A sus 21 años, el central vigués no olvidará su debut en Los Cármenes ante el Celta con la tarea de marcar a Santi Mina y a Iago Aspas
03 may 2022 . Actualizado a las 09:09 h.La noche del pasado sábado, Aitor Karanka reclutó a su plantilla en el Hotel Granada Palace, a escasos cuatro kilómetros del estadio Nuevo Los Cármenes. En esa convocatoria, apretada por las bajas que dejaban a Germán como único central disponible, estaba Sergio Barcia Laranxeira (Vigo, 2000). Cuando cruzó la puerta de la habitación 212, Sergio todavía no sabía qué papel tendría ante el Celta, el equipo al que entregó su infancia y del que salió en agosto del 2020, tras un fugaz y fructífero paso como cedido en el Ourense CF, para enrolarse en el filial del Granada.
«Había la posibilidad de que me tocara jugar, pero no estaba seguro de que se fuera a dar», dice Barcia. Las previas pronosticaban que Karanka decidiría entre él y Pepe —otro jugador del filial con más experiencia en el primer equipo— un puesto como titular. «Cuando llegué a la habitación del hotel, me duché e hice una videollamada de media hora con mis padres, que acababan de llegar después de nueve horas de coche con unos amigos míos desde Galicia para ver el partido», recuerda. Luego se fue a dormir.
Los consejos de Karanka
El domingo, entre el desayuno y la comida, a las 12, Karanka convocó la charla técnica. «En ese momento, con el vídeo, fue cuando supe que jugaba. Estaba preparado por si tocaba y, por suerte, tocó». El técnico le tenía reservada una pequeña charla.
«Cuando llegamos al campo, en el vestuario, me dio unos consejos. Me dijo que estuviera tranquilo, que estaba preparado. Él ha sido central a muy alto nivel y se lo agradecí mucho, tanto que me haya dado la oportunidad, como la confianza. Al final era mi debut delante de tanta gente. Sales nervioso, pero con lo que me transmitió me costó menos». Karanka ya lo había llevado al Metropolitano, pero Barcia no había pasado del banquillo.
«Son de los mejores delanteros»
Por si fuera poco el testigo, con el Granada en descenso y hambriento de puntos, enfrente iba a estar el Celta. Emociones fuertes. Y a Sergio le tocaba ponerle freno. «Iago Aspas y Santi Mina son de los mejores delanteros españoles, dos futbolistas de un nivel muy alto. Era complicado marcarlos, intenté hacerlo lo mejor que pude. Tuve un fallo justo al comienzo del partido —en una acción con Mina—, quizá como producto de la tensión y la diferencia del ritmo al que estoy acostumbrado. A partir de ahí fue todo mejor, me fui acoplando al partido y me sentí más cómodo». Estuvo en el césped hasta el minuto 76.
Fue su segundo partido en Primera División. Nada que ver con el de su debut, en noviembre del 2020, en Anoeta ante la Real, con el campo vacío. Una epidemia de covid había dejado a otro vigués, Diego Martínez, con solo siete jugadores de campo para poder alinear. Llevó a cuatro juveniles al once y Barcia, con el dorsal 42, fue uno de ellos. Perdieron 2-0. «De una situación muy extraña y muy complicada para el club, yo saqué uno de los días más importantes de mi vida. Salí titular y jugué la primera parte de lateral derecho y la segunda de lateral izquierdo. Con el del Celta, fue el partido más importante de mi carrera», admite.
«No jugar también es aprender»
La posibilidad de seguir con el primer equipo asoma, pero Sergio, capitán del Recreativo Granada, con el que lleva 28 partidos y 6 goles en la Segunda RFEF, no quiere carros antes que bueyes. «Venirme con mi novia y no verme solo aquí me ayudó mucho. La temporada pasada acabé jugando todo en el filial y este año me tocó ser capitán y tirar un poco más del equipo. Estoy empezando, tengo mucho que mejorar, muchas cosas que aprender. Me fijo mucho en los veteranos en mi puesto como Germán, Víctor Díaz o Duarte, para poder algún día estar a su nivel. Lo que llevo en la cabeza, a mi edad, es tener tranquilidad. Yo no tengo prisa por llegar. Todo necesita un proceso y quedarte sin jugar también es un aprendizaje. Hace dos temporadas estaba en Tercera División y estoy muy orgulloso de esa experiencia. Tuve que salir de mi zona de confort, ganarme un sitio, y aquí estoy, preparado para lo que venga», dice. En junio acaba contrato y el Granada puede ejercer una opción de dos años con el primer equipo. Barcia pide calma. «Quedan dos meses, ya se verá».
«Más que la decisión del Celta, me dolió la forma en la que se dio»
Lo había pactado días antes. Cuando Martínez Munuera cobró el final del partido, y se hubieron abrazado lo suficiente, aliviados con el empate, Sergio Barcia buscó a Fontán. «Con Jose y con su hermano Javi —en el Arousa— tengo una relación muy cercana. Entramos en el Celta en el mismo año como alevines y pasamos mucho tiempo juntos. Nuestras familias se llevan muy bien y hablamos todas las semanas. Cuando vi que iba convocado, le dije que teníamos que cambiarnos la camiseta al final y hacernos una foto. Encontrarnos tantos años después en Primera División era para inmortalizarlo», reconoce. En la bocana del túnel de vestuarios, y con el móvil de Jose, hicieron la foto.
Barcia no quiere mirar atrás, ni cuestionarse las oportunidades que le faltaron en Vigo. «Lo que más pena me dio no fue tanto que el Celta no contara conmigo, porque al final eso son decisiones de club que la gente tiene que tomar y no pasa nada, fue la forma en la que salí. Yo allí llevaba mucho tiempo, desde los 11 años, y todo mi entorno es del Celta. Igual ellos pensaron que había que hacerlo así, yo hablo de cómo lo sentí yo. Me molestó un poquito, pero ya está, no hay más vueltas que darle. La vida sigue para todo el mundo. Pasó bastante tiempo y mi cabeza está aquí. Yo no le guardo rencor al club ni a nadie», añade.
Además de con Fontán, Barcia mantiene el contacto habitual con varios compañeros de su generación. «Con Carreira, con Carlos Domínguez y con Pampín también hablo mucho». El domingo tocaron felicitaciones. Ahora, solo quiere mirar hacia adelante. «Yo siempre he dicho que el fútbol no se acaba en ninguna parte. Ni en Vigo, ni en el Granada, ni en el Madrid. Hay muchos sitios en los que poder jugar, muchas oportunidades que tomar».