El colectivo de Marín surgió hace tres años como iniciativa de amigos cercanos al lateral celeste
26 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.A Kevin Varela aún le choca ver cómo la gente por Marín, y no solo, para a Hugo Mallo -goleador en el derbi del pasado fin de semana frente al Deportivo- por la calle y le piden una foto. «Lo veo y me asombro. Pienso: ¡Vaya cabrón el Hugo! Pero me hace mucha ilusión. Porque para mí Hugo Mallo es Hugo, el de siempre, al que conozco desde que éramos niños». Él es el presidente de la peña que lleva el nombre del capitán en su localidad natal, formada tres años atrás por un grupo de amigos cercanos al lateral.
«La creamos en el 2013 y fue más que nada lo mítico de que todos tienen y nuestro Hugo no iba a ser menos», recuerda Kevin. Lo primero que hicieron fue comentárselo a él, que tras la sorpresa y la incredulidad inicial, les dio su consentimiento para ponerla en marcha. «Empezamos siendo cuatro amigos en la directiva y la montamos en la cafetería Naval, nuestra sede. Es el lugar donde nos solemos encontrar siempre», señala. Y también frecuentada por el propio Hugo, con el que tienen un trato prácticamente diario.
Una vez formalizada la peña empezaron a moverse y enseguida sumaron adeptos. «Al ver nuestras camisetas por la calle la gente se fue interesando por sumarse a nosotros. Y así fuimos creciendo poco a poco casi sin darnos cuenta», señala. Hasta ponerse en alrededor de 60 en el momento de celebrar el acto de inauguración. Aunque la cifra ha fluctuado en este tiempo, ahora están por encima de 80, incluidos varios parientes de Hugo, como su abuela y también su hijo, el benjamín de la Peña Hugo Mallo.
Acuden a Balaídos siempre que pueden y organizan comidas y cenas intentando cuadrarlas con la agenda futbolística de Mallo para poder contar con él, siempre dispuesto para ellos. También la peña presume de haberle acompañado en sus momentos más duros. «Cuando se lesionó de la rodilla organizamos un pequeño homenaje para animarle, con camisetas, una banda de batukada... Nos juntamos más de cien personas y ahí sí que no se lo esperaba para nada, porque usamos a un amigo íntimo suyo de gancho para que le bajara al bar».
Y si fue duro verle pasar por aquella grave lesión, en menor medida también lo es verle en el banquillo. «Hay que reconocer que nos fastidia cuando no lo ponen, aunque ahora con la Europa League hay que entenderlo. Si vemos que no juega le preguntamos qué pasa, pero él siempre dice que decide el míster», constata. Verle lucir el brazalete de capitán les produce un orgullo inexplicable. «Es muy grande verle ahí».
Precisamente, hace dos años les cedió un brazalete para el torneo de peñas. «Siempre tiene un detalle con su peña. Cualquier cosa que le pidas, como botas o camisetas firmadas para sortear entre los peñistas, al día siguiente lo tienes». Una muestra más de que el futbolista que a los 25 años está más que consolidado en Primera división es el mismo Hugo amigo y cercano que Kevin conoció de niño. «Está al pie del cañón, como siempre».