
Quieren que el filial recupere el carácter formativo y se nutra de futbolistas de casa
11 ene 2022 . Actualizado a las 12:05 h.Pocos achacan a Eduardo Covelo, el responsable de la cantera en los dos últimos años, la alarmante pérdida de identidad del Celta B, convertido en este tiempo en un equipo franquicia que diluyó por completo su condición de filial. «Covelo no tiene culpa de que se trajeran una docena de jugadores cada año para crear un equipo paralelo en el que acabaran jugando dos gallegos o tres. Tampoco de que se apostara por ese perfil de entrenador. Fue una decisión exclusiva del club, que priorizó los resultados sobre la formación de futbolistas». Quién habla conoce bien, desde dentro, el proceso de deterioro que ha vivido la base celeste en los últimos tiempos.
El club semeja ahora decidido a revertir esa deriva. El pasado verano reformó su organigrama. Devolvió a Carlos Hugo García Bayón al puesto de director de cantera, reforzó el papel de Álex Otero, convertido ahora en coordinador de las categorías inferiores, e incorporó a Alfredo Merino, con pasado en el Real Madrid, a la sombra de Ramón Martínez, como responsable de captación. La voluntad de García Bayón y de Otero es la de dar un golpe de timón al filial para reforzar la presencia de los jugadores criados en la base y recuperar, progresivamente, su carácter formativo. La intención es que el proyecto futuro se cimente en torno a estos futbolistas, algo que no ha sucedido estos últimos años.
Además de diversas reuniones, que ya se han llevado a cabo en diferentes frentes para modelar el proyecto, los responsables de la base escrutan y perfilan, con el beneplácito de la dirección del club, el papel que estos jóvenes vienen desempeñando esta temporada para evitar que se repitan situaciones como las vividas la pasada temporada, en la que los canteranos en dinámica del primer equipo llegaron a ser irrelevantes para su filial.
El club afina su postura
La línea que delimita el concurso de los canteranos ha ido perfilando su trazo. Coudet empezó contando con juveniles, ante la decisión del club de que los futbolistas del filial tuvieran presencia activa en el Celta B. Luego los incluyó en dinámica del primer equipo, con la advertencia de que no los convocaría —por orden del club— si no fuera para tener «participación directa» en los partidos. Algo que sí sucedía con los juveniles Hugo Álvarez y Hugo Sotelo. Ambos alternaban convocatorias con el primer equipo con minutos en el equipo de División de Honor sin mayores contratiempos.
Esta tecla, desafinada para los futbolistas de Onésimo, también se ha ido puliendo en las últimas semanas. El pasado sábado por la tarde, Carlos Domínguez y Gabri Veiga estuvieron en el banquillo del primer equipo ante la Real Sociedad. Coudet no le dio minutos a ninguno de los dos, pese a dejar tres cambios sin consumir. Con menos de 24 horas de diferencia, y teniendo por medio que emprender un viaje de retorno desde San Sebastián, ambos fueron titulares en Barreiro en la mañana del domingo ante la SD Logroñés. Carlos jugó los 90 minutos y Gabri, 84.
La dirección de la base pretende que el flujo entre el Juvenil División de Honor, el Gran Peña —con el que se firmó un convenio por tres años— y el filial también se perfeccione.
Onésimo, cuestionado por un amplio sector por su gestión de la base
El último día de la pasada temporada, tras ser eliminado el Celta B en el play off de ascenso a Segunda, Onésimo Sánchez reunió a la plantilla y le hizo ver que su continuidad dependería exclusivamente de su voluntad: «Que sepáis que el elegido del club soy yo», espetó para disipar cualquier duda antes de tomarse las vacaciones. «No está firmado, y hay cosas que en un momento dado se pueden torcer, pero nosotros contamos con Onésimo», avaló Carlos Mouriño.
A la expectativa de otras opciones de mercado, el técnico pucelano se tomó varias semanas antes de responder a la oferta de renovación, por dos temporadas, que le planteó el club. Pese al innegable éxito de resultados, la gestión de los futbolistas de la casa había abierto brecha interna. Como ejemplo, Carlos Domínguez había disputado en la competición regular con el filial 663 minutos. Gabri Veiga, 305. Miguel Rodríguez, 340. Todos ellos alcanzaron en diferentes fases la dinámica de primer equipo.
La alternativa de Yago Iglesias
Onésimo cumplió con el papel resultadista que le exigió el club. El modelo disgustó internamente y cerró la posible promoción interna de los técnicos de la base. Tras 12 años en las categorías inferiores, Jorge Cuesta abandonó contrariado el Celta el pasado verano.
Mientras Onésimo reflexionaba sobre su continuidad, varias voces internas postularon a Yago Iglesias —que había abandonado ya el Compos—como su relevo idóneo. Al ahora técnico del Zamora se le otorgaba el carácter formativo que se sigue cuestionando en Onésimo. Pese a las once incorporaciones de esta temporada, el pucelano sigue pidiendo fichajes. El papel de los jóvenes del Celta C y del Juvenil ha sido completamente residual y el propio preparador lo considera como algo excepcional. Ni Fran López, ni Darío, ni Hugo Álvarez tuvieron opciones cuando se quedó sin delanteros. Un discurso que choca con lo que ahora pretende el club.