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El Celta no remonta un partido con el marcador en contra desde mayo del 2021 y acumula más de una temporada sin voltear un resultado adverso
18 sep 2022 . Actualizado a las 23:05 h.Las remontadas no son para el Celta. El equipo de Eduardo Coudet no le da la vuelta a un partido desde 16 de mayo del 2021, cuando lo hizo en el Camp Nou en el epílogo liguero de la temporada 20/21. Desde entonces han pasado 16 meses y más de una temporada sin que los célticos terminasen ganando un partido que comenzó con el marcador en contra. Encajar primero se ha convertido en un sinónimo de derrota o empate en el mejor de los casos.
La última vez que el Celta salió ganador de un duelo que comenzó encajando un gol fue en las despedida de Leo Messi del Barcelona. El argentino abrió el marcador a los 37 minutos y diez después, empató Santi Mina para un conjunto vigués cogido con alfileres. La igualada se mantuvo a lo largo de una segunda parte en la que pasaron pocas cosas y, finalmente, en el minuto 87, de nuevo el delantero vigués apareció en escena para hacer el 1-2.
Desde entonces, el Celta ha ido con el marcador en contra en 17 ocasiones y su mejor resultado fue un empate, el más recordado, el 3-3 de la temporada pasada ante el Barcelona después de irse con un 0-3 al descanso. Por el contrario, el Celta no fue capaz de certificar el triunfo en partidos que comenzó ganando como la cita ante el Valencia del curso pasado en casa (de 1-0 a 1-2), o la remontada del Real Madrid en el Bernabéu, también el curso pasado, pese a adelantarse en dos ocasiones en el marcador.
Al margen de la ya lejana cita del Camp Nou, la penúltima remontada del Celta se dio en Huesca en marzo del año 2021. Aquel día, los vigueses abrieron el marcador, pero el rival le dio la vuelta a la contienda por la vía rápida (2-1) y en la segunda mitad el Celta reaccionó para imponerse 3-4 en un partido que quedó marcando por la lesión de Rubén Blanco.
Los dos precedentes parecen lejanos y a lo largo de este tiempo, el Celta no encontró los caminos para la remontada. Casi nunca tuvo un plan B que cambiase las contiendas, quizás por su escuálido fondo de armario y también porque su plan de juego es muy previsible y los rivales se cierran y esperan la salida a la contra para sentenciar. Se vio en las tres últimas derrotas de la temporada en curso: el Real Madrid hizo sangre después del 1-2 de Modric, que llegó cuando peor lo pasaban los blancos. Lo mismo sucedió con el Atlético en la reciente visita al Metropolitano y se repitió el sábado en Mestalla con el Valencia.
Coudet comentó en más de unas ocasión que prefiere comenzar los partidos ganando porque así los rivales se tienen que abrir y quedan más espacios, pero la realidad indica que los vigueses tampoco son del todo solventes a la hora de cerrar los partidos. El ejemplo de esta liga del Espanyol, que equilibró un 2-0 adverso en la recta final del partido de Balaídos después de dos licencias del conjunto del Chacho. Los vigueses están obligados a cambiar la tendencia.