedra, 2007) al que captaron desde el AJ Lérez. Jugaba de mediocentro. «Tenía once años. Cuando me dijeron que lo querían, yo no sabía ni dónde estaba Villarreal», recuerda Teresa Portela, su madre. «¿A mil kilómetros? Eso tiene que ser una broma. Mi primera reacción fue decir que no. Los padres de los compañeros del equipo me animaban a que lo llevara, las madres me decían que ni de broma. Estuve a punto de no dejarlo ir».
El Villarreal cursó invitación para que madre e hijo conocieran sus instalaciones, con el compromiso de, si todos estaban conformes, presentar una oferta al año siguiente. «Estuvimos una semana. Lo llevaron a un torneo en el que contaban quedar pronto eliminados y lo acabaron ganando. En el último entrenamiento había no sé cuántas personas viéndolo. Al terminar se acercaron a mí y me dijeron: ‘tengo una mala noticia'. Yo pensé que no les había gustado. ‘Queremos que se venga ya'. La cara que se me quedó...». La decisión costó lo suyo, y Manu, confeso celtista entonces, se acabó marchando. Hoy juega en el Roda, el cadete B del Villarreal. «Él está muy contento, lo lleva mucho mejor que yo».
«Lo ficharon sin hacerle prueba»
Un año después, en junio del 2019, ojeadores del submarino contactaron, a través de Fran Pena, técnico del Atlético Ribeira, con Alberto y Quina, los padres del extremo Adrián González (Ribeira, 2006) para mostrarles su interés en el joven. Lo habían seguido durante varios partidos de liga y la Copa Sálvora. Pena estaba convencido del talento del talento de Adrián y había intentado que Celta y Deportivo le dieran una oportunidad. El contrato del Villarreal llegó antes.
«Vinieron a verlo y se lo llevaron ya sin hacerle ninguna prueba ni nada», recuerda Alberto, su padre. «Yo estoy embarcado y la madre tiene que atender a otro hermano pequeño, así que no podemos ir a verlo todo lo que nos gustaría», reconoce.
En la que es su tercera temporada en Villarreal, Adrián forma parte del Cadete A. «Este año está teniendo menos minutos, hay mucha competencia por jugar, pero él está contento». Desde casa le piden que acabe los estudios.
Tasende y Pereiro, un viaje juntos
La nómina de gallegos se extiende. Dani Tasende (Coristanco, 2000) compite con el filial, líder de su grupo en la Primera RFEF, con el que suma tres goles. «Estaba jugando con el Bergantiños y vinieron a verme en varios partidos. Un día me dijeron que estaban interesados en que hiciera unas pruebas y jugara un torneo». El mismo torneo al que, en marzo del 2016, convocaron a Dani Pereiro (Vigo, 2000), cedido esta temporada en el Unionistas, y que entonces jugaba para el Coruxo. «Milucho habló con mi entrenador para coger el teléfono de mis padres. Fui con Tasende a las pruebas. Al acabar el torneo, uno o dos días después, nos llamaron a los dos para firmarnos». Tienen contrato hasta el 2023.
Cuando Pereiro y Tasende entraron en el Juvenil B eran los únicos gallegos de la residencia. Compartieron habitación. «Nos volvimos inseparables. Al año siguiente vino mi madre y me marché a un piso. Al estar con la familia no se echa tanto de menos la tierra» confiesa el hermano de Angeliño. Juntos vivieron un año dorado como juveniles. «Nuestra generación fue increíble. Ese año llegamos seis o siete. Había venido Fer Niño también. Ganamos la Liga y la Copa del Rey», rememora Pereiro.
Una maquinaria que no cesa
«De Galicia salen buenos futbolistas y el Villarreal los sabe buscar, está muy pendiente», reconoce Tasende. Cinco menores se marcharon en los últimos cinco años, pero la nómina es extensa. Jonathan Pereira fue pionero en el 2002, tras un acuerdo con el Santa Mariña vigués. Se fue con 15 años. A Diego Mariño lo pescaron con 14, en el 2004, del Areosa. Ambos llegaron a debutar con el primer equipo. Del Santa Mariña emigraron también, con 13 años, Pablo García, en el 2007, y Brais Méndez en el 2010. Como infantil, desde el Bergantiños, viajó Martín García en el 2015. Estos tres últimos regresaron luego a Galicia.