Claudio Giráldez aprovechó el amistoso ante el Benfica para ver a jugadores en otras demarcaciones
14 jul 2024 . Actualizado a las 20:36 h.«A Iago tenemos que frenarlo», dijo Claudio Giráldez en la víspera del estreno de pretemporada. Lo frenó dejándolo en el banquillo 68 minutos y siendo el último cambio en los 24 jugadores que utilizó el territorio luso ante el Benfica. Pero si alguna certeza trae en la mochila el entrenador porriñés es la más obvia de todas: Iago Aspas sigue siendo el jugador más determinante y diferencial que tendrá jamás el Celta. Salió al campo, marcó -mientras en el banquillo todos esgrimían una sonrisa cómplice-, revolucionó al equipo, convirtiendo en un partido vistoso un duelo plomizo típico del principio de la pretemporada.
Al margen de la certeza de Iago Aspas, Claudio aprovechó el partido no solo para ver jugadores, sino para comprobar su respuesta en otras posiciones. Quiso probar a Mihailo Ristic como central en la derecha, pero su retirada a los ocho minutos por problemas físicos -un esguince, según se informó posteriormente- dejó ese costado de la línea de centrales primero para Óscar Mingueza y después para Javer Manquillo.
Apostó por Carles Pérez en la izquierda, pero el catalán no se siente cómodo en su banda natural; colocó a Jonathan Bamba en la derecha, en donde estuvo tan participativo como errático en la definición. En la segunda mitad, Javi Rueda dio la talla como carrilero diestro, Miguel Román no perdió el compás de Damián en la sala de máquinas y Pablo Durán demostró hambre y gol. A nivel colectivo, lo más preocupante fueron las licencias defensivas. Demasiadas.