Ramón, el aficionado que presenció por primera vez un partido de los vigueses en Andorra gracias a su nieto, aún no lo ha asimilado casi dos días después; el club le permitió vivirlo de una manera única
16 dic 2021 . Actualizado a las 22:17 h.Ramón Seijas (74 años) cumplió en Andorra muchos sueños juntos: ver al Celta en directo por primera vez en su vida, hablar con Iago Aspas y sentirse, más que nunca, parte de la familia celtista. Han pasado más de 24 horas, pero asegura al otro lado del teléfono que aún no lo ha asimilado. «A mi edad, pierdo un poco la memoria. Pero esto te prometo a ti que no se me va a olvidar en la vida. Está a la altura de mi boda y los nacimientos de mis hijos. Era mi anhelo, temía morir sin que pasara. Casi no he podido dormir, se me vienen las imágenes todo el tiempo».
Esas imágenes son de horas inolvidables que compartió con el artífice de las mismas, su nieto Iván Álvarez Seijas. Él fue quien dio el paso de llevar al partido a un aficionado nacido en Santiago que emigró muy joven, sin ver nunca un partido en un estadio, pero manteniendo siempre intacta su pasión. Nunca quiso ir al Camp Nou o a Cornellá. «No quería verlos de lejos como hormiguitas, para eso ya está la tele. En el campo del Andorra caben 3.000 personas y sabía que los podría tener más cerca», comenta. Pero no imaginaba que tanto.
Porque Iván, además de proponerle ir Estadi Nacional de Andorra, dirigió un tuit al Celta con la historia de su abuelo, explicando que sería la primera vez que viera al equipo en directo y pidiéndoles algún detalle con él. La publicación, retuiteada enseguida por Grada de Río, obtuvo una gran repercusión y llegó al club, que optó por tener ese detalle con este aficionado que pedía su nieto. «Me han dado la alegría más grande de mi vida», exclama Ramón, que sigue emocionado y que lleva mejor estos días de médicos, pues está pendiente de una operación de cadera el día 22.
La emoción que inunda todas las imágenes que protagoniza en el vídeo del Celta que muestra sus vivencias se hace presente de nuevo cada vez que rememora lo que vivió. «Aún sigo en una nube. Mi hija me enseña los comentarios de los aficionados del Celta, que quieren que vaya a Vigo. Estoy muy agradecido también a ellos por el cariño que me están dando», dice. Y promete que para el mes de marzo, se propone ir si la intervención que tiene pendiente sale según lo previsto.
Pero llegue o no a vivir un partido en Balaídos, su felicidad ya es plena. Entre los momentos que vivió con más intensidad están el calentamiento a pie de campo o la celebración del gol y del pase. «Mi nieto me decía que tenía pinta de penaltis y yo le contesté que no, que íbamos a marcar. Y así fue», presume. Y eso que no estaba Iago Aspas, con quien pudo hablar telefónicamente en la previa. «El jefe de prensa me dijo: ‘Tienes una llamada desde Galicia'. No me lo imaginaba. ¡Ya era lo que me faltaba! Me dijo que haría lo posible para que nos veamos en persona», relata este aficionado que se declara «Iaguista».
También tiene palabras de gratitud para el presidente, Carlos Mouriño. «Eso no lo hacen Laporta ni Florentino, no lo hace nadie. ¡Qué persona tan sencilla y humilde, y qué deferencia tuvo conmigo!». Rodeado en la grada de celtistas, un matrimonio gallego que trabaja en Andorra le preguntó al ver que el máximo accionista le entregaba una camiseta que quién era él. «Les dije que no soy nadie, pero que tengo un nieto muy especial que me había montado todo esto».
Con Iván ya le unía un gran vínculo que se ha visto reforzado con lo vivido. Narra que cuando llegaron al estadio, el chaval se puso a hablar por teléfono un momento, apartado detrás del autobús del equipo. «Pensé que hablaría con la novia. Dijo algo de que ya estábamos en la entrada, les estaba avisando de que habíamos llegado, pero yo no me podía imaginar lo que me habían preparado. Estoy eternamente agradecido», añade.
«Nunca había visto al Celta en directo porque no me dejó la vida», recalca este celtista que presume de serlo de cuna y de que se irá en su féretro con la camiseta de Aspas. «Los míos lo saben», comenta sobre indicaciones que ya ha dejado bien claras. Y será con un sueño más cumplido y otro que, si todo va bien, hará realidad en marzo junto a su esposa, María Pérez, catalana pero celtista, presume él.