Santiago Góngora, de ascendencia gallega, entró en contacto con el celtismo en el 2015, cuando grabó una versión del himno; la semana pasada, pudo celebrar in situ la efeméride
29 ago 2023 . Actualizado a las 10:09 h.El celtismo del uruguayo Santiago Góngora ha ido in crescendo desde que conoció al Celta en el año 2012 y en este tiempo ha ido dando pasos que culminaron la semana pasada. Su ascendencia gallega hacía que en su casa se sintonizara con frecuencia la TVG y en el 2014 se desató su celtismo, contaba en su día. A partir de ahí, en el verano del 2016 había podido ver al equipo en directo en su país durante la pretemporada; el año pasado, estuvo en Vigo por primera vez, pero sin que le coincidiera con partido -viajó a España por motivos académicos-; y en este mes del centenario, pudo pasar en la ciudad la semana clave, participar en la celebración del celtismo en Balaídos el día 23 y acudir al duelo frente al Real Madrid y a la fiesta previa.
Las vivencias de estos días son inolvidables para el joven. «La experiencia fue muy, pero muy linda. Sobre lo futbolístico, a pesar de la derrota, el equipo jugo muy bien y dio pelea durante todo el partido, incluso pudiendo empatarlo o ganarlo. Eso claramente hizo la experiencia mucho más disfrutable», cuenta. Pero lo más importante para él iba más allá de sumar puntos o no. «Me quedo con poder compartir el momento con otros celtistas. Escuchar sus comentarios durante el partido, escucharlos festejar, reclamarle al árbitro, quejarse. Ese tipo de cosas que tienen que ver con el relacionamiento humano y que solo la presencialidad lo regala», detalla.
Califica la previa, con los conciertos de Dakidarría y Keltoi! que había preparado el club, de «fantástica, por supuesto». «Ya de paso, pude escuchar música en galego en vivo luego de la única vez en que había podido, cuando Luar Na Lubre fue a Uruguay en 2019», recuerda. Y otro momento «muy especial» que se lleva es «haber podido compartir con otros celtistas la celebración improvisada, y necesaria, dadas las circunstancias, por el 23 de agosto». Subraya que más allá de las actividades concretas, se marchó con «sensación de alivio y gratitud por haber podido participar de momentos tan importantes en la historia del Celta».
Contagiado por el sentir que ha percibido a su alrededor, confiesa que se quedó, al mismo tiempo, «un poco desilusionado con la postura del club con respecto a la semana del centenario» al saber que había gente de Vigo se sentía así. «Previo a saber que otra gente lo pensaba no me sentía desilusionado, pues para mí ya estar en esta semana en Vigo era como un sueño. Pero luego me enteré que varias personas se pidieron vacaciones esa semana para poder estar disponibles para las actividades y, al final, todo fue un acto privado, una placa con errores de escritura, que yo pude encontrarlos sin que me dijeran cuáles eran, y una previa en el día del partido que, como me dijeron, podría ser una previa más de otro partido importante», analiza.
Viajó acompañado por su pareja, Agustina, que poco apoco, se va sintiendo más cercana al club de Góngora, sobre todo, después de este viaje. «Un poco se emocionó con todos los actos, porque sabe lo importante que es para mí. Al menos, conseguimos que se pusiera la camiseta y ella misma fue y se pintó la cara de blanco y celeste. Le encantó la experiencia de ir a Balaídos, también», cuenta. Se alojaron en casa de Alberto Fernández (CeltaHistoria) con quien contactó en su día, en el 2015, para su iniciativa de versionar el himno clásico del Celta, y mantiene un vínculo importante desde entonces. «Nunca jamás me voy a olvidar que el centenario del club lo recibí en casa de Berto y familia. ¡Cuánta bondad y cuánto celtismo en esa casa! Y que, luego, el 23 y el 25 los pasé de fiesta en Vigo», repasa.
El hecho de haber podido desplazarse a Galicia en esta fecha vino dado por el hecho de que su cotutor de tesis de maestría en informática es de Madrid, de la Universidad Complutense. «Vine a visitarlo a él, para trabajar juntos, y a fin de mes tengo una conferencia en Jaén. Entonces, aproveché a venir siete días de la fecha pautada, coincidiendo con el centenario». Subraya que «la alegría de haber podido estar en la ciudad en la semana del centenario» se la va a llevar «para siempre». «Fue un sueño constante durante los siete días que estuvimos», finaliza.