
El rompecabezas tridimensional de colores, que este lunes celebra su 40 aniversario, puede solucionarse en solo 20 movimientos
19 may 2014 . Actualizado a las 16:06 h.Buenas noticias para aquellos que se hayan levantado este lunes con pocas ganas de trabajar. Haciéndole un guiño al arte de procastinar, Google ha amanecido hoy con un gran cubo de Rubik instalado en el lugar que habitualmente ocupa su logotipo. Pero no un Rubik cualquiera. Se trata de una réplica interactiva del popular rompecabezas que, en su 40 aniversario, se ha propuesto poner a prueba la habilidad de los usuarios del buscador.
El cubo de Rubik lo inventó en el año 1974 el profesor húngaro Erno Rubik, obsesionado con la geometría tridimensional. El arquitecto no pretendía crear el rompecabezas más vendido de la historia de los juguetes, simplemente resolver el desafío de confeccionar un cubo en el que los bloques pudiesen moverse de forma independiente, sin caerse ni deshacer el dado. Engendró entonces un puzzle de 26 cubitos individuales y un centro, que se giraba y se retorcía, capaz de mover todas sus caras en cualquier dirección, excepto en diagonal.
El primitivo modelo del cubo de Rubik fue bautizado como «Cubo Mágico». Erno Rubik solía utilizarlo para explicar a sus alumnos las relaciones espaciales, entendiéndolo como una escultura móvil que simbolizaba los contrastes de la condición humana: la estabilidad y el dinamismo, la complejidad y la simplicidad, el orden y el caos. En 1977, el cubo de Rubik llegó a los escaparates de las jugueterías de Budapest y tres años más tarde, en 1980, Ideal Toy Corporation lo exportó desde Hungría al resto del mundo. En un abrir y cerrar de ojos, el colorido puzzle en tres dimensiones se convirtió en el juguete más popular del momento. La dificultad que implicaba su resolución -conseguir que los 9 pequeños cubos que forman cada una de sus seis caras fuesen todos del mismo color- fue la mecha que disparó sus ventas y despertó la curiosidad de los especialistas, empeñados en establecer las rutinas de los movimientos para conseguir colocar correctamente cada cara.
Durante los dos primeros años en el mercado, se vendieron más de 100 millones de unidades, el juguete se convirtió en los 80 en un auténtico icono pop, su creador pasó a ser el primer millonario del bloque comunista y en las últimas cuatro décadas se han llevado a cabo incontable estudios matemáticos para concretar el número exacto de combinaciones que puede adoptar el poliedro. Pero lo cierto es que, para muchos, el cubo de Rubik es todavía un complicado jeroglífico imposible de encarar.
En el año 2010, un grupo de investigadores concluyeron que el cubo de Rubik, que cuenta con 43.252.003.274.489.856.000 de posiciones posibles, puede resolverse en solo 20 movimientos, partiendo de cualquier posición inicial. Para llegar a esta fórmula -bautizada como el «algoritmo de Dios»- fue necesaria un poco de ayuda de Google, que donó al estudio una serie de desarrollados ordenadores que hicieron el trabajo equivalente al hecho por una CPU normal durante 35 años. Previamente, en 1981, el profesor de matemáticas de la Universidad de Tennessee Morwen Thistlethwaite había conseguido resolver el juego en 52 movimientos; en 1995, Michael Reid redujo el número a 29; en el 2007, Dan Kunkle y Gene Cooperman lo consiguieron en 26 y Tomas Rokicki junto a John Welborn bajaron el número de movimientos hasta los 22.
Los movimientos para resolver el cubo de Rubik
Pero, ¿cómo se resuelve en la práctica el dichoso cubo de Rubik? Existen varias opciones. Una de ellas pasa por estructurar la solución en siete pasos. En primer lugar hay que elegir en qué cara queremos comenzar. Seleccionamos, por ejemplo, la blanca, y empezaremos por la cara de arriba del todo. Ahí crearemos con los cubitos blancos una cruz, de forma que los colores también coincidan en las capas anexas.
El paso número dos para resolver el cubo de Rubik se centrará en terminar esta capa superior, colocando uno a uno los cuatro vértices que faltan -también haciendo que coincidan los colores en las caras laterales-. En el tercer paso hay que completar la segunda capa del cubo. Deberemos colocar en su sitio las cuatro aristas (piezas que tienen dos pegatinas, las de las esquinas). Una vez conseguida esta segunda capa, giramos el cubo y hacemos otra cruz en la última cara -sin preocuparnos esta vez que los colores coincidan en las capas anexas-.
El quinto paso centrará nuestra atención -ahora sí- en las capas anexas. Giraremos la capa hasta que haya por lo menos dos colores laterales de la cruz en posición correcta. A veces se consiguen incluso los cuatro, pero con dos es suficiente. En el paso seis, habrá que situar los vértices (las esquinas con pegatinas de tres colores) y en el paso siete, girar las esquinas cuidadosamente para completar el cubo de Rubik.