Alessandro Volta, el soberbio padre de la pila

La Voz REDACCIÓN

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Este físico italiano desarrolló la primera pila de la historia para poner en evidencia a su colega Luigi Galvani

18 feb 2015 . Actualizado a las 13:23 h.

Alessandro Volta leyó un buen día de 1794 las afirmaciones del científico italiano Luigi Galvani en las que pretendía demostrar que las patas de una rana muerta producían electricidad, colgándolas de una barra de hierro y tocándoles con un escalpelo metálico. El físico, nacido el 18 de febrero de 1745, hace 250 años, en Como (actual región de Lombardía) en el seno de una familia burguesa, no era, lo que se puede decir, un buen amigo de su colega italiano por lo que, con el objetivo de dejarlo en ridículo y contradecir sus investigaciones, demostró que el anfibio no era ni mucho menos el culpable de los fulgores eléctricos, sino que era su piel la que servía de circuito entre dos metales.

Las conclusiones de Alessandro Volta echaron más leña al fuego a la relación entre él y Luigi Galvani, pero pusieron la primera piedra de la electricidad tal y como la conocemos en la actualidad. Y es que en 1880, el físico italiano desarrolló la primera pila eléctrica generadora de corriente continua. Formada por treinta discos de metal (cobre y zinc) amontonados y separados por paños húmedos impregnados en salmuera, la conocida como pila voltaica demostró su teoría de que la conexión de dos metales por medio de un reactivo químico funcionaba como fuente de energía eléctrica.

Aunque técnicamente la pila de Alessandro Volta fue la primera, lo cierto es que en 1936 se hallaron restos en Irak de un conjunto de vasijas de terracotas que contenían un rollo de lámina de cobre que albergaba una varilla de hierro. Ante tal descubrimiento, los científicos le dieron en nombre de «Batería de Bagdad» y especularon con que podrían tratarse del origen de las celdas voltaicas ya que sería capaz de producir leves descargas eléctricas.

Los fallos de la pila de Alessandro Volta

A pesar de este contratiempo, Alessandro Volta era un firme creyente en que la electricidad se producía como consecuencia de la unión, con sólo tocarse, entre dos materiales diferentes, y no como resultado de reacciones químicas. Por esta razón, sus modelos originales tenían algunos fallos técnicos. El más llamativo era su corta duración. El científico solo era capaz de que su invento tuviera una vida útil de una hora. ¿La razón? Los expertos señalaron años después que se debía a dos problemas. Por un lado, estaba que la corriente producía una película de burbujas de hidrógeno que se formaban en el electrodo de cobre que aumentaba constantemente la resistencia interna de la batería. Después, también se formaban cortocircuitos en torno a las impurezas de zinc. Este último fallo fue solucionado por William Sturgeon.

La corta duración de la pila de Alessandro Volta no era su único inconviente. El invento también sufría fugas de electrólito y cortocircuitos provocados por el peso de los discos de cobre y zinc. Aunque el físico diseñó una alternativa con una cadena de vasos llenos de una solución de sal, unidos por arcos metálicos sumergidos en el líquido, fue el científico inglés William Cruickshank el que resolvió sus problemas al fijar los elementos en una caja en lugar de amontonarlos en una pila.

Alessandro Volta mostrándole a Napoleón su pila
Alessandro Volta mostrándole a Napoleón su pila

A pesar de sus defectos, las pilas voltaicas proporcionaban una corriente más permanente que cualquiera artilugio de principios del siglo XIX. Por esta razón, y con el triunfo en su bolsillo, Alessandro Volta no dudó de su invento y se lo enseñó a Napoleón que, impresionado, no dudó en nombrarle conde y senador del reino de Lombardía. El emperador de Austria, que no quiso ser menos, lo designó director de la facultad de filosofía de la Universidad de Padua en el año 1815. Con el reconocimiento mundial a sus pies, el físico italiano no quiso dejar apartado su gran invento. Así, hasta su muerte en 1827, empleó todo su tiempo en estudiar las propiedades eléctricas. Así, analizó la intensidad o la conductividad, campo en el que dejó para la posteridad los pilares de avances que se producirían tiempo después.

El origen de Alessandro Volta

En realidad, el inventor de la pila voltaica no iba para científico. Criado en una familia acomodada, era el séptimo hijo de Felipe Volta y de la condesa María Magdalena Inzaghi. Aunque desde joven mostró una gran afición al estudio de los fenómenos naturales, recibió una educación básica y media humanista. Sus padres quería que fuera abogado mientras que sus profesores lo querían llevar por el camino de la religión. Ante tal situación, Alessandro Volta tomó la iniciativa e inició por cuenta propia el cultivo de la física tras abandonar sus estudios. Así, con solo dieciocho años, su nombre ya figuraba en la lista de contactos de los principales electrólogos europeos, con los que mantenía una correspondencia frecuente.

Aunque Alessandro Volta pasó a la historia tras su muerte como el inventor de la pila voltaica, no fue su único logro. Años antes de contradecir a Luigi Galvani, desarrolló en 1775 el electróforo, un artilugio empleado para producir electricidad estática, siendo la primera vez que se lograba. Gran apasionado de la física, entre los años 1776 y 1779 decidió centrarse en el campo de la química. Y los resultados no se hicieron esperar ya que descubrió y aisló el gas metano.

En una ocasión, Alessandro Volta aseguró que creía que «tan pronto como se descubra algo nuevo en la ciencia, hay que adoptar un término completamente nuevo para ello». Quizás por esta razón, el campo de la ciencia, agradecido por sus descubrimientos, no dudaron en darle su nombre a la unidad de fuerza electromotriz del Sistema Internacional, el voltio. Más tarde, cuando en 1841 descubrieron en Italia un nuevo mineral decidieron llamarlo voltaíta en su honor.