La peña Burgalegos organizó su primer viaje para cumplir el sueño de uno de sus peñistas, Miguel Gil
11 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Doce años después de su nacimiento, la peña celtista Burgalegos, de Burgos, vivió la semana pasada su primer viaje organizado a Vigo como agrupación celtista. Fueron una expedición de cerca de veinte personas, de las cuales la mayoría ya habían estado en Balaídos, pero otros, como Miguel Gil, de 35 años, no había pisado el municipal vigués en su vida. Y él fue el pretexto del resto para lanzarse a un desplazamiento que fue toda una sorpresa para este aficionado burgalés que se enamoró del equipo gracias al EuroCelta, como ya contó en La Voz en el 2023.
Gil ha visto al Celta en directo en lugares como Eibar, Vitoria o incluso Madrid, pero Vigo era una asignatura pendiente. Y hasta horas antes, no supo que iba a presenciar el Celta-Mallorca. «Las vacaciones son en verano, y había estado en la ciudad, pero cuando no había partido. Los demás peñistas pensaron que eso se tenía que acabar y organizaron el viaje sin mí, me dieron una sorpresa», agradece. Y para todos fue especial por ser la primera vez que viajaban a Vigo como peña.
Contaron con la complicidad de su pareja y en el momento de salir hacia Galicia, se presentaron en su casa. «Me dijeron: ‘Tienes cinco minutos para prepararte, que nos vamos a ver al Celta'. Me quedé sin palabras, fue una sorpresa muy grande», relata. Y era solo el principio. «Allí había más sorpresas, porque si ya ir al estadio era algo bonito y emotivo, allí me reencontré con amigos, gente de la peña que había estado en Burgos por estudios y volvió a Vigo», cuenta. Antón de Vicente, que jugó allí y es muy cercano a la peña, también estuvo con ellos.
Para culminar la experiencia, pudo disfrutar de una victoria «en un gran partido» y vivir el ambiente de Balaídos. «Lo que se dice de la comunión con la afición no es ninguna broma; existe, es cierto y yo pude formar parte de ello», cuenta con entusiasmo. Fue similar a lo que imaginaba, aunque superó sus expectativas, especialmente, Oliveira dos cen anos, aparte de que también le tocó participar de una Rianxeira. «Sabes que puede ocurrir, pero una vez que ocurre... Es como un sueño, algo único. Después de 35 años sin poder conocer esto, que te venga de golpe, de repente, es increíble».
Ahora, ya piensa en la siguiente. «Esto es como haber roto el hielo y espero poder volver pronto y venir más a menudo. Además, tenemos un hijo, Uriel, y también se lo estoy inculcando. Espero que la próxima sea con él», apunta. Dada la pasión con que vive el celtismo, resulta extraño que no hubiera estado antes; lo explica: «Es la típica cosa que se va postergando para cuando te pille bien y al estar lejos, con el trabajo, no llega el momento. Y han tenido que ser Burgalegos los que lo han organizado, diciendo: ‘Te vienes con nosotros y no hay más que hablar'». La elección no fue por el rival, que era lo de menos, sino aprovechando el puente de diciembre.
Miguel dice que aún le cuesta asimilar el sueño que insiste en que ha vivido, donde todo ha sido perfecto hasta el último detalle. «Se me ponen los pelos de punta», añade. Además, después de un percance de salud serio que tuvo tiempo atrás, disfruta de todo más intensamente, también de la pasión por el fútbol. «El Celta es muy grande. Tenemos una afición y un estadio increíbles», añade. Ahora se siente todavía más parte.
El origen del celtismo de Miguel
Miguel Gil no tiene ninguna relación con Galicia, sino que toda su familia es castellana de toda la vida. «Me pilló la época de Karpin, Mostovoi, Revivo... Hasta entonces, con la séptima, era un poco del Madrid, pero cambié el chip», contaba a La Voz en el 2023. Curiosamente, relaciona el inicio de su interés por el Celta con un 4-2 frente al Mallorca -mismo rival ante el que acudió por primera vez al estadio el viernes- en Balaídos que recuerda «vagamente», pero que tiene idea de que fue «un partidazo que marcó un punto de inflexión» para él.