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Claudio Giráldez argumenta su sueño

X.R.C. VIGO

GRADA DE RÍO

César Quian

El porriñés, que no oculta que su deseo es entrenar al Celta, coloca en play off a un filial plagado de jóvenes, con un fútbol vistoso y demostrando que está preparado

17 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Claudio Giráldez González (O Porriño, 1988) está acumulando méritos para cumplir su sueño. No hace mucho dijo que su objetivo era entrenar algún día al primer equipo del Celta y cada año se supera en el fútbol formativo celeste. Primero, hizo campeón al juvenil de División de Honor; después, llevó al Celta B a una promoción de ascenso y, esta temporada, con un equipo nuevo y plagado de chavales, lo tiene en zona de play off cuando la única meta es la formación y la salvación. Además, con los centrales lesionados, buscando soluciones de todo tipo, sin un delantero centro específico y con un fútbol de lo más atractivo. Un manitas en el banquillo.

«Mi sueño es poder entrenar al primer equipo aquí y me estoy preparando para ello. Creo que estoy listo para poder llegar y luego ya es decisión de la gente que está por encima de mí darme la oportunidad algún día o no», comentó el porriñés el pasado mes de junio, en pleno play off por una plaza en el fútbol profesional contra el Eldense. Aquella fase de ascenso fue la guinda a un año en el que Giráldez confirmó las mejores expectativas: logró un Celta B atrevido con balón pero que, al mismo tiempo, sabía defender, que jugaba con cinco atrás pero, en realidad, era un equipo de lo más ofensivo, y lo dotó de una mentalidad que le permitió no caerse cuando llegó la hora de la verdad, como había pasado un año antes con Onésimo Sánchez.

Pero de aquel Celta B de promoción se pasó a un equipo sin Iker Losada, Sergio Barcia, Lautaro de León, Fernando Medrano… Jugadores de muchos quilates que dieron el salto al fútbol profesional. Además, los hechos dicen que Hugo Sotelo, Miguel Rodríguez y Carlos Domínguez están instalados en el primer equipo aunque tengan ficha del filial. Para suplir tantas bajas, en lo cualitativo y lo cuantitativo, el Celta tiró del C Gran Peña y del Juvenil A, además de incorporar a algún jugador desde fuera. Con esos mimbres, Claudio Giráldez consiguió formar un equipo que dobla en puntos al de la temporada anterior (14 frente a 7), que juega con el mismo descaro y que ha sido capaz de ganar en Riazor, superar a un candidato como el Real Unión de Irún, empatar en Barcelona dando un recital u obligar a la descendida Ponferradina a pedir la hora. No obstante, la hoja de ruta no cambia: «Hay que sumar puntos, estar tranquilos y que los chicos se preparen. En unos meses, miraremos dónde estamos. Hay que seguir dando pasos».

 

Claudio, celtista confeso y que conoce la casa en profundidad, pasó por las canteras de Real Madrid, donde coincidió con Raúl González, y Atlético, y después, hizo carrera como futbolista en los equipos gallegos de Segunda B: Ourense, Pontevedra y Coruxo, antes de finalizar sus días balompédicos en el Porriño, el equipo de su pueblo al que devolvió a Tercera formando parte del plantel del curso 17/18.

Fútbol formativo y Gran Peña

Como entrenador, pasó por toda la cadena de filiales del conjunto vigués e incluso compaginó esa labor con la dirección técnica del Gran Peña, cuando todavía no era filial celeste, en Preferente. En el verano del 2021, dio un paso decisivo al subir del Liga Nacional celeste al División de Honor. Ahí comenzó a darse a conocer con resultados y fútbol. En el primer juvenil solo estuvo una temporada, ya que al curso siguiente el club lo colocó en el Celta B y le hizo un contrato de dos años que expira el 30 de junio.

El pasado verano no le faltaron novias para el fútbol profesional, pero Giráldez dejó claro desde el primer momento que estaba en su casa y que quería cumplir su contrato. No haría mal el Celta en buscar una renovación más pronto que tarde. Al club le queda la asignatura pendiente de tener un entrenador de casa en la cima de la pirámide y, a día de hoy, a nadie se le ocurre mejor candidato que el porriñés, un técnico elogiado por cuantos han pasado por sus manos, incluido Gabri Veiga: «Es uno de los mejores entrenadores que he tenido en mi carrera», dijo sin titubeos la pasada semana acordándose de sus mentores. Claudio ya lleva unas cuantas joyas pulidas.