El catalán, comprado por el Celta para ser un jugador fundamental en la banda derecha, lleva dos partidos sin minutos y solo fue titular dos veces
19 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Hay una máxima que se repite en el Celta con demasiada frecuencia: los jugadores que brillan como cedidos se apagan cuando pasan a convertirse en propiedad del club. Le sucedió en su día a Jozabed Sánchez y se está pasando ahora a Carles Pérez, que lleva dos partidos en blanco y que ha jugado la tercera parte de minutos a estas alturas con respecto a la temporada pasada. Además, en una banda donde Rafa Benítez no termina de encontrar el perfil adecuado pese a su constante vuelta de tuerca, porque el catalán era el primer destinatario, a priori, de esa posición. Recuperarlo para la causa parece ahora tarea fundamental.
Carles Pérez acumulaba el curso pasado, después de 17 jornadas de liga, 659 minutos, habiendo participado en 16 contiendas y partiendo en el once inicial en siete ocasiones. Y eso que sus inicios no fueron buenos y la verdadera versión del futbolista de Granollers se vio en la segunda vuelta, cuando fue uno de los jugadores más enchufados y determinantes.
Esta temporada, todo ha ido al revés. Para comenzar, una inoportuna lesión después de arrancar el curso como titular. A partir de ahí, todo fue a peor. Desde entonces solo fue titular ante el Getafe (jornada 9) y a raíz de ese partido, su contribución se circunscribe a tres ratos en los segundos tiempos: 80 minutos en total. En la Copa del Rey, jugó en las segundas partes de Segovia y Sestao, marcándole dos goles al Turégano de Preferente.
Su pérdida paulatina de protagonismo alcanzó el cénit en las dos últimas contiendas. Frente al Rayo Vallecano, el entrenador no le dio minutos y colocó en su demarcación habitual de interior derecho a Óscar Mingueza, pero ante el bajón de forma del de Santa Perpetua, Benítez decidió cambiar de banda ante el Granada a Jonathan Bamba y cuando el francés con pasaporte de Costa de Marfil fue relevado, la apuesta fue Luca de la Torre, que hasta la fecha había jugado en el doble pivote o en el carril izquierdo, pero casi nunca en la derecha.
La situación choca con la escenografía anterior al inicio de temporada. Carles Pérez manifestó en multitud de ocasiones que su deseo era quedarse en Vigo y esperaba que el Celta hiciera efectiva la opción de compra. El conjunto vigués negoció con la Roma, y aunque el catalán entraba en su último año de contrato, tuvo que pagar 5,2 millones de euros por hacerse con sus servicios. A diferencia del verano pasado, en el que apenas pudo hacer pretemporada, en esta ocasión, Carles tuvo un mes de puesta a punto y todo indicaba que estaba llamado a ser un jugador importante a lo largo del curso.
Dos aspectos jugaron en su contra: la lesión a la primera jornada y el cambio de sistema. El 5-3-2 o 5-2-3 no le ayudaba para que desplegara su fútbol vertical y de banda, ya que ese espacio era ocupado por los carrileros, pero cuando Benítez volvió al clásico 4-4-2, la situación no cambió para Carles. Tuvo su oportunidad ante el Getafe y cuajó un discreto partido, igual que sus compañeros, y el día del Cádiz, cuando estaba llamado a desequilibrar en superioridad numérica, se estrelló una y otra vez con el lateral zurdo cadista. Antes de ese duelo, el entrenador comentó: «Está más suelto, más dinámico en los entrenamientos, eso aumenta la competitividad», pero desde entonces, no ha disputado ni un minuto salvo la recta final del partido copero de Las Llanas.
Con contrato hasta junio del 2027 (esta y tres temporada más) y siendo uno de los sueldos más altos de la plantilla, el Celta necesita recuperarlo para la causa de la permanencia. Comenzando para un partido en el que se aventuran espacios, como es el del Madrigal. Recuperar su mejor versión se antoja fundamental por tratarse de un jugador distinto por su velocidad, desborde y uno contra uno.