
El noruego rebaja en el Celta su media de tiros y sigue sin encontrarse con el gol
08 nov 2022 . Actualizado a las 07:29 h.Edgaras Jankauskas (Vilna, 1975) fue un delantero internacional lituano que llegó desde el Brujas a la Real Sociedad a principios de siglo. Durante muchas jornadas estuvo peleado con el gol, un déficit que, entre otros, llegó a condenar a aquella Real durante 24 jornadas a los puestos de descenso. «Un delantero sin gol es como un bar sin cerveza», se despachó con él John Benjamin Toshack, que dirigía entonces al equipo. Jankauskas le hizo un doblete al Oviedo, en la jornada 29, tras siete consecutivas sin ver puerta, que sacó a la Real de una zona roja a la que ya no volvería. Acabó aquella temporada con once goles.
Esa lapidaria reflexión del técnico galés, tan dado a las extravagancias dialécticas, podría aplicarse a las diez jornadas que Jörgen Strand Larsen lleva vistiendo la camiseta del Celta, previo pago de algo más de 11 millones de euros al Groningen neerlandés, con el que se apuntó 14 goles la temporada pasada. Todavía no se ha estrenado en la Liga. El fichaje estrella de Luís Campos brilló en su debut ante el Cádiz, en el que sirvió una asistencia a Óscar Rodríguez y dejó muestras de su movilidad y su poderío físico.
A Larsen le acompañan las estadísticas del juego aéreo. Sale victorioso de la mitad de duelos a los que se enfrenta, haciendo valer sus 193 centímetros. Se maneja bien en los espacios, actúa como referencia en los balones largos y la precisión en su juego ronda el 70%. Su mapa de calor, en estos diez partidos, prueba que, tras el área y su frontal, Strand tiene a retrasar más su posición hacia el flanco izquierdo. Recibe una media de dos faltas en cada encuentro.
El déficit en los tiros a puerta
Lo que Jörgen todavía no ha encontrado es la eficacia. Estrelló un remate de cabeza en el palo en su debut y logró mandar la bola a la red contra el Barcelona, en una acción invalidada por un fuera de juego previo de Javi Galán. En el Metropolitano rondó el gol un par de veces. «Me siento un poco responsable, pero es lo que hay. Lo bueno para mí es que ya he dado pasos. Tuve dos ocasiones, los goles llegarán», dijo después. Le dio a Óscar otra asistencia en Zorrilla —irrelevante con el 4-1 definitivo— pero su poderío sigue sin traducirse de cara a puerta.
Larsen empezó esta temporada en la Eredivisie. Jugó cuatro partidos antes de desembarcar en Vigo. Marcó un gol, dio una asistencia y presentó una media de 2,5 tiros por encuentro. En el cómputo de las dos campañas previas, en las que atacó para el Groningen, esa media fue de 1,9. Un registro que ha caído en el Celta. Strand golpea 1,6 veces por partido.
Ante Osasuna, su número de disparos entre palos fue de cero en 57 minutos, antes de dejar su puesto a Gonçalo Paciência. El portugués probó a Aitor Fernández en dos ocasiones. Si atendemos a los nueve partidos de los que participó, Paciência ha tirado todavía menos que Larsen, una media de 1,3 veces. Eso sí, sus 263 minutos sobre el césped distan de los 694 que lleva consumidos el noruego, y Gonçalo ya sabe lo que es marcar como celeste. Lo hizo en la primera jornada ante el Espanyol.
Los dos tiros entre palos de media, con siete goles y dos asistencias, vuelven a encumbrar a Iago Aspas, que sigue sin encontrar un socio eficaz. Larsen llegó con el propósito de serlo, pero al bar le sigue faltando hoy, como diría Toshack, el suministro de cerveza.