«Damián siempre tuvo alma de líder, era como tener al entrenador dentro del campo»

GRADA DE RÍO

Damián junto a Mónica, su madre, tras un partido con el Juvenil División de Honor
Damián junto a Mónica, su madre, tras un partido con el Juvenil División de Honor

Su madre, su hermano, con el que compartió vestuario en el Celta, su amigo Mario Prol y su primer entrenador dibujan al capitán del Juvenil

13 abr 2022 . Actualizado a las 04:29 h.

Hace dos años, cuando competía con el Juvenil B del Celta, Damián Rodríguez Sousa (Ponteareas, 2003) y su hermano Nico (2001) compartían vestuario. Damián todavía era cadete. «Él jugaba de 6 y yo de central. Chocábamos porque los dos tenemos mucho genio. En los entrenamientos, teníamos algún pique que otro. A él le gusta mandar, y a mí más que a él. Yo era su capitán», recuerda, entre risas, Nico. Al final de aquella temporada, al equipo lo invitaron a un torneo internacional en Zubieta. Salieron campeones. Fue el último torneo que disputaron juntos. Al inicio de la siguiente campaña, Nico, compañero de generación de Carlos Domínguez, Iker Losada o Lautaro, tras casi siete años en el club, lo dejó. «Me fui antes de Navidad. No estaba teniendo minutos y opté centrarme en sacar segundo de Bachiller. No me arrepiento». Hoy compite con el Juvenil de Ponteareas.

Damián, con su hermano Nico, tras el torneo que el juvenil conquistó en Zubieta
Damián, con su hermano Nico, tras el torneo que el juvenil conquistó en Zubieta

Damián se quedó. Había llegado al Celta antes que Nico, como benjamín de primer año en el verano del 2011. Jugó con la selección gallega y con la española, que lo reclamó como cadete. Su progresión hizo sonar algunas campanas, pero nadie en su casa pensó en un cambio de aires. «Nunca nos lo planteamos. Algún comentario llegó, pero era un tema que ni hablábamos. Donde mejor estaba es aquí», sostiene Mónica, su madre. Damián, que renovó recientemente por cinco temporadas, es hoy el capitán del Juvenil División de Honor.

Un plato de maíz con atún

«El secreto de Damián es la constancia y el trabajo. Es muy estricto. Lo que se cuida con el gimnasio y las comidas. A mí lo de la comida siempre me costó muchísimo», confiesa su hermano. Precisamente, delante de un bufé libre, en una concentración de la selección gallega, nació su relación personal con Mario Prol, el que luego sería su compañero tres años en el Celta, y que hoy juega en el Noia.

Damián, el cuarto por la izquierda en la fila inferior, junto a Mario Prol, el quinto, en una concentración de la selección gallega.
Damián, el cuarto por la izquierda en la fila inferior, junto a Mario Prol, el quinto, en una concentración de la selección gallega.

«Los dos cogimos maíz con atún y empezamos a hablar por la coincidencia. Quedó como el inicio de nuestra amistad. Luego hicimos broma con eso. A Damián lo tendría siempre en mi equipo. Por el carácter que tiene y lo que transmite. La calidad para dirigir y manejar al equipo. Nunca lo he visto jugar en otra posición que no sea la de mediocentro. La entiende a la perfección. Cuando yo llegué al Celta como juvenil de primer año, él aún era cadete y ya ordenaba, siempre tuvo dentro del campo alma de líder. Todo el mundo lo respeta. Es como tener al entrenador dentro del campo. Si algo puede mejorar, quizá sea la faceta defensiva porque no ha estado muy exigido estos años», dice Prol, que se recupera de una grave lesión en su rodilla izquierda. La de Damián le dio un susto en diciembre, en un partido contra el Pabellón de Ourense, que lo tuvo dos meses parado.

«De callado, nada»

«De la manera que movía la rodilla en casa y se quejaba, yo pensé que tenía algo serio. Lloraba de la rabia, de la impotencia. Al final se quedó en un esguince pero lo pasó mal», recuerda su madre. «Es un chico educado y bastante callado», describe. «¿Quién, Damián?. De callado, nada. Está todo el día de risas», apostilla Mario Prol.

Damián ya debutó con el Celta B la pasada temporada en Burgos. «Quiero pensar que a esa generación van a tenerle en cuenta lo que ha hecho y darle alguna oportunidad», dice su hermano. «El salto es grande pero si apuestan por él, condiciones y nivel tiene de sobra. El tiempo de adaptación hay que dárselo. El Celta C se le quedaría corto», añade Prol. «Le pido que tenga un plan fuera del fútbol», pide Mónica. Nico ya sabe lo que es eso.

 «Con 4 años, enchufaba los goles desde el córner»

Damián tenía 3 años y acompañaba a su hermano Nico, que jugaba en el Condado. Un club que se acabaría fusionando con el Ponteareas —justo el verano en el que a Damián lo captó el Celta— para dar lugar al Vila do Corpus. Su primer entrenador, Nino Carrera, no olvida sus primeros pasos. «Cuando vino, era el más pequeño de todos. Podías alucinar con el golpeo que tenía. El balón le daba por las rodillas. Tiraba los penaltis. Tenía solo 4 años, y cuando había un córner en el lado derecho, que le venía bien porque era zurdo cerrado, yo le decía: ‘Damián, tira’. Y los enchufaba directos. Era impresionante».

Damián, en brazos de Nino, su primer entrenador en el Condado
Damián, en brazos de Nino, su primer entrenador en el Condado

Nino vio evolucionar a Damián en los cinco años que pasó en el club. «Era muy inteligente. Sabía dónde ir a una presión, le venía la pelota a un lado y la intentaba mandar al otro. Tenía conceptos tácticos que no eran normales en un niño tan pequeño». Con 8 años, siendo benjamín, a los padres de Damián les llegó un recado. «Nos avisaron del club, que tenían un correo del Celta pidiéndoles si lo dejábamos ir a un entrenamiento», recuerda su madre. Fue a varios. Y se quedó. Era el verano del 2011.

Damián, recién incorporado al Celta en categoría benjamín
Damián, recién incorporado al Celta en categoría benjamín

Nino se gana ahora la vida como conductor de un camión en una empresa de madera, pero no ha perdido la pista de Damián. «Voy a verlo a menudo y es impresionante lo que creció. Tiene alma de líder. Sabe cuándo tiene que guardar la posición, cuándo debe tocar fácil, cuándo tiene que jugar largo, corto, cuándo acelerar, cuándo ir al choque... Debe seguir mejorando, pero lo veo por el camino adecuado». En la trastienda, aquel canijo de 3 años. «Ya le veías cositas».