Yoel Lago, el niño que no se dio por vencido

GRADA DE RÍO

Yoel Lago con su padre, Carlos, durante un partido con el Celta.
Yoel Lago con su padre, Carlos, durante un partido con el Celta.

El mediocentro juvenil es una de las apuestas de futuro del Celta, al que llegó tres años después de haberlo descartado por «pequeño y gordito»

24 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En la aldea de Quintáns, en Mondariz, a Carlos Lago le contaron las virguerías que su hijo Yoel hacía con la pelota. «Pero, ¿qué va a jugar si es un retaco?». El tío del pequeño le había regalado por Reyes un pase en la escuela del equipo de su pueblo. Yoel tenía cinco años. «Fui a verlo y me quedé flipado». En el segundo año de benjamines marcó 97 goles. Más de uno lo celebró imitando a Cristiano. Ahora, idolatra a Modric.

Aquel equipo en el que destacó Yoel Lago (Mondariz, 2004) llegó a manos de Manu Vilasboas, Lolo, entonces técnico del Mondariz y hoy analista del Celta B. «Tenía una superioridad tan evidente que le aconsejamos a su familia que se marchara para poder crecer. Bajaba a recibir, era capaz de atravesar el campo, de fijar a tres jugadores con él y de servir el gol o acabar él mismo la jugada. Donde estaba el balón, estaba él».

Yoel empezó a jugar al fútbol en el Mondariz, el club de su localidad natal
Yoel empezó a jugar al fútbol en el Mondariz, el club de su localidad natal

Yoel tenía 9 años y el equipo se le había quedado pequeño. Fue a varias sesiones e hizo las pruebas con el Celta. «No lo quisieron por pequeño y gordito», alega su padre. Se acabó marchando al Porriño Industrial. «Llegó desmotivado, psicológicamente de bajón. A lo mejor, si hubiese fichado por el Celta en aquel momento, no estaría donde está a día de hoy. Aquello le ayudó a ser consciente de sus defectos y a ponerse las pilas», reflexiona Brian González, el técnico que lo dirigió durante los tres años que pasaría en O Porriño. «Cuando vino a probarse, yo entrenaba a los alevines de segundo año y él era de primero. Ya tenía el equipo cerrado. En el calentamiento, solo con el primer control, viendo cómo se orientó para golpear, ya me enamoró. Me dije, ‘este va a ser mi mediocentro’. Siempre se posicionaba bien, se metía entre centrales y sacaba el balón jugado. Le faltaba un poco de velocidad y le di bastante caña con eso».

Yoel Lago, en su etapa en el Porriño.
Yoel Lago, en su etapa en el Porriño.

Brian concienció a Yoel de la importancia de una mejor nutrición y de aparcar la cantidad de refrescos que tomaba. «Hablaba con él y era una pasada. Mientras los otros niños estaban pendientes de si les gustaba una niña o de hacer el ganso, él se iba a correr para bajar de peso. La diferencia entre jugadores con la misma calidad está en esos pequeños detalles. Yoel tiene una mentalidad muy fuerte y eso le hizo progresar».

En su segundo año ya era el capitán del equipo. «Fue uno de los mejores jugadores de la categoría. En el partido contra el Celta vino su entrenador y me dijo: ‘Este chico es una pasada’», rememora Brian. «Pues tendría que estar en tu equipo y no en el mío», le contestó. Al año siguiente, vinieron a por él. Esa temporada se entrenó en Vigo varios días a la semana y jugó con el Porriño. Al terminarla, con 12 años, el Celta se lo llevó definitivamente.

Cinco meses sin competir

«Le preguntaron en qué posición se encontraba más cómodo y dijo que de mediocentro. Aprendió a correr hacia atrás. Le costó entrar. Esos chavales ya llevaban años juntos y tenían mucha calidad». En su primer año de cadetes, Yoel se quedó cinco meses sin poder competir por un problema en un testículo. «Pasó de un escenario en el que estaba por encima del resto a otro en el que se le exigía como a los demás», indica Vilasboas. «El secreto de Yoel es la perseverancia, su capacidad de sacrificio y su gran polivalencia», añade.

Yoel y Manu Vilasboas, analista del Celta B y que fue su entrenador durante su etapa en el Mondariz.
Yoel y Manu Vilasboas, analista del Celta B y que fue su entrenador durante su etapa en el Mondariz.

Fruto de esa flexibilidad y de retrasar su posición, Yoel se ganó entre mediocentro y central un sitio en el Juvenil División de Honor que el domingo (17h, A Madroa) afronta ante el Granada los cuartos de final de la Copa del Rey. Como central debutó con el Celta B en Calahorra.

«La jornada siguiente Onésimo también le dio minutos en Balaídos —ante el Zamora— y contra el Logroñés nos ayudó en una fase del partido compleja», apunta Vilasboas. «De central para mí fue todo un descubrimiento. Nunca pensé que lo iba a hacer como lo está haciendo», admite su padre. «Con lo competitivo que es, iba a adaptarse seguro», anota Brian González.

Yoel celebra junto a Hugo Sotelo un gol del Juvenil División de Honor en la presente temporada
Yoel celebra junto a Hugo Sotelo un gol del Juvenil División de Honor en la presente temporada XOAN CARLOS GIL

Con un año en edad juvenil por delante —mañana cumplirá 18 años—, Yoel firmó en octubre su primer contrato profesional con el Celta, hasta el 2026. «Si se sacrifica, tiene condiciones para llegar a la élite», pronostica Vilasboas, vecino de Covelo y que muchos días le hace de chófer. «Está en época de aprender y de seguir creciendo. Que no se lesione, que es lo más importante», remata su padre. Desde que empezó a jugar en el Mondariz hasta que la pandemia se lo impidió, Carlos solo se perdió un partido de Yoel. Ante el Tomiño, en el 2011. Le había dado un infarto.