El reto de Marián Mouriño y Claudio Giráldez

Xosé R. Castro FONDO NORTE

GRADA DE RÍO

M.MORALEJO

La presidenta y el entrenador se han convertido en el binomio perfecto para el Celta

21 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Marián Mouriño y Claudio Giráldez se han convertido en el binomio perfecto para el Celta. Los dos ocupan los puestos de máxima responsabilidad dentro del club vigués y son las caras visibles de los tiempos de cambio que se viven en A Sede y en la Cidade Deportiva Afouteza.

De su mano, el Celta salvó una complicada situación y el reto de ambos es que no se vuelva a repetir. Los dos deben ser capaces de conseguir lo que resultó imposible para sus predecesores: aprender la lección y cambiar el rumbo en busca de una temporada tranquila, en la que el programa de mínimos no sea la salvación agónica. Ese es su gran objetivo para el futuro inmediato.

Cuando la idea del técnico no entiende de categorías

Con diez jornadas por disputarse, y con el descenso en los talones, sería entendible que cualquier entrenador apostase por la veteranía y por construir un equipo de atrás hacia adelante, que viviese de su intensidad defensiva y que aprovechase la calidad de sus peloteros para hacer daño arriba. También que preparase el plan de partido a partir de las características del rival.

Claudio Giráldez hizo todo lo contrario en su debut en Primera. En su primer partido, llenó el campo de jóvenes de confianza y respondió al once de tronío del Sevilla con un 3-4-3, instalado en campo contrario y con la defensa un montón de metros de separación con su área. Comenzar encajando no puso en duda la apuesta, sino que invitó a redoblar al ataque hasta firmar la remontada. El porriñés no pestañeó con el viejo debate de adaptar la idea a los jugadores o viceversa, sino que tuvo claro desde el primer momento que su propuesta de juego con tres centrales y dos carrileros tenía perfecto acomodo en el elenco celeste.

Tampoco le entraron dudas sobre el momento de meter a la cantera ni el salto de dos categorías. Necesitaba soldados que conociesen a la perfección su método y convirtió en importantes a Hugo Álvarez y Damián Rodríguez. Y los números le han dado la razón, ha ganado tanto como Rafa Benítez en un tercio de partidos del madrileño.

Los cambios marcan el primer año de la presidenta

Aunque oficialmente lleve apenas seis meses en el cargo, la realidad es que Marián Mouriño está a punto de cumplir un año al frente del Celta. Y a lo largo de estos once meses, la presidenta ha tomado decisiones de todo tipo, deportivas incluidas. Del club que se encontró al actual, media un abismo.

Cambió el director deportivo, contratando a Marco Garcés; asumió el error de apostar por la veteranía de Benítez y le dio un giro de 180 grados con la juventud de Claudio Giráldez; prescindió de la figura de un director general al uso con la salida de Antonio Chaves y optó por un CEO de máxima confianza como Jose Gainzarain; dio el paso definitivo para crear el equipo femenino (As Celtas), en cuya presentación fue capaz de reunir a todas las instituciones por primera vez desde el fallido pacto de Los Escudos, una prueba concreta de que las relaciones con el Concello de Vigo han recobrado la normalidad después de años de distanciamiento mutuo. También ha actuado con decisiones en el caso Santi Mina, siendo ella la artífice de la rescisión con el jugador.

Pero, sobre todo, Marián ha devuelto el fútbol al primer plano del Celta por encima de todo. El club sigue funcionando como una empresa y necesita recursos, pero el dinero debe ir a parar al terreno de juego, algo que es fácil de comprobar viendo el salto en el tope salarial. Esa idea, grabada a fuego, debe comenzar a dar sus frutos.