17 de julio de 1964. Esta es la historia de una foto. Una imagen en la que tenemos a dos futbolistas que venían de ganar la Eurocopa con España, Amancio y Luis Suárez. Este, además, acababa de conquistar con el Inter la Copa de Europa, y Amancio, la liga con el Madrid. La foto, tras una comida veraniega, podría interpretarse como una celebración de alguno de esos éxitos. Pero la historia era otra... y más sabrosa
19 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.El fallecimiento durante lo que va de año de Amancio Amaro, Arsenio Iglesias y, hace solo unos días, de Luis Suárez, fue trayendo una y otra vez a mi cabeza la copia de una foto guardada en mi escritorio, tomada en julio de 1964 por Alberto Martí y en la que solo se anotaba la fecha y el nombre de los personajes —entre ellos los tres futbolistas citados— que allí aparecían. Pero gracias al sistema de búsqueda de nuesto archivo digital, y con algo de paciencia, encontramos la historia de esta imagen. En una esquina del periódico del 17 de julio de ese año, junto a la estampa en cuestión, se escondía la respuesta. Así lo contaba La Voz:
«Estando el Oviedo más que apurado en el campeonato de Primera, y cuando el conjunto asturiano salió rumbo a San Mamés, en donde se jugaban una carta decisiva, Eduardo Toba —entrenador del equipo ovetense, a donde fue llamado en un desesperado esfuerzo para evitar el descenso— prometió a los también gallegos Arsenio y a Jaime Blanco que si se puntuaba en Bilbao les obsequiaría con una mariscada que el propio Toba traería especialmente desde Muxía, su localidad natal». El Oviedo logró el triunfo «merced a un brillante gol de Arsenio recogiendo un medido servicio de Jaime Blanco».
Y como lo prometido es deuda, Toba cumplió su promesa, aprovechando la ocasión para reunir a un grupo de amigos y futbolistas. Seguro que la mariscada le salió cara al muxián —que llegaría a ser seleccionador nacional— pero no tanto como el valor de mercado ya por entonces de esos jugadores que aparecen en la foto. Llama la atención el modesto escenario del fondo y la sencillez de los atuendos de los protagonistas. Imaginen una reunión así hoy en día. La última celebración del título de liga del Barcelona, sin ir más lejos, con Lamborghinis en la acera, jugadores con cascos en las orejas, peinados imposibles y azafatas a la puerta del restaurante. Y eso que Suárez había llegado ese verano a A Coruña en un magnífico Mercedes 220 SE.
Aquí tenemos, aparte de ese Arsenio llamado a ser leyenda, a las dos grandes estrellas españolas del momento, así como a Amador y al ferrolano Polo, que entonces jugaban con el Atlético, y a Jaime Blanco, que llegaría a fichar por el Madrid. Completaban el grupo el confitero Isidoro Castilla (propietario de Hildita), el exboxeador Marcelino Pardo (en cuya casa se celebró la comida) y los periodistas de La Voz Vituco Leirachá y Manolo Ponte Patiño. La crónica explicaba que durante la sobremesa se recordaron tiempos pasados. Y el periodista apunta que Luis Suárez comentó: «Ninguno de nosotros nos hubiésemos ido de aquí de no ser por asegurarnos un futuro económico. En otros sitos se gana más dinero». Él, que había protagonizado el traspaso más caro en su día de la historia del fútbol, sabía muy bien de qué hablaba.
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